Rechazo de antemano cualquier cosa que tenga que ver con auto-calificarnos a los chilenos de alguna forma, pero algo que he observado en general, es que la televisión no solamente nos ha dejado enseñanzas vacías, sino que también una forma de relacionarnos con el medio social. Entonces me di cuenta de que la atención que se presta a los movimientos sociales es bastante parecida a la atención que se prestan a los rostros faranduleros.
Hace poco leí una entrada que hablaba de la baja en el apoyo al movimiento estudiantil y las múltiples críticas que se le hacen a Camila Vallejo. Lo que más me llama la atención es la rapidez con la que todos se cansaron del movimiento y de sus dirigentes y criticaron tanto la politización.
Entonces mi análisis lo acoté a dos puntos:
1.- El rechazo que el chileno le tiene a la politización actualmente es por miedo a que ocurra una politización parecida a la que ocurrió antes del 73.
2.-Las figuras que muestra la televisión tienen siempre un ciclo de fama bastante repetitivo, dividido en etapas: revelación, clímax, descenso y muerte. En algunos momentos hay un renacimiento.
Esta teoría es perfectamente aplicable al movimiento social que vive hoy Chile. Como los medios de comunicación están en manos de la oligarquía, ya este modelo comunicacional es parte de nuestra forma de recibir información a través de los medios de comunicación.
Según esta teoría, lo que sucedió fue una superposición entre el punto 1 y el punto 2. El rechazo a las ideologías, producto del trauma vivido antes, durante y después de la dictadura, junto con este ciclo que llevan a cabo los medios de comunicación produjo que se le restara la importancia que se merece al movimiento estudiantil y que la gente se asustara, la masa desarrolló nuevamente miedo a la politización, lo cual se entiende, pero no se justifica. Porque hoy esas aprensiones son simplemente falta de valentía para mantener la dignidad.
La sociedad chilena hoy en día prefiere creer que todo está bien, a pesar de que todo a su alrededor sea disconformidad. Porque indignarse implica informarse, moverse y los más viejos ya tuvieron suficiente con la dictadura. Pero eso no significa que nosotros, las nuevas generaciones, tengamos que ser parte de ese pensamiento también. Cada generación ha tenido algo para indignarse, y mi generación, creo yo, tiene mucho para alegar. Esta revolución parte por convencer a la familia de cada pergenio de que este es el momento de cambiar las cosas. Quizás por eso no avanzamos tan rápido, la gente tiene miedo y prefiere hacerse la “hueona” y seguir viendo tele.
La gente se hartó en cierta forma del movimiento, pero eso no mata la tendencia izquierdista que tenemos en Chile, y en Latinoamérica en general. Hay que recordar con qué discurso llegó Piñera al poder, un discurso de medidas sumamente socialistas. Prometió educación de calidad entre otras cosas, por ejemplo. Este miedo a la politización produjo que las masas se olvidaran en cierta medida de los partidos políticos, rescatando únicamente los discursos que dieran los carismáticos líderes.
Si un RN sale hablando de mejoras en los recursos públicos, reformas equitativas, crecimiento económico y un edén urbano, ¡No le crean! Es de RN.
El único caso en el que la gente jamás olvidará un partido político, o más bien un conjunto de partidos políticos, es la Concertación, la más grande y humillante decepción que ha tenido el país desde la relativa vuelta a la supuesta “democracia”. Desde que terminó la dictadura que Chile está en la búsqueda por una izquierda de calidad. ¿Y lo hemos conseguido? No.
La Concertación nos cagó. No impidió el cierre de algunos medios de prensa escrita, no fomentó la creación de nuevos medios alternativos. La televisión abierta nunca estuvo más cerrada. Emplearon medidas propias del neoliberalismo, privatizadoras, aumentaron la brecha entre los más pobres y los más ricos y prepararon el país para convertirse en un coloso neoliberal, desfachatado, incontrolable que cada vez privatiza más, y más, y más, camuflando la desigualdad con un nivel de crecimiento económico del 6% del cual disfrutan solamente los más poderosos. El resto seguimos igual.
Esa es la cuestión, la verdadera petición a la que alude el movimiento social en Chile no es solamente una educación de calidad, salud de calidad, etcétera. Lo que Chile quiere es una izquierda de calidad, que asegure lo ya mencionado. Después de la dictadura, no existió nunca una izquierda legítima, y eso es lo que se está exigiendo. Por nuestra parte hay que vencer el miedo a la politización, la politización es necesaria y la aprensión es nada más ni nada menos que nuestra. Hay que definir posturas, lo cual no significa dividir a las masas sino que significa aplacar el origen violento que tanto identifica al pueblo Latinoamericano, a la masa transformarla en organizada, crítica, informada, tolerante y, por muy cliché que suene, construir el nuevo mundo.
¡Ah! Y nunca subestimes a un tecnócrata neoliberal. Puede llegar a ser tu presidente. Democráticamente, más encima.
Por Damián Mirandini
Joven maniático, amante de las artes, actor incipiente.
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Fuente de fotografía
Publicado en www.elquintopoder.cl
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