A casi 10 euros el litro, el consumo se desploma. Con una cosecha un 50% inferior a la habitual debido a la sequía y los altos costos de los insumos, los precios del aceite repercuten negativamente en agricultores y consumidores. Pero la situación es coyuntural y las lluvias cambiarían la tendencia, dicen los representantes del sector olivarero.
Con una producción media anual de 1.373.000 toneladas, España es el principal productor mundial de aceite de oliva, uno de los productos más representativos de sus exportaciones agroalimentarias. Más de 300 millones de olivos cubren una superficie cultivada superior a dos millones de hectáreas, equivalente a más del 25% de la superficie olivarera mundial.
Pero los últimos tiempos se distinguen por una merma considerable de las cifras de producción. La persistente sequía que asola al olivar desde la campaña 2021-2022 ha provocado una reducción del volumen producido en las almazaras, donde a fecha de 31 de julio el Ministerio de Agricultura consigna únicamente la existencia de 663.336,07 toneladas de aceite de oliva. Es decir, menos de la mitad de lo habitual.
Y la confluencia en esta coyuntura del alza de precios de combustibles y fertilizantes, ha dado como resultado un drástico aumento de precio de venta al consumidor. De media, un litro de aceite de oliva extra virgen pasa ya de los nueve euros en las tiendas españolas. El de algunas marcas incluso rebasa los 10. Su precio en origen (el que se paga al productor) ha sido en julio de 7,10 euros por kilogramo. Se trata de un 98% más que justo hace un año (cuando se fijó en 3,57 €/kg) y casi un 116% más que hace dos (3,29 €/kg). Ocurre lo mismo con el resto de variedades, que experimentan también incrementos importantes (un 83,7% el de oliva lampante y un 68,4% el refinado).
La evolución del costo en origen la consigna el Ministerio de Agricultura mediante boletines periódicos semanales. El último disponible corresponde a la semana 28, la que va del 10 al 16 de julio del año en curso, y también refleja las variaciones de los últimos años. En 2020, en plena pandemia, el precio del aceite de oliva se situó en 1,96 euros/kg. Desde entonces, no ha dejado de incrementarse.
Altos precios, bajas ganancias
A pocos días de finalizar agosto, los primeros datos indican un precio en origen cercano a los 8 €/kg. Pero esto no significa que los agricultores se estén beneficiando de la situación, pues no hay suficiente producto para generar un margen aceptable de ganancias. La suma de la producción de las dos últimas campañas apenas alcanza la producción media habitual.
«El principal perjudicado de esta situación es el productor», asegura a Sputnik Juan Luis Ávila, responsable del sector olivarero de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), que explica que en la provincia de Jaén, «la principal zona productora mundial», llevan dos campañas consecutivas con una cosecha «en torno a un 70% menor» de lo habitual.
«Si además se doblan los gastos energéticos, porque yo pagaba cuatro euros por regar un olivo durante todo el año, pero ahora estoy pagando ocho, por mucho que multipliques las cifras, a mí no me salen los números de ninguna de las formas», se lamenta.
Sin embargo, en COAG puntualizan que la situación no es exactamente nueva, sino cíclica. «La cuestión es que al nivel que está sucediendo este año, no lo había hecho nunca; la sequía se está alargando un año más de lo que debiera, no tiene precedentes«, explica J. L. Ávila, que añade el factor de los niveles de consumo, «muy por encima de lo que teníamos antes», debido a un apego cada vez mayor por la dieta mediterránea. La consecuencia, infiere, es un «cuello de botella difícil de solventar».
«Pero lo que está claro es que esta situación es totalmente coyuntural. Porque este ciclo de sequía se tendrá que romper pronto, con la lluvia. Cuando se acabe el ciclo, nosotros tendremos una superproducción, siempre ha sido así. Porque el árbol está descansado y luego rinde una barbaridad».
Un shock para los consumidores
Calificado a menudo de «oro líquido» en virtud de sus propiedades nutricionales y sabor, el aceite de oliva es un componente básico de la dieta mediterránea y un producto esencial en la cesta de compra de los españoles, ahora un tanto asombrados por su precio, que difiere según cada establecimiento comercial. Y si los productores no ganan nada con el alza, los consumidores no se la pueden permitir.
En DIA, la botella de aceite de oliva intenso Carbonell se vende a 8,99 euros y la de virgen extra de la misma marca a 9,99 €, lo mismo que la de Coosur. La de Hojiblanca, a 10,50 €. En Ahorramás, la botella de 500 ml de virgen extra de Oro Bailén (de aceituna picual) cuesta 10,95 euros. En cambio, el litro de virgen extra de Carbonell está aquí de oferta: 7,49 euros. «Hay una bajada en las ventas, lo notamos a la hora de reponer las estanterías, ahora se vacían menos», explica a Sputnik D. Ramírez, trabajador en un supermercado Ahorramás de Madrid.
Otras superficies ofertan garrafas de 5 litros a precios rebajados durante unas semanas en aras de la fidelización de esos clientes de cara a otros productos, como es el caso de El Corte Inglés o Alcampo. En el primero, la garrafa de virgen extra de Coosur se ha vendido en agosto a 29,99 euros (anteriormente costaba 44,99), idéntico precio en el segundo para la garrafa de 5 litros de La Española.
«Yo no compro la garrafa porque es gastarte en ella directamente casi todo el dinero de la compra que piensas hacer», confiesa Pilar, una cliente de DIA, delante de las garrafas de virgen extra de tres litros de esta superficie, que las oferta a 25,20 euros.
Caída del consumo de aceite
Cabe preguntarse si ante esta situación de precios inauditos, los españoles cambiarán de hábitos respecto al aceite. España cocina y adereza con aceite de oliva, aunque también fríe con el de girasol, igualmente saludable, pero mucho más económico y sin apenas sabor.
«Yo seguiré comprando el de oliva, qué remedio, pero seguro que ahora la botella me durará más», admite otra cliente en el mismo establecimiento, donde el encargado admite la posibilidad de que, ante una situación sostenida de precios altos, las marcas acaben manteniendo los precios, pero reduciendo la capacidad del envasado. «Igual que pasó con la charcutería envasada de algunas marcas cuando empezó la inflación; el pack valía lo mismo, pero ya no llevaba 100 g, sino 80. Con las galletas pasó igual», recuerda.
Mientras tanto, según un estudio realizado por el Máster Propio en Administración de Empresas Oleícolas de la Universidad de Jaén a través de su Observatorio de Consumo, el declive observado durante el primer semestre del año en cuanto al consumo de aceite de oliva es ya muy evidente con relación al promedio de las últimas cuatro campañas.
El estudio analizó todos los tipos de aceites y grasas consumidos en España a través de 63 hipermercados y casi 250 supermercados, con una clientela potencial de hasta 2,6 millones de consumidores. El resultado fue que la demanda nacional se ha reducido un 51%. Otro dato interesante de la investigación es que por cada euro adicional de incremento sostenido en el tiempo de precios en origen, se produce también una caída del consumo interno acumulativo de más de 40.000 toneladas.
«Un desorden que tenemos que organizar»
No hay ganancia para el productor en esta situación de precios altísimos. Así lo creen también en la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), cuyo delegado para el sector del olivar, Cristóbal Cano, califica el alza de los precios en origen de «realidad intangible» para los agricultores, «ya que no hay cosecha significativa que vender».
Por este motivo, C. Cano defiende la necesidad de regular el mercado del aceite de oliva «para ser rentables», tal y como declaró a la agencia Europa Press. En COAG, la sensación es la misma.
«Necesitamos políticas que nos permitan enlazar unas campañas con otras de manera más ordenada», abunda J. L. Ávila. «Porque hemos estado cuatro años vendiendo el aceite a 1,80 €/kg, y ahora resulta que no hay aceite y se pone a 8 euros. Y esto es un desorden que tenemos que organizar», explica, abogando por un método que permita a los productores «no tirar» el aceite cuando haya grandes producciones y tener acceso a mayores reservas «cuando la cosa se estreche».
¿Afronta España un otoño dominado por precios superiores a 10 euros por litro en casi todas las variedades de aceite de oliva? No necesariamente, asegura J. L. Ávila, para quien el mercado del aceite de oliva es «muy psicológico» y depende de muchos factores. «Si mañana se pone a llover en la provincia de Jaén, se producirá un cambio de tendencia, de bajada», subraya. A su juicio, «no es realista» hablar de la evolución de los precios.
«Hay que tener en cuenta la oferta y la demanda del momento puntual, pero también las previsiones de futuro. En función de que se ponga o no se ponga a llover, ese enfoque cambia. Hablar de qué va a pasar con los precios en una situación de la que no hay precedentes, de sequía tan prolongada y de déficit tan alto de aceite, es muy difícil», concluye Juan Luis Ávila.
Fuente Sputnik