Psicóloga María Martori: «Gracias a esta labor, las personas con diversidad funcional dejan de ser invisibles»

La terapeuta española relata de qué va el proyecto Tandem Team y la importancia de visibilizar a las personas especiales como sujetos de deseo sexual, brindarles educación y apoyo

Psicóloga María Martori: «Gracias a esta labor, las personas con diversidad funcional dejan de ser invisibles»

Autor: Sofia Belandria

La figura del acompañante sexual a personas con diversidad funcional, física o psíquica, es todavía muy desconocida en España. Se trata de profesionales que acompañan en el encuentro íntimo a este colectivo y les da las herramientas necesarias para desarrollar plenamente su sexualidad a pesar de los tabúes y prejuicios impuestos.

Sean sinceros. ¿Cuántas veces se han parado a pensar en cómo es la vida sexual de una persona con discapacidad? ¿Les importa? ¿Cuántas veces han pensado en la necesidad de normalizar el sexo sin tabúes para este colectivo? Ah, pero, ¿las personas con diversidad funcional también tienen sexo? ¿Pero pueden tenerlo? ¿Pero sienten algo? ¿Pero se enteran? Y, ¿cómo lo hacen?

Según la ONU hay más de 500 millones de personas en el mundo (en torno a un 10% de la población) con algún tipo de discapacidad y aún así, y en pleno siglo XXI, el tema de la sexualidad para este grupo está lleno de prejuicios y malentendidos, porque sí, ellos y ellas tienen, como cualquiera, necesidades y deseos sexuales; y sus cuerpos y sus mentes son capaces (y no solo eso, también sienten el anhelo) de amar y ser amado.

Formación en Tandem Team, asociación que atiende la sexualidad en la discapacidad en España - Sputnik Mundo, 1920, 22.06.2021
Foto : Cortesía de Tandem Team

La máxima que dice «lo que no se ve no existe» podría adaptarse para esta ocasión y sobreescribirse así: «de lo que no se habla, no existe». Y ese es precisamente el problema. La tendencia que tiene la sociedad a no hablar de lo que puede resultarle incómodo por puro desconocimiento, o por preferir permanecer en la ignorancia de la zona de confort, sobre todo si se trata de temas controvertidos como es el caso.

Ante la necesidad de dar cobertura sexual a estas personas, que en muchos casos sufren en silencio la falta de empatía social y los problemas psicológicos derivados de no tener una vida sexual plena, en España surgió en 2014 una organización pionera y sin ánimo de lucro denominada Tandem Team, cuya base está en Barcelona. Se dedican a algo a lo que a priori muy pocos se habrían atrevido a emprender; y es a facilitar el contacto entre personas con discapacidad y acompañantes sexuales.

Al echar un primer vistazo a su página web ya se entiende de qué va la cosa y la curiosidad invita a continuar leyendo: «¿Qué deseas? Atención a la sexualidad en la discapacidad. Diversidad funcional, intelectual y mental».

Tandem Team nació siguiendo el modelo inspirado en el Surrogate Partners de los investigadores norteamericanos Masters y Johnson, y también en otros modelos que ya existen en algunos países europeos como Bélgica y Suiza, donde la figura del acompañante sexual está regulada por las leyes del país.

Pero, ¿qué es exactamente un acompañante sexual y para qué sirve?

El proyecto de Tandem Team nació de la mano de Francesc Granja, terapeuta emocional y tetrapléjico por un accidente de coche a los 32 años, y María Clemente Martori, sexóloga y psicóloga especialista en neurorehabilitación. Tras el accidente, el fundador de la organización tuvo que reinventar su vida sexual, y lo tuvo que hacer solo ante el vacío legal y de asistencia que hay sobre el tema.

Viajó al norte de Europa y tuvo su primera experiencia con un acompañante sexual con el que aprendió a explorar su nuevo cuerpo, sus nuevas capacidades y necesidades, y con el que descubrió las inmensas posibilidades que el sexo le ofrecía más allá de la genitalidad.

Quedó fascinado con la experiencia y cuando regresó a España se lanzó a ocupar el vacío latente que había al respecto para dar cobertura a una necesidad vital de miles de personas. La página web nació pocos meses después.

Su compañera María Clemente explica lo que es un acompañante sexual: «Es una persona que se pone a tu nivel y te acompaña, pero a la vez también recibe. Es una relación igualitaria, de tú a tú, bidireccional y de crecimiento personal para ambos».

La magia de Tandem Team es que ponen en contacto a personas con diversidad funcional de cualquier tipo con el acompañante sexual, y para ello hay un protocolo muy riguroso de cuatro pasos. El primer paso suele ser el de las entrevistas en profundidad tanto a los acompañantes como a las personas asistidas, sus tutores o familiares, en caso de que no puedan expresarse por sí mismos. Las entrevistas las hace la misma Martori, que evalúa las necesidades de cada persona en cuanto a su área sexo-afectiva.

«En esa primera entrevista ya evaluamos si la persona que acude a nosotros necesita educación sexual básica o vivenciar alguna experiencia; si le serviría con algún masaje en alguna zona determinada para crear cierta intimidad o si en última instancia necesita un acompañamiento erótico», señala la experta.

Además, para el papel de acompañante sexual (por Tandem Team han pasado unos 300 desde que nació) no vale cualquiera. Es un perfil muy concreto y suelen venir del mundo social. Suelen ser terapeutas, integradores, psicólogos, fisioterapeutas, masajistas tántricos… Y, además, deben tener incorporado el trato con la discapacidad. Son personas que, según explica la psicóloga de la organización, deben saber reaccionar ante cualquier imprevisto, estar acostumbrados a ver y tocar un cuerpo inmóvil, con sondas, con bolsas de orina o que babean.Y no solo eso. También les tiene que gustar. Tienen que ser capaces de desear y en algún punto sentirse deseados.

El segundo paso del protocolo sería buscar el tándem perfecto según los perfiles conseguidos en las entrevistas. Desde Tandem Team hacen el contacto entre el acompañante y la persona y estas por su cuenta quedan a tomar un café, se conocen, rompen el hielo y evalúan si hay feeling. Si deciden ir hacia adelante, hablarán también de los aspectos concretos sobre cómo será el encuentro, hasta donde quieren llegar y si habrá prestación económica (casi siempre la hay) y de cuánto sería.

El tercer paso sería el acompañamiento en sí y el cuarto el feedback sobre el mismo a la organización.»Gracias a esta labor dejan de ser invisibles. Son personas que están invisibilizadas», señala María Clemente. «Una persona con diversidad funcional, tetrapléjico, me dijo una vez: ‘¿para qué hacer tantas rampas para acceder a la discoteca si cuando entro no me mira nadie?’ Socialmente no existen y convertirse en objeto de deseo es milagroso».

La historia de Mar, o la de Antonio, dan buena cuenta de ello.

Mar tiene 44 años, es psicóloga de formación e instructora laboral. Desprende vitalidad y energía al teléfono con esta agencia. Ella habla desde Barcelona. Por un problema al nacer tiene parálisis en sus dos piernas y camina con uno o dos bastones dependiendo de la situación.

«Mi caminar es llamativo, se nota, llámalo raro, si quieres», dice Mar entre risas.Mar es una mujer que siempre tuvo todos los aspectos de su vida plenamente cubiertos. Fue a un colegio público, tenía su pandilla de amigos, estudió, se convirtió en una mujer formada completamente independiente; pero desde que era una adolescente, y a pesar de tener su discapacidad completamente asumida, tardó muchos años en desarrollarse a nivel sexo afectivo.

Mar L.M, persona con diversidad funcional, en su casa de Barcelona - Sputnik Mundo, 1920, 21.06.2021
Mar L.M, persona con diversidad funcional, en su casa de Barcelona
© Foto : Cortesía de Mar L.M

«No supe integrar mi discapacidad y eso es una barrera», explica. «Si tú misma lo ves como un problema, los demás lo van a ver así. Yo ponía la discapacidad por encima de todo y sin darme cuenta me fui negando la posibilidad de que pudiese gustarles a los demás».

Mar estuvo «bloqueada», tal y como ella misma lo define, hasta que cumplió 38 años. «Hasta ese momento no había tenido parejas ni relaciones sexuales de ningún tipo. Era virgen».»Me volví tímida, a pesar de que no lo soy, a la hora de relacionarme íntimamente con alguien», explica.Cuando descubrió Tandem Team y tuvo su primera experiencia con un acompañante sexual, asegura que se le abrió un mundo de posibilidades.

«Me hizo sentirme deseada, guapa, no me trataba como a un bebé o como a una niña. La sociedad piensa que no tenemos necesidades sexo-afectivas, pero no es así».Mar cuenta que descubrió esta figura del acompañante sexual a través del documental «Yo también quiero sexo», un film emitido en la televisión pública catalana y que narra las experiencias de personas con diversidad funcional de algún tipo y que han tenido dificultades para vivir el sexo con plenitud. El vídeo también recoge el testimonio de familias que se han visto en el dilema de tener que masturbar a sus hijos o de cómo algunas personas con discapacidad han podido desarrollarse sexualmente gracias a figuras como la del acompañante.

Mar vio este documental investigando por su cuenta en internet, pero echa de menos que desde las administraciones públicas se de la importancia que se merece al asunto. Después de aquello, Mar ha tenido «dos parejas más serias y una menos seria» y asegura que «era lo que me faltaba para sentirme la mujer que soy. Me siento mujer, me siento capaz de amar y de ser amada. Me ayudó a romper el bloqueo que tenía y a conocer mi potencial sexual».

Como ella, Antonio, de 47 años, con una enfermedad muscular degenerativa que lo puso en una silla de ruedas hace catorce años y con la que ha tenido que lidiar desde que nació. Cuando era adolescente, a su discapacidad se le sumó una «timidez extrema» que le impedía relacionarse con normalidad en el ámbito sexual, y que vino predispuesta por los mensajes negativos que recibía por parte de su alrededor. Que si le iba a ser difícil conseguir una pareja, que si mejor se centrara en sus estudios, o en su trabajo.

Antonio Castillejo, persona con diversidad funcional, en la playa de Barcelona - Sputnik Mundo, 1920, 21.06.2021
Antonio Castillejo, persona con diversidad funcional, en la playa de Barcelona
© Foto : Cortesía de Antonio Castillejo

Así que, con ese panorama de frustración, a los 18 años comenzó a acudir a trabajadoras sexuales profesionales para poder mantener relaciones y evitar el trauma de enfrentarse a una sociedad por la que se sentía incomprendido.

Unos años después descubrió la figura del acompañante sexual. «Es alguien con quien puedes hablar, haces un contacto previo, te conoces. Si fluye, se decide qué tipo de acompañamiento íntimo se puede tener. No siempre tiene porqué haber coito o penetración. Hay más sensibilidad, caricias, conexión. Te hacen sentir con confianza en ti mismo y siempre he sentido que me dan amor», explica en entrevista con este medio.

Hablan los acompañantes: ¿por qué no es prostitución?

La falta de soluciones y normativa al respecto ha provocado que, en el caso de muchas personas con algún tipo de discapacidad psíquica, por ejemplo, la solución de muchos centros de salud mental sea llevar a sus «enfermos» a un prostíbulo con el que han llegado a un acuerdo. Les llevan en autobús, les acompañan los profesionales sanitarios y les recogen en un par de horas.

Evitar este tipo de situaciones un tanto esperpénticas es lo que llevó a Ana Nirvana (@anirvanada), terapeuta, actriz y payasa de hospitales, y ella misma con diversidad funcional porque le amputaron su pierna izquierda, a dedicarse, en este caso por libre, a ser acompañante sexual. Lo hace con hombres y con mujeres.

«No lo considero un trabajo. Me nutre como persona. Para mí es algo también político, para no olvidar que lo normativo que nos han inculcado desde los medios de comunicación o desde las redes sociales en realidad no existe», explica.

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Ana cuenta que en muchos casos se ha encontrado con personas en los que su único referente sexual era el porno, y que eso demuestra la necesidad acuciante que hay de normalizar y visibilizar su situación.

En su caso, el tema del precio por sesión (suelen ser unos 100 euros por unas dos horas) no se pacta. Es su tarifa. Y considera que ponerle un valor monetario al acompañamiento es importante porque «ayuda a que la persona entienda que esto es un servicio que empieza y acaba ahí. No lo hago en primera instancia por el dinero, no es mi caso ni mucho menos, pero sí que ayuda a que la persona sepa que estoy ahí para ayudarle y que no hay una romantización del encuentro. Es una manera de darle un marco a lo que está ocurriendo».

Esther Yánez Illescas Sputnik


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