Las tormentas solares son erupciones en forma de tsunamis incandescentes que se producen en el sol. Las llamaradas de fuego se elevan miles de kilómetros por encima de la superficie solar y salen proyectadas hacia el espacio. Los estudios demuestran que estas tormentas se producen desde hace miles de millones de años, pero en la actualiad, debido a la tecnología que nos rodea, podemos vernos realmente afectados por sus consecuencias.
Los expertos advierten de que lo que ocurre en el sol es un peligro real para nuestra tecnología. Algunas teorías acuñadadas por astrónomos hablan de una posible tormenta solar de gran magnitud capaz de dejar sin electrcidad una ciudad entera durante mucho tiempo, lo cual se traduciría en situaciones totalmente catastróficas. En marzo de 1989 una tormenta solar dejó sin luz durante 10 horas a más de seis millones de personas en Quebec, Canadá. Los efectos de las tormentas solares podrían provocar una catástrofe natural a gran escala que afectaría sólo al mundo desarrollado. Las sociedades que se mantienen al margen de la tecnología, probablemente no se enteraran de lo ocurrido. Resulta anecdótico para algunos y clarividente para otros que once días después del apagón en Quebec, tuviera lugar el accidente cerca de Alaska del petrolero Exxon Valdez. Estudios recientes relacionan el fallo en los sistemas de navegación del petrolero con la tormenta solar ocurrida unos días antes.
En marzo de 2012, la NASA y otras agencias espaciales advirtieron a la población de una gran tormenta solar que podía afectar a los sitemas de posicionamiento global, los satélites y las redes eléctricas; lo que provocó que algunas aerolínas modificaran sus rutas de vuelo cerca de los polos (zonas de la Tierra más proclives a sufrir los efectos de las llamaradas solares). Las consecuencias comprobables fueron los apagones de radio en Australia, China y la Inda.
Existen, por lo tanto, ciertas pruebas de que las tormentas solares influyen en nuestra tecnología pero ¿nos afecta también a nosotros? En este campo es muy dificil obtener una respuesta irrevocable por culpa de la ausencia de pruebas válidas. Algunos expertos afirman que el cuerpo y la mente del ser humano y de los animales pueden sentir los efectos electromagnéticos de las tormentas solares. Los escépticos, en cambio, no aceptan esa teoría hasta que no se haya demostrado la relación.
El psiquiatra Jose Manuel Gaona argumenta que muchos de los ciclos animales están en resonancia y conconancia con el universo. Las personas con trastornos psiquiátricos son seres más sensibles a los cambios magnéticos, por lo que los ingresos psiquiátricos aumentan tras las tormentas solares. «Estamos más vinculados al universo de lo que pensamos».
Analizar hechos como ese o compartamientos animales extraños sucedidos justamente en el momento en el que llegaban a la Tierra los efectos de alguna tormenta solar, provocan que cada vez más, los expertos empiecen a ver un posible nexo objetivo entre el comportamiento del sol con los comportamientos biológcos.
El científico experto en astronomía Alberto Jiménez dice, en cambio, que «no hay que sacar las cosas de su contexto. Nos influye más encender una bombilla y apagarla que una tormenta solar». Jimenez recuerda la mayor tormenta solar registrada en la historia, conocida como el evento Carrington, que tuvo lugar en 1859 y que interrumpió los sistemas telegráficos del hemisferio norte pero «no hay pruebas de que llegara a influir de ninguna forma en los seres humanos».
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