Venezuela: la verdadera defensa de la revolución

Este 7 de octubre, Venezuela vota su nuevo presidente

Venezuela: la verdadera defensa de la revolución

Autor: Wari

Este 7 de octubre, Venezuela vota su nuevo presidente. De un lado, Chávez busca su reelección. Del otro, la oposición, nucleada en la Mesa de Unidad Democrática, logró aglutinar un importante respaldo social detrás de la candidatura del gobernador Henrique Capriles Radonski.

Poco resta por decir de Capriles, quien representa la derecha “escuálida” del país y que fue uno de los protagonistas del golpe del 2002. No obstante, vale la pena señalar que durante estos años fue acumulando una importante base social. El apoyo no se limita a la burguesía y pequeño burguesía, sino que se encuentra en parte de la clase obrera misma. Se trata de una creciente fracción del proletariado venezolano que va perdiendo las esperanzas en el chavismo y su capacidad para mejorar las condiciones de vida de la población.

Como ha venido haciendo durante todos estos años, el chavismo chantajea a las masas advirtiéndoles que es la única opción frente al avance de la derecha, que Chávez es el único que puede defender la revolución y que es esto o el infierno. En las elecciones, la clase obrera debe poder reflexionar sobre este tipo de amenazas y considerar sus propias fuerzas.

La revolución no depende de Chávez, sino de una relación de fuerza entre las clases. No fue Chávez el que protagonizó el Caracazo, ni el levantamiento contra los escuálidos en el 2002. No fue tampoco el PSUV (que no existía). Fue la clase obrera. Fueron los obreros más explotados del Petare los que pusieron al régimen de Andrés Pérez contra las cuerdas y los que devolvieron a Chávez al poder. Lo que mantiene viva a la revolución es la movilización y organización obrera y lo que la va a sepultar es el avance de la burguesía sobre las organizaciones obreras y sus conquistas. Hasta ahora, el proletariado eligió como su dirección al chavismo. La pregunta es si esta dirección es la más indicada para combatir a la derecha y defender el proceso.

El chavismo tomó su fuerza de la revolución misma, pero también de sus debilidades. Representa un régimen que se erige en el empate entre las clases. Se trata de un régimen bonapartista. Ese empate permitió que la clase obrera venezolana alcanzara una serie de conquistas mediadas por el aumento de la renta petrolera. No obstante, el objetivo del chavismo no es el socialismo, sino la defensa del régimen burgués. Por eso se ha constituido en un obstáculo al avance de la revolución. La idea de que combate a la derecha es solo parcialmente cierta. Luego del 2002, Chávez no se ocupó de avanzar sobre los verdaderos responsables del golpe. Capriles, el candidato opositor, fue uno de los artífices del golpe. No sólo no se lo juzgó, sino que se lo habilitó para que se presentase como gobernador y, ahora, como candidato a presidente. Las cámaras empresariales “escuálidas” no han sido intervenidas. Por eso, Fedecámaras y Consecomercio pueden apoyar libremente al candidato de la MUD.

Pero eso no es todo, una parte importante de la burguesía se vio favorecida por Chávez. Las empresas petroleras ingresaron al negocio de la explotación de la cuenca del Orinoco. La Asociación Bancaria (entidad de bancos privados) dio su pleno apoyo al presidente Chávez. Eso, sin contar los conspicuos representantes de la llamada “boliburguesía”, empresarios enriquecidos al calor del “Socialismo Siglo XXI”, como Rafael Ramírez, Salazar Carreño, Wilmer Ruperti y Víctor Vargas.

No fue la derecha la responsable del asesinato de cinco obreros militantes en estados gobernados por el chavismo. En todos los casos, se trató de elementos al servicio de la represión estatal. No es la derecha la que tiene a más de 1.100 obreros procesados por luchar.

Tampoco es la derecha la que suscribió acuerdos políticos y militares con Colombia (la avanzada del imperialismo en el continente), ni la que entregó a los combatientes de las Farc. Tampoco son los escuálidos los que se ofrecieron a los EEUU como garantes para el “proceso de paz” en Colombia, que no es otra cosa que la adaptación de las Farc al régimen colombiano con la venia del imperialismo.

No fue la derecha. Fue Chávez. El mismo que lideró el ascenso de las masas. El que hace algún tiempo está convirtiéndose en un serio obstáculo en el camino al socialismo y en el factor que permite que la derecha se rearme.

Para defender a la revolución, no hay que votar por Chávez. Hay que constituir una organización política revolucionaria sin compromisos con la burguesía. Un partido realmente socialista. En ese camino, en estas elecciones los trabajadores deben apoyar a quien proclama la necesidad de una salida socialista y quien levanta la independencia de clase. En este caso, el Partido Socialismo y Libertad (PSL) y su candidato Orlando Chirino (en la foto).

Chirino ha dado muestras de importantes debilidades: ha sido parte del chavismo del que no se delimitó hasta el 2008. Incluso, en su momento, constituyó un frente inexplicable con la patronal (el Fadess). Difícilmente este partido pueda dirigir al proletariado a la victoria. Aún así, el partido de Chirino constituye una de las pocas alternativas de agrupamiento obrero independiente de la burguesía y del chavismo. El voto en blanco no indica dirección alguna. Más que el PSL, lo que debe fortalecerse es la conciencia de la necesidad de una salida socialista al pantano en que Chávez ha puesto a la revolución. Una buena elección de Chirino permitirá abrir un campo de disputa para la creación de un verdadero partido revolucionario en Venezuela.

Por Razón y Revolución

Fuente fotografía

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Texto -de origen externo- incorporado a este medio por (no es el autor):


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