Que se coman las vacas

En pocos días el dólar ha caído 33 pesos y el peso es la moneda que más se ha apreciado en el mundo en lo que va del año, según El Mercurio del 23 de junio


Autor: Mauricio Becerra

En pocos días el dólar ha caído 33 pesos y el peso es la moneda que más se ha apreciado en el mundo en lo que va del año, según El Mercurio del 23 de junio. Los exportadores están siendo afectados severamente, puesto que la subida del peso agrava la ya crítica situación que enfrentan en los mercados mundiales. «Es un terremoto grado 10, habrá 50 mil empleos menos exclusivamente por este tema.» declararon los dirigentes de los fruteros Ramón Achurra, presidente de Frusexta, y Antonio Walker, presidente de Fruséptima (EM 23/6/2009). Expresiones parecidas han venido de otros sectores empresariales.

Tienen toda la razón. Es inaceptable que autoridades respondan desligando su propia responsabilidad y achacándola a la supuesta irresponsabilidad de los afectados. Esto es precisamente lo que ha hecho el Ministro de Economía, Lavados, quién ha respondido a estos reclamos diciendo que deberían haber sido más previsores tomando un seguro contra las fluctuaciones cambiarias (EM 23/6/2009). Recuerda a un tal Costabal, el funcionario de la dictadura que recomendó a los agricultores que se comieran las vacas cuando estaban liquidados por el dólar a 39 pesos.

Los economistas de derecha atribuyen la caída del dólar a la reciente medida de Hacienda de liquidar gradualmente hasta 4.000 millones de dólares en reservas para financiar el déficit del presupuesto, generado a su vez por el incremento del gasto público para enfrentar la crisis, pero muy especialmente por el descenso en la recaudación tributaria debido a que las empresas aprovecharon la situación para pagar aún menos impuestos que los que pagan normalmente.

En coro han pedido que el gobierno no aumente más el gasto.

El Ministro de Hacienda ha contra argumentado diciendo que la baja del dólar es transitoria, pero finalmente ha cedido aparentemente al griterío de la jauría, asegurando que no habrá nuevos paquetes de estímulo fiscal.

Ello constituiría un error de proporciones que agravará la situación económica con perjuicio de toda la población y especialmente los empresarios.

Está basado además en un diagnóstico equivocado. La apreciación del peso no se debe a la liquidación de dólares por parte del gobierno sino que a los movimientos de capitales especulativos que desde octubre del 2008 vienen inflando el peso y la bolsa chilena fuera de toda proporción. ¡Mucho antes de la liquidación de divisas por parte de Hacienda!

Por otra parte, un fenómeno similar ha tenido lugar en todo el mundo emergente desde octubre del 2008. Ello difícilmente se puede atribuir a las autoridades chilenas.

El problema son las fluctuaciones enloquecidas del dólar. En pocos meses durante el 2008 pasó de 430 pesos a 670. Hoy está de regreso a 530, más o menos como estaba al inicio de la crisis cuando marcaba 517 pesos el 25 de julio del 2007.

Las liquidaciones de dólares por parte del gobierno y de las AFP tienen un efecto en la revalorización del peso, sin duda. Sin embargo, difícilmente pueden explicar las súbitas alzas del dólar que han sido aún más fuertes.

Estos vaivenes se originan en los grandes movimientos de capitales especulativos provenientes de los fondos de inversión de los países desarrollados. Ello ha quedado absolutamente en evidencia durante el curso de la crisis. Como ha constatado el Financial Times, estos movimientos fueron capaces de inflar las bolsas y monedas de todos los países emergentes, así como las materias primas ¡el doble de lo que crecieron las de los países desarrollados entre 2002 y 2007! El nuevo inflamiento a partir de octubre del 2008 tiene inequívocamente el mismo origen. En ambos casos ello queda en evidencia cuando dichos burbujazos se desinflan violentamente cuando los mercados desarrollados entran en «territorio del oso,» como está empezando a ocurrir nuevamente desde mediados de junio del 2009.

¿Cual es la solución para evitarlo?

El Banco Central debe restablecer de inmediato los controles de capitales que Ricardo Ffrench-Davis y Roberto Zahler implementaron durante los años 1990. El que quiera ingresar dólares a Chile deberá nuevamente depositar un tercio en el Banco Central sin intereses y se le prohibirá retirarlos al menos en un año. Se exceptúa de esto la inversión extranjera directa en actividades productivas. Eso corta de raíz los movimientos especulativos y estabiliza el dólar, el que debe ser mantenido estable en un nivel competitivo.

Al revés, sería un error fatal impedir que el gobierno utilice sus reservas para continuar incrementando el gasto público. Ello se necesita con urgencia para evitar que la crisis continúe agravándose.

Los que promueven la locura de no continuar reactivando la economía sólo pretenden evitar la derrota de su candidato presidencial en diciembre. Aún a costa de agravar la ya crítica situación de los empresarios y la población en general.

No deben prevalecer.

Manuel Riesco
Economista CENDA


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