“Cuando nos hablaban de telefonía celular nosotros nos imaginábamos un monstruo: una torre con antenas, luces y cables”, reconoce Israel Hernández, habitante de Talea de Castro, Oaxaca.
Durante 2009 y 2010, las autoridades locales solicitaron a la empresa de Carlos Slim que brindara sus servicios a los dos mil 500 habitantes de la comunidad, pero la respuesta siempre fue “no”.
A pesar de que la consultora Competitive Intelligence Unit (CIU) calculó que la trasnacional tuvo ganancias de 142 mil millones de pesos en 2009, la condición de Telcel para ofrecer sus servicios fue que los gastos por la instalación de la antena corrieran a cargo de los futuros clientes.
Tras el rechazo del hombre más rico del mundo, los habitantes de Talea decidieron iniciar un proyecto que tiene como idea central que la comunicación es un derecho, no un negocio.
Telefonía autónoma, resultado de las luchas comunitarias
La Red Talea GSM es fruto de varias manos. Erick Huerta, director de la asociación civil Redes por la diversidad, equidad y sustentabilidad, recuerda que desde el año 2000, el equipo a su cargo comenzó a trabajar en el derecho de los pueblos indígenas a administrar medios de comunicación.
En el marco del Primer Congreso Nacional de Comunicación Indígena, realizado en 2007, se empezó a tejer una red entre las radios que ya habían tramitado sus concesiones. Tiempo después, Erick recibió la invitación para dar una conferencia en Talea de Castro, ahí conoció a Peter Bloom, coordinador general de Rhizomatica.
“Peter me comentó que había unas pequeñas radio bases que permitían a las comunidades ser operadoras telefónicas. Yo ya había visto cosas parecidas en la India, el problema era acceder a la frecuencia. A partir de entonces trabajamos en obtener una concesión, porque no valía la pena arriesgarnos a que un proyecto tan importante fuera cerrado”, explica Erick en entrevista telefónica.
El 30 de mayo de 2013 Redes solicitó a la extinta Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) un título de concesión para uso experimental del espectro radioeléctrico.
La petición contemplaba específicamente las localidades de Talea de Castro, Mazatlán Villa de Flores, San Juan Elotepec y Tlahuitotepec Mixes, todas por un período de seis meses.
Para el 12 de febrero de 2014, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) otorgó la concesión con cobertura en la “región 7”, que comprende los estados de Guerrero, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Veracruz. El permiso fue asignado por dos años y vencerá en febrero de 2016.
En opinión de Erick Huerta, el éxito de este tipo de proyectos depende de la organización comunitaria: “es difícil entrar en municipios donde la población depende de gobiernos que obedecen a intereses que no son de la comunidad.”
Otro de los retos que enfrenta la telefonía autónoma es la conexión a internet, ya que el servicio se da a través de redes híbridas: “puede ser que nuestro sistema no tenga ningún problema, pero si falla el internet, entonces no sale la llamada”.
Sobre la reciente reforma en telecomunicaciones, Erick Huerta afirma que la concesión social indígena fue un avance muy importante: “no es que al Estado se le ocurriera, es resultado de la lucha de las comunidades, fueron ellas quienes lograron este reconocimiento”.
Movistar y el PRI, unidos lucrando más
A diferencia de Telcel, Movistar llegó a Talea de Castro sin necesidad de que se solicitaran sus servicios. Cuando el proyecto de telefonía autónoma fue difundido por medios nacionales y extranjeros, Movistar vio la oportunidad de hacer negocio en Oaxaca.
Israel Hernández, operador de la Red Talea GSM, recuerda que al principio se utilizó un equipo estadunidense que se calentaba, como la falla obedecía a defectos de fábrica, la empresa Range Networks reembolsó los 350 mil pesos invertidos: “por la difusión que tuvo la red comunitaria, empresas de Rusia y Canadá mandaron sus equipos para que los probáramos. Al final nos decidimos por Nutaq”.
En medio del proceso de prueba, Movistar apareció en una asamblea para mostrar su proyecto de telefonía rural: el pueblo ponía 500 mil pesos y la empresa garantizaba llamadas, mensajes y datos de internet.
Deslumbrados por los servicios de la empresa, los habitantes de Talea decidieron cambiar de compañía y se fueron con Movistar: “nos dejaron 50 usuarios, se fueron con la idea de algo nuevo y comercial que veían en la tele, pero no tardaron ni 15 días en darse cuenta de las diferencias entre una empresa comercial que se lleva todo su dinero para manos de quién sabe quién y una empresa comunitaria que usa el dinero para pagar el equipo”.
El éxito de Movistar se debió, en gran medida, a su principal aliado: Adolfo Garcia, diputado local por el PRI, quien acusó a Talea GSM de estar al margen de la ley, pese a que contaba con los papeles necesarios para operar: “eso lo hizo con tintes políticos, quiere hacer caravana con sombrero ajeno. Están lucrando con la necesidad que existe en las comunidades rurales”, sentencia Israel.
El equipo de operadores de Talea GSM tuvo acceso a la propuesta-proyecto de Movistar, en el documento se establece que si el inversionista paga todo lo que cuesta el equipo, tiene derecho a compartir ganancias: 60% es para Movistar y 40% para el municipio.
“Hasta el momento, nada de eso se ha cumplido. La ciudadanía ni siquiera estaba enterada del acuerdo. Además, el equipo que ellos vendieron por 500 mil pesos no vale ni 300 mil”, denuncia Israel.
Beneficios que se sienten en el bolsillo
Tras elegir al fabricante canadiense, los costos de instalación bajaron a 170 mil pesos, lo que permitió ofrecer a los usuarios un paquete que les da derecho a llamadas y mensajes ilimitados por una cooperación de 40 pesos al mes.
Aun cuando Israel apunta que nunca fue su intención compararse con las grandes empresas, el servicio de telefonía autónoma ha resultado tan exitoso que 16 comunidades en Oaxaca ya cuentan con el servicio: “todos los días tratamos de innovar, lo que se implementó recientemente es el servicio de roaming, nos podemos comunicar entre las 16 redes. Si un usuario está activado en Talea de Castro y viaja a un lugar donde ya hay una red comunitaria, puede usar su celular”.
Los usuarios que antes iban a la caseta y pagaban 10 pesos por hablar un minuto al extranjero ahora gastan únicamente 89 centavos.
“Sin duda, el ahorro es uno de los principales beneficios, porque se nota en el bolsillo de los usuarios”, admite Israel. “Estamos próximos a pagar el equipo. Cuando acabemos, los usuarios decidirán para qué se ocupa el dinero. Ellos son los dueños de la empresa”.
El monstruo que imaginaba Israel quedó en el olvido, tras años de trabajo, el joven oaxaqueño reconoce que la telefonía comunitaria está al alcance de cualquier persona: “no se necesita ser un ingeniero especializado para operar un servicio de estos”.
Por Paloma Montes
El Ciudadano