Desde luego tú conoces el chiste del tipo que participa por primera vez en una orgía en plan “partouze” y al cabo de algún tiempo reclama a gritos por la falta de organización. Bien. La refundación del capitalismo que nos anuncia el G20 es la misma vaina.
Los países que cuentan se reunirán el 2 de abril en Londres con el propósito de ordenar el burdel financiero que resultó de la liberalización del mercado de capitales, del triunfo del “laissez-faire” que tipos como Alain Greenspan y Piñera aun tienen el desparpajo de defender.
Según los enteraíllos que saben se trata de regular los mercados financieros, de ponerles un bozal, de restaurar los controles abandonados en nombre del libre mercado, de transparentar los balances de los bancos e instituciones financieras, de poner las cuentas claras para restaurar la tan manida confianza, esa que se perdió en combate, missing, es verdad mi vida que te he engañado pero de ahora en adelante puedes confiar en mí, no sé si ves el culebrón brasileño, real como la vida misma, Corín Tellado es una alpargata al lado.
Ahora bien, si se trata de controlar y de hacerle respetar algunas reglas a los especuladores financieros, ¿Quién le pone al cascabel al gato?
El problema es tan simple como designar la institución internacional encargada de tocar el pito cada vez que hay infracción, o foul play si lo pongo en el inglés macarrónico que adoran en la copia feliz del edén.
Se trata de luchar contra los paraísos fiscales, contra el secreto bancario, contra las prácticas especulativas que constituyen lo esencial de la actividad de la comunidad financiera.
Londres, -segunda plaza financiera del mundo-, es el primer paraíso fiscal planetario. Los grandes bancos de la City tienen conexión directa y permanente con otros paraísos fiscales algunos de los cuales están a la vuelta de la esquina como las islas anglo-normandas del Canal de la Mancha. Los bancos ingleses no son los únicos.
Suiza, Austria y Luxemburgo se reunieron en el Gran Ducado para inventar cómo escapar a los eventuales controles. Los tres pretenden ser países de secreto bancario, pero en ningún caso paraísos fiscales. Cuando nos terminemos de cagar de la risa… ¿Habrá que explicarles que cuando se busca esconder un billete, las más de las veces es para escapar del fisco? No solo. Bernard Maris precisa que en los U$ 10 billones que duermen en los paraísos fiscales, o sea 20% del PIB mundial, está el dinero de la droga, de la prostitución, de la corrupción y otros crímenes.
Si de controlar se trata, ¿Qué institución internacional tiene el poder y la credibilidad necesaria?
¿The Bank for International Settlements? El BIS adoptó los Acuerdos de Basilea relativos al ratio de solvencia de los bancos que todo dios se pasó alegremente por la epidermis escrotal. En el BIS hay un comité que se dedica a la supervisión de la actividad bancaria en el mundo… Por eso el sistema financiero mundial está quebrado. Como puedes ver el BIS es un chiste.
¿El FMI? El FMI está al servicio de la única potencia que tiene derecho a veto en su seno: los EEUU.
¿El FMI iría a controlar los bancos del imperio? No jodas… El FMI está en Washington y no vio venir nada de lo que tiene quebrado al Bank of America, al Citibank, a Fannie Mae, a Freddie Mac y a otros mil bancos yanquis. El propio James Baker, ministro de hacienda del ultra liberal Ronald Reagan, le declara al “Financial Times” que aún cuando él mismo “aborrece” esta solución no queda más que nacionalizar la banca… Y el FMI, escuela de “anticipación racional” no anticipó nada…
Por eso servidor se pregunta: si se trata de controlar y de hacerle respetar algunas reglas a la especulación financiera, ¿Quién le pone al cascabel al gato? ¿Ah?
Porque así como va esta orgía… vamos a tener que pedir a gritos: “¡Organización!”
Por Luis Casado