“Lo nuestro” estaba demarcado básicamente por la herencia cultural del entorno: el mundo de nuestros padres, el clima social de nuestro barrio, la temperatura de la época. Pero desde la masificación de Internet, “lo nuestro” dejó de ser necesariamente colectivo y pasó a ser, también, algo personal: cada uno pudo construirse su propio mundo y conectarse sin fronteras con “lo otro”, lo de afuera. Así, muchas veces nos enfrentamos a un misterio profundo a la hora de pensar en la trama de caminos que conducen al nacimiento de una creación musical. Como ahora, ante “Vestigios del ocaso”, el disco en que Keno Barra debuta como solista, y que es “música brasileña” a la vez que íntimamente chilena, y nos lleva a imaginarnos otros brazos que se abren en nuestra identidad musical mestiza.
Así nos encontramos con este “Keno Barra Ensamble” que es un proyecto que propone el sincretismo entre culturas musicales latinoamericanas, buscando sintetizar estos elementos en un disco con diez composiciones instrumentales. Aquí se funden elementos propios de la música popular brasileña como el choro, forró, bossa nova y otros, con algunas referencias a la música popular de Jamaica –ska, reggae- y del jazz norteamericano, como parte de un proceso de apropiación de otras estéticas musicales que se han instalado ya desde hace unos años en nuestro panorama musical. Este disco es una buena evidencia de parte del quehacer musical que ha tenido lugar en Santiago de Chile, una ciudad que se ha vuelto tremendamente multicultural en los últimos años, prueba de lo cual son los varios escenarios –cafés, restoranes, bares- donde se organizan, por ejemplo, ruedas de música brasileña. Estas influencias, tal como ocurrió con el Jazz y mucho más recientemente el Ska, van dando paso a nuevas fusiones que renuevan y amplían el espectro de la música hecha en Chile, con un sonido bastante original considerando que se ubica en un punto medio entre las tres tradiciones musicales mencionadas. Este proyecto se centra en composiciones instrumentales que estimulan la reflexión, al tiempo que sirve de compañía en las labores diarias, aportando un sonido estimulante en sus mixturas y confluencias.
Al cobijo de esos brazos que se abren sobre nuestra renovada identidad musical, este disco nace en la cabeza de un músico que ha recorrido y vivido intensamente las calles de Pedro Aguirre Cerda, en Santiago de Chile, escuchando Charly García, siguiendo a “La Mano”, tocando rock, ska, cuecas, valses peruanos, y todo lo que este singular ecosistema musical y los diversos proyectos en que ha participado le han puesto por delante, como desafío y claro, como refugio –porque la música siempre es un refugio, ¿no?-. Ahora descubrimos acá, en clave de jazz y música popular de Brasil, -donde se intuyen sobremesas con teleseries brasileñas sonando de fondo- los vestigios de un ocaso que son muchos ocasos: los atardeceres enrojeciendo el cielo que cubre un pasaje de la población Ochagavía. Seguramente son los tiempos: tiempos de entrecruces culturales, tiempos que nos recuerdan nuestra naturaleza mestiza, tiempos que se cierran como un día se cierra para dar paso a otro, el siempre reluciente día de mañana que traerá otra música maravillosa que está aún esperando en el Misterio, para nacer.
Puedes escuchar este disco online en todas las plataformas digitales y prontamente podrás adquirirlo en su formato CD. Para más detalles puedes contactar directamente a través de Instagram, @kenobarra.
Eduardo Leiva Herrera
Ilustración de carátula: Sofía Paladines