El nuevo sistema de reclutamiento, vigente desde principios de 2006, consiste en la conscripción por medio de dos grandes etapas: “voluntariedad en principio” y “obligatoriedad en subsidio”. Además se dispone de la aplicación de un sistema de registro automático mediante la transferencia de datos desde el Registro Civil e Identificación a la Dirección General de Movilización Nacional, en el año que los jóvenes cumplen 17 años de edad.
La etapa de “voluntariedad en principio” busca como objetivo completar los cupos de acuartelamiento de soldados conscriptos requeridos, inicialmente solo con jóvenes voluntarios, los cuales deben ir personalmente a manifestar su voluntariedad. De no llenarse los cupos de conscripción requerida por las Fuerzas Armadas, se efectúa la siguiente etapa denominada “obligatoriedad en subsidio”, la cual consiste en un sorteo general con los no voluntarios, en el que se determina quienes serán los convocados adicionalmente para realizar el Servicio Militar.
Los jóvenes no voluntarios que resulten convocados, tendrán la opción de presentar un causal de exclusión del servicio militar, a una comisión especial de acreditación. Las causales contempladas como válidas son incapacidad física y psíquica permanente, el matrimonio civil previo al sorteo, el ser padre o estar en vía de serlo y los descendientes de víctimas de violaciones de los derechos humanos hasta el segundo grado. La objeción de conciencia no es considerada como causal válida de exclusión.
El escenario que dibuja el nuevo sistema de reclutamiento cambió el panorama de la objeción de conciencia, ya que se ha generado una nueva forma de acción por parte de los jóvenes que no desean ser reclutados, consistente en no presentarse como voluntarios, pero tampoco presentarse al salir seleccionados obligadamente. La desobediencia por parte de los jóvenes pasa por argumentos relacionados con el desapego y desinterés hacia las Fuerzas Armadas, más que un argumento sustentado por la objeción de conciencia, a pesar que la acción desobediente, está orientado hacia ella.
En este sentido la objeción de conciencia se ve afectada de dos maneras, una positiva y otra negativa. La repercusión negativa es que cada vez se habla menos de la objeción de conciencia, no siendo tema público ni de debate en espacios legislativos ni en espacios sociales. La repercusión positiva es que el acto rebelde y desobediente de no presentarse, tiene como sombra el ejercicio de objetar, aunque sea una acción más bien íntima e individual.
Entre sumas y restas, podríamos concluir que la objeción de conciencia se implica de manera tal en las acciones juveniles que parece ser victoriosa en el panorama chileno. No es del todo así. Que exista mayor facilidad en la decisión de no hacer el servicio militar, pasa por la comodidad que brindan los jóvenes voluntarios que prácticamente llenan los cupos de conscripción.
Esto es un gran golpe para el antimilitarismo y la objeción de conciencia, mostrando la poca proyección filosófica y de acción que se tiene, sobre todo en los estratos sociales económicamente bajos del país.
por Dan Contreras