Presentación: Comunidad virtual ‘Nueva Civilización’: Creativa, autónoma y solidaria
Serie: ¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? Capítulos I a XX.
XXI. Sobre la primacía de la sociedad civil en la nueva política, que no es ‘partidista’ sino integradora de la diversidad.
Nos preguntamos ahora si hay alguna actividad, o alguna dimensión de la vida social, que podamos considerar como central de la nueva estructura de la acción transformadora, y que en consecuencia se constituya como determinante en el proceso de creación de la nueva civilización.
En la civilización moderna ha sido afirmado con fuerza, por parte de la mayoría de los intelectuales y de las organizaciones que han tenido la intención de transformar la sociedad, que el primado corresponde a la política, que sería la actividad central . Es por ello que se ha sostenido que todo cambio societal debe comenzar desde el Estado, que ha de ser primeramente ‘conquistado’ por los sujetos políticos portadores del proyecto transformador.
De acuerdo a lo que hemos expuesto anteriormente, en la nueva civilización la primacía o centralidad no debiera radicar en la política, sino en la cultura y en el conocimiento, que por su capacidad de fijar objetivos al desarrollo histórico y de dar sentido a la vida humana, tendrán la capacidad de orientar y dirigir –no autoritaria ni burocráticamente- tanto los procesos sociales como los procesos económicos y políticos. La economía y la política se orientarían conforme a los objetivos del desarrollo humano establecidos en el ámbito de la cultura y del saber compartidos.
Esto hace de la sociedad civil el lugar preferente para la acción integradora y transformadora, o sea para la nueva política, a diferencia de lo que ocurre en la civilización moderna, en que la política se desenvuelve preferentemente al nivel de la sociedad política y del Estado.
Esta afirmación, sin embargo, debe considerarse como una afirmación provisoria e imprecisa, pues la distinción entre sociedad civil y sociedad política responde a una separación entre dos esferas -la del poder público por un lado, y la de las actividades privadas, asociativas y no-gubernamentales por el otro; la de los dirigentes en lo alto y la de los dirigidos en la base-, una separación que corresponde y que ocurre realmente en la civilización moderna, pero que no debiera reproducirse en una civilización nueva y superior.
Pero la afirmación de la primacía de la sociedad civil tiene sentido en la actualidad, o sea mientras la sociedad civil y la sociedad política se encuentren separadas. Es por eso que, puesto que se parte de la realidad actual para transformarla, la nueva política empieza a construirse desde la sociedad civil existente, y a través de su propio desenvolvimiento y despliegue va configurando la nueva política en el seno de la sociedad civil. Así, construida la nueva política al interior de la sociedad civil, en la futura civilización una vez constituida, la distinción entre sociedad civil y sociedad política ya no será una distinción entre realidades diferentes, sino una distinción meramente gnoseológica. Dicho más concretamente, en la nueva civilización no debiera constituirse una ‘clase política’ distinta y separada de la sociedad civil.
No se concentra la acción transformadora en el Estado ni en el gobierno, no se acepta ya la primacía de la política, la acción transformadora se desplaza desde la sociedad política hacia la sociedad civil. La razón de tal desplazamiento es que el nuevo sistema de acción transformadora está orientado a superar la civilización de la política, de los partidos y del Estado, a superar la distinción entre dirigentes y dirigidos. Si en cambio definiéramos la acción transformadora en el marco de la sociedad política, nos quedaríamos dentro de la política propia de la civilización moderna y de su orden social en crisis.
Una obvia consecuencia de lo que estamos afirmando, es que en la nueva política no se trata de crear uno o varios nuevos partidos políticos. La entidad ‘partido político’ es propia de la civilización moderna: su primera figura histórica fue el partido jacobino, y su naturaleza es incompatible con la nueva civilización que deseamos crear.
Hay varias razones de esta incompatibilidad; pero la principal es el hecho que, por definición, un partido político es la organización de un grupo particular, que al agruparse se separa e intenta ponerse por encima de la comunidad con la intención de dirigirla. Provisto de una deteminada ideología o doctrina, y representando los intereses particulares de un sector de la sociedad, el partido se crea con vocación de poder, teniendo explícita o implícitamente la intención de promover esa ideología o doctrina y esos intereses sectoriales, utilizando para ello el control total o parcial del gobierno del Estado. Y como los grupos que aspiran a lo mismo son varios, cada uno aspirando a representar a una parte de la sociedad y promoviendo una ideología o doctrina particular, la sociedad tiende a dividirse políticamente, a ‘partirse’ precisamente. Por ésta, su naturaleza propia, los partidos políticos luchan entre sí, disputándose el favor ciudadano y el poder del Estado; en consecuencia, los partidos políticos generan división y conflicto en la sociedad. Hay partidos que declaran explícitamente este modo de ser, y otros que lo pueden negar; pero así es y así actúa un partido político en la sociedad actual.
Por su propia naturaleza los partidos políticos afirman y actúan la ‘centralidad de la política’. La centralidad de la ‘sociedad civil’ de que hablamos, comporta un modo de organizar la vida social y de realizar la transformación histórica de manera muy distinta. La centralidad de la ‘sociedad civil’ significa ante todo, que la nueva política se construye ‘desde abajo’, desde lo que actualmente se encuentra subordinado: desde lo que los partidos suelen llamar la ‘base social’. Es superando esa subordinación, que las personas y sus comunidades, organizaciones y redes, despliegan sus propias actividades de ordenamiento y de transformación social. No lo hacen desde poderes concentrados que se hayan elevado por encima de la comunidad y en los cuales no participan. El orden político se configura, en tal sentido, como una comunidad de comunidades, como una organización de organizaciones, como una red de redes.
Procediendo de este modo, la ‘sociedad civil’ se va constituyendo progresivamente como ‘sociedad política’; se va desarrollando una sociedad civil que es activa políticamente; y una sociedad política que no estará ya separada de la sociedad civil, pues es en la misma sociedad civil donde se configura y establece el orden social necesario para el desarrollo, la transformación y el perfeccionamiento de la vida humana.
La nueva política no es ‘partidista’ sino integradora de la diversidad, y no es la expresión de las singularidades de grupos humanos diferenciados según sus convicciones ideológicas y sus intereses corporativos, o de clases o grupos sociales. Pero entonces surgen dos preguntas: ¿Qué hace la nueva política con las distintas ideas y los diferentes puntos de vista de las personas y de los grupos sociales? Y ¿qué hace la nueva política con los diferentes intereses particulares, de grupos y de sectores sociales?
Abordaremos estas preguntas en el próximo capítulo.
El Ciudadano