Palomar en luto
Qué saco con cantar
si ya no desciende la palomita.
Qué saco con bordar el tiempo
sin tus hilos a color.
La espina si no existiera el dolor.
Qué saco con moverme
si ya no hay ritmo que te convoque.
Qué saco con las lágrimas
sin tu hombro pa’ que desfilen.
Los zapatos sin que los caminen.
Qué saco con la noche
si ya no hay sol que la mate.
Qué saco con morir
si con otro subirás p’arriba.
Las letras sin la pena que las escriba.
Hipólito Matias.
Ahogada
Debiste haber visto esto antes, cuando era todavía una chispa que cabía en un pliegue de tu mano. Hubieras podido rodearla con tus palmas y extinguirla en un aplauso. Antes, mucho antes de que el algodón de tu almohada atrapara mi olor y mi cara le hiciera surcos a tu espejo. No habría alcanzado a encontrar ese rincón de tu pieza donde mi cuerpo atrapa todos los armónicos y mi voz resuena como un órgano en una iglesia vacía, como un órgano más de tu cuerpo, el cuerpo de tu casa.
No estaría el sonido de tu puerta en mi colección de sonidos de las puertas de las casas donde he dormido una noche de corrido. No le hubiese conversado a tu vecino, ni hubiese recibido tu correspondencia, ni firmado tus recibos.
No me hubiese olvidado del sueño en tu sofá, no te hubiese dejado ni una sola mentira.
Debiste ver esto antes, cuando era una chispa ahogándose en un arrollo. Cuando no quemaba nada, no daba luz ni goteaba este calor que nos bebemos.
Ahora que flamea, harán falta litros y litros de agua, y sentiremos por años que no hay suficiente, que se evapora antes de tocarnos, que lo único que tenemos es parafina, y cargaremos este incendio en nuestros lomos vagando por la vida con el pelo y las pestañas chamuscadas. Porque viste una chispa, te pareció graciosa, la dejaste en tus leños y le soplaste un cariño.
Delfina Harms
Wannabe poeta a los 18
¿Cómo sentir?, tú, dime: ¿Cómo fingir?, Cómo ocultar mis sentimientos en el momento perfecto.
Dime cómo escapar del mundo, de tu mundo.
¿Cómo lo hiciste tú?, ¿Quién apagó tu luz?
¿Qué hicieron tus palabras dirigidas a mis lagrimas perdidas?
¿Qué hiciste para borrar todo lo que que fuimos?
Y todo sigue exactamente igual, en tu cabeza no hay forma de entrar, tu tomas tus pedazos y te vas, te vas lejos.
Te olvidas de que tienes corazón, que un día ese corazón prometió todo el amor, por siempre y para siempre sin dudar.
Cómo lo hago yo para cantar sin voz, ¿Puedo tomar tus manos invadidas por medidas expansivas?
Tú, dime: Cómo tener tus labios en mis labios un segundo.
Atentamente, Sacerdotisa_18
Get out como metáfora necropolítica.
A propósito del asalto al Capitolio en Washington ocurrido hace unos pocos días atrás urge la necesidad de entender los procesos de subjetivación en esta época en EEUU que permiten que en el trumpismo se levante una (no menor) nueva ala neofascista. ¿Por qué en 2020 tenemos que ser testigos de la muerte de George Floyd en el supuesto país de las oportunidades y la libertad? En la consigna ‘I can´t breathe’ se materializa un grito de injusticia contra un sistema neoliberal brutal que concentra en silencio todas sus fuerzas en el blanco votante de Trump.
“¿Crees que es una ventaja ser un afroamericano en estos tiempos? Le pregunta el padre de Rose, un hombre blanco adinerado dueño de una extensa propiedad en las afueras de la ciudad, a Chris, protagonista negro de Get out, a pocos minutos de haberlo conocido como el novio de su hija. Esta pregunta vestida de un progresismo interracial –ya que no tiene ningún problema que su hija tenga un romance con un chico como él– esconde toda una maquinaria sistemática de degradación y aniquilamiento posmoderno de blancos hacia negros en Estados Unidos. Get out (2017) es el debut cinematográfico de Jordan Peele, norteamericano afrodescendiente, en el que utiliza como dispositivo narrativo el género del terror para ofrecer a los espectadores un relato que por una parte genera la tensión y el miedo típicos del género, y por otra, desliza una creativa pero potente crítica a la sociedad norteamericana de la cual es parte.
El universo cinematográfico de Peele se emparenta con las ideas filosóficas de Achille Mbembe quien propone el término necropolítica para describir la histórica condición de muerte que padecen los individuos de color producto del poder soberano blanco. Para Mbembe el nacer negro implica un cuerpo cuya carne fue transformada en cosa, y su espíritu, la cripta viviente del capital, en mercancía. “Están de moda los negros” comenta uno de los adinerados blancos participantes de la secta racista mientras toca el brazo tonificado de Chris, evidenciando que en Get out los cuerpos negros son la mercancía más valiosa. Para el autor, los cuerpos negros viven en un estado en el que pueden morir, en cualquier momento, si así un poder soberano lo determina. Get out, entonces, puede ser revisada como una película que pone su imaginario en una moderna forma de esclavitud contextualizada en la sociedad norteamericana del siglo XXI. Los negros son raptados por una familia de blancos adinerados que se reúnen en una comunidad alejada de las grandes ciudades para ofertar a los negros a un grupo de familias blancas de elite. Las razones que tienen los clientes blancos para comprar a los negros son variadas, desde la explotación laboral o sexual hasta la implantación del cerebro blanco en el cuerpo más tonificado de los negros. No importa la vida de éstos, pero sí los cuerpos.
Get out es una película que formalmente es una clásica película de terror, pero que plantea un protagonista negro aterrorizado no por algún monstruo o por algún fantasma, sino que por un grupo de blancos poderosos. El terror aparece mediante las macabras tecnologías
de biopoder ejercidas por los blancos. En la ficción el título de la película grita “Get out” para que el protagonista huya, pero en la realidad, la tragedia de George Floyd nos dice que los negros siguen determinados po r esta condición de muerte. Lo peligroso es que en el escenario actual el trumpismo (y todos sus símiles a lo largo de Latinoamérica) validan y extienden los márgenes necropolíticos de la configuración de las sociedades en el mundo. Y en ese sentido, son de vital importancia los ejercicios de resistencia, tal como el que hace Peele desde el cine, que todos podamos hacer desde nuestras distintas veredas.
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