Señor Director:
Permítame en primer lugar, felicitarlo por la publicación de un órgano escrito como es El Ciudadano, que tiene un contenido plural y distinto a otras publicaciones que tratan de ocultar la realidad objetiva y política del país.
Demás está decirle que soy un lector permanente de El Ciudadano, por la valentía y claridad de sus artículos.
Deseo solicitarle que tuviera a bien darle publicidad al artículo que adjunto, que puede ser, tal vez, una idea personal o el sentir de otras personas comunes y corrientes como el suscrito.
Agradeciendo de antemano su atención y deseándole mucho éxito en sus labores periodísticas y que El Ciudadano tenga larga vida y que cada vez llegue a más lectores que desean conocer la verdad de nuestro país.
TRANSICIÓN O TRANSIGIRACIÓN
De acuerdo a la Real Academia de la Lengua y la real política transcurridos en estos últimos 20 años, ha quedado demostrado que nunca hubo una transición política clásica, sino que fue una transigiración.
Es verdad que no todas las transiciones pueden ser iguales, porque son países distintos, pero la mayoría de ellos han impulsado nuevas constituciones o carta manga, porque lo hecho en dictadura no tiene legitimidad democrática.
Los ejemplos de España, Portugal, Grecia, Sudáfrica y otros así lo demuestran.
Una transición significa: “Pasar de un estado o modo de ser a otro diferente”. Esto no ha sucedido en nuestro país, la Constitución de 1980 de la dictadura es la que rige la estructura institucional-jurídica del país, además del andamiaje administrativo del Estado chileno.
Como se sabe, la actual constitución no tiene legitimidad democrática, por el hecho de que no existía Parlamento ni elecciones democráticas ni partidos políticos legales, la gran mayoría de los dirigentes políticos, sociales y sindicales estaban en las cárceles y los centros clandestinos de prisión y tortura. Además los medios de comunicación, diarios y televisión que tenían la libertad de información, estaban al servicio de la política y la represión de la dictadura.
Las discusiones y programaciones de una parte de la oposición con la dictadura, se realizó al margen de las organizaciones sociales, los sindicatos.
Los acuerdos públicos y secretos, transados entre fuerzas políticas diferentes, pero no antagónicas y que además tenían y tienen afinidades ideológicas, económicas y militares, aunque en esos momentos eran proyectos diferentes, que la Concertación sin grandes esfuerzos abandonó a su suerte e hizo suyo tanto la política de militarización, como la política económica de libre mercado o sea el neoliberalismo a ultranza, privatizando las pocas empresas que no había privatizado la dictadura.
Con estos consensos se impidió una verdadera democratización del país, se atomizaron los sindicatos y organizaciones sociales, no quisieron nunca hacer una reforma laboral digna para los trabajadores, mucho menos reformas políticas y una nueva constitución política democrática.
Esto es lo que se llama transigiración, que significa: “Convenir en parte con lo que se cree razonable, a fin de llegar a un ajuste o consenso para evitar algún mal, o bien por mero espíritu de condescendencia”.
La Concertación y la derecha le mintieron a la gente y lo engañaron con la palabra “transición”, haciendo lo contrario una transigiración.
Ahora han perdido el gobierno, pero no logran entender el porqué, no hay capacidad de autocrítica.
El presidente Piñera nos habla también de una nueva “transición”, la impresión que dan ambos conglomerados, es que no comprenden que necesariamente debe hacerse una nueva constitución democrática.
Atentamente
Edgardo Cuevas Victoriano
Ilustración: Karen Valenzuela