18 de noviembre de 2024. «Elon Musk se reunió en Nueva York con Amir Saeid, embajador de Irán ante la ONU».
Esta fue la historia que publicaron el 15 de noviembre CBS y New York Times y a partir de ahí replicaron otros medios tanto estadounidenses (Fox News) como británicos que le replicaron la información de CBS, tales como BBC y The Guardian.
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Algunos medios que retomaron la información en tercera instancia, como Middle East Radar, llegaron a elaborar especulaciones en el sentido de que la supuesta reunión representaría «un desarrollo sin precedentes que sugiere que la administración Trump se está preparando para operar más allá de los confines de la diplomacia tradicional- incluso más que durante su primer cuatrinenio».
La tarde del 16 de noviembre, el ministro iraní de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araqchi, en un programa de la televisión pública de su país, negó enfáticamente cualquier reunión entre el embajador Saeid y el magnate patrocinador del segundo capítulo de la presidencia Trump, Elon Musk.
Según reporta la Agencia Reuters, durante la misma intervención, Araqhi advirtió que estaba preparado para un escenario de «confrontación o cooperación» ante la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Aún acreditando la relevancia de este desmentido oficial, y también tomando en cuenta la falibilidad de cualquier medio periodístico, que depende de equipos humanos laborando contra reloj, durante esta fase del ciclo informativo podría resultar apresurado descartar sin más la destreza periodística de colosos periodísticos como New York Times, aún a pesar de que en algunas instancias también han servido como voceros oficiales.
Por cierto que en su edición matutina de este lunes 18 de noviembre se destacó una editorial publicada por el colaborador Jonathan Mahler, intitulado «The Mogul» (El Magnate), que analiza cómo la figura de Elon Musk en la campaña Trump evolucionó de «proveedor de dineros turbios» hasta «jefe no oficial de gabinete«, su «agenda e ideología», y las implicaciones que su intervención podría desencadenar para sus propios intereses como para la Unión Americana en general.
En el primer párrafo de dicha editorial, se lee: «Incluso ha jugado el rol de diplomático, reuniéndose en secreto en Nueva York con el embajador de Irán ante las Naciones Unidas». Así lo mantiene este artículo a 48 horas de que el ministro del exterior de la República Islámica de Irán salió a desmentir esta reunión ante los medios de su país.
¿Desafío? ¿Ninguneo? ¿Necedad? Cierto que es una versión oficial no transforma la realidad llana, concreta y contingente. Después de todo, no sería la primera vez en la historia diplomática de Estados Unidos que diligencias de Estado fueran ejecutadas en reuniones no oficiales por agentes igualmente desprovistos de cargos oficiales. Sin embargo, hasta el momento ni NYT ni CBS han mostrado pruebas contundentes que permitan acreditar sus trascendidos como noticias.
El Ciudadano México -que siempre verifica antes de publicar, porque pondera la calidad sobre la inmediatez y sobre el volumen- mantendrá a su lectoría puntualmente informada sobre ulteriores desarollos de este singular conflicto informativo.
IMAGEN: ARCHIVO CIUDADANO
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