Ana Estrada, psicóloga de 47 años se convirtió en la primera persona a la que el Estado peruano le permitió recibir la eutanasia. Tras una extensa pelea judicial, la mujer falleció el pasado 21 de abril, según detalló su abogada.
“El domingo 21 de abril de 2024, Ana Estrada ejerció su derecho fundamental a una muerte digna y accedió al procedimiento médico de eutanasia. Ana murió en sus propios términos, conforme a su idea de dignidad y en pleno control de su autonomía hasta el final”, indicó la magistrada Josefina Miró Quesada.
Según detalló CNN en Español, Estrada padecía de polimiositis, una enfermedad crónica y degenerativa que afectaba sus músculos, impidiéndole hablar y obligándola a estar en una cama clínica con respiración asistida y cuidada por enfermeras las 24 horas.
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«Ana es libre. Gracias a todos y todas por hacer eco de su voz»
A través de un comunicado, la familia de Estrada dio cuenta del procedimiento y agradecieron las múltiples muestras de apoyo y comprensión, señalando que «el legado de Ana vivirá en la mente y el corazón de muchas personas y en la historia de nuestro país».
Además, agregan que «su lucha a trascendido las fronteras de nuestro país y ha marcado un hito en la región. Ana se convirtió en el rostro de esta justa causa que se propone defender la dignidad de principio a fin y la libertad de decidir sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos».
Por otra parte, indican que el procedimiento médico «se realizó conforme al ‘Plan y Protocolo de Muerte Digna’ a Ana, aprobado por EsSalud, en el marco de la histórica sentencia a su favor emitida el 23 de febrero de 2021 y ratificada por la Corte Suprema el 14 y 27 de julio de 2022».
Cabe destacar que la pelea judicial de Estrada por conseguir la eutanasia la comenzó de manera independiente en el año 2017, sin embargo, en el camino lo hizo acompañada de la Defensoría del Pueblo a quienes agradeció particularmente.
Finalmente, el comunicado detalla que Estrada partió «agradecida con todas las personas que hicieron eco de su voz, que la acompañaron en su lucha y que, de manera incondicional, apoyaron su decisión con amor y empatía».