Los vibradores, conocidos también como dildos o consoladores forman parte de los juguetes para adultos más populares: Fáciles de utilizar y con una historia que parte en el siglo XIX cuando eran anunciados sin tapujos en los medios de la época.
En la película “Hysteria” (2011) se retrata con humor crítico el surgimiento casi fortuito del vibrador: En plena Inglaterra victoriana, el doctor Joseph Mortimer Granville recibía en su consulta a mujeres que padecían, según los libros médicos, “histeria femenina”. Con este nombre se conocía a una enfermedad que más tarde sería descatalogada por la Asociación Americana de Psiquiatría. Su única cura era el “paroxismo nervioso”, es decir: el orgasmo. El médico estimulaba a la paciente hasta hacerle alcanzar el clímax, incluso ante la mirada de familiares o de su propia pareja.
No sólo se crearon vibradores para la mujer, también se diseñaron algunos para uso masculino que se decía ayudaban a estimular la circulación y vibradores internos para dar masajes y “descargar” la próstata.
Muchas compañías de la época, lanzaron sus propios modelos, que prometían curar el estrés y la ansiedad. Sin embargo, todo este boom cambió a mediados del siglo XX, cuando la enfermedad fue descatalogada y salió a la luz que la terapia anti-histeria consistía prácticamente en sesiones de masturbación. Mientras, al mismo tiempo, el porno demostró en pantalla que dichos aparatos podían ser objetos de perversión. Todo esto causó que se volvieran tabú y salieran de las publicidades y catálogos.
En los años 70 reaparecieron en talleres de salud sexual femenina y a fines de los ochenta fueron re-popularizados ya que, en plena crisis del SIDA, fueron incluidos en la lista de prácticas de sexo seguro.
Asi es que, ya sabes, si quieres conectar con parte de nuestra historia femenina, liberar estrés, re-conocer tu cuerpo, buscar el placer sin tapujos o tener una sesión diferente y divertida con tu pareja…¡prueba un vibrador! También puedes utilizarlo en el cuerpo de tu pareja y crear una comunicación nueva, a ritmo de estímulos venidos de otro siglo.
En la actualidad, un artista norteamericano, ha reinventado la idea primigenia y la ha puesto al servicio de las mujeres: Clayton Cubitt se valió del sello “histérico ” y creö una serie de videos donde arte y placer se unen, bajo el concepto de la creación del vibrador: “Hysterical Literature”, muestra escenas donde al igual que en la película de Tanya Wexler, una mano inocente estimula a una serie de mujeres con un vibrador (concretamente con un Magic Wand con control de velocidad). Todo sucede “fuera de campo”, y también, lejos de todo prejuicio. Según sus propias palabras “deseaba mezclar dos ámbitos que la sociedad tiende a ver a través de lentes diferentes: el arte y el sexo. Así es que puse el arte en la mesa y el sexo bajo la mesa”, declara Cubitt sin tapujos…¡bienvenida libertad!