El estudio sobre alimentación que el gobierno británico no quiere que leas

Un informe realizado por PHE (Public Health England) lleva cogiendo polvo en un cajón desde el pasado mes de julio. ¿Qué es lo que dice para que haya creado una gran polémica en Inglaterra?

El estudio sobre alimentación que el gobierno británico no quiere que leas

Autor: CVN
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Hace más de un año, Alison Tedstone, nutricionista jefe del servicio de Salud Pública inglés, recibió el encargo de redactar un informe que analizase diferentes alternativas para detener la epidemia de obesidad que vive el país. Según los datos del gobierno británico, este problema cuesta al Sistema Nacional de Salud unos 5.000 millones de libras al año; hasta 7.440 personas en edad de trabajar reciben un subsidio por discapacidad debido a la obesidad. En definitiva, Reino Unido tiene una de las tasas de obesidad infantil más altas de Europa.

Tedstone presentó el informe este verano, tras pasar un año analizando las políticas de reducción de obesidad de 23 países diferentes. Desde entonces, el documento no ha visto la luz, y los medios ingleses han acusado al Secretario de Salud Jeremy Hunt de haberlo guardado en un cajón. Por ejemplo, ‘The Times’ hablaba sobre ‘encubrimiento’. Por su parte, fuentes del Departamento de Salud declararon el pasado lunes que el informe será publicado en el futuro al mismo tiempo que la Estrategia sobre Obesidad (Child Obesity Strategy), probablemente el próximo mes de enero, ya que lo habitual es que estos documentos se publiquen al mismo tiempo que se toma una decisión ejecutiva.

 

¿Qué contiene dicho informe para que haya resultado tan polémico? El consejo de comenzar a subir los impuestos para prevenir el engorde de los consumidores, una medida que choca directamente con los intereses de gran parte de la industria de la alimentación, la gran perjudicada por una solución de este tipo. Muchas organizaciones, como el Foro sobre la Obesidad Infantil, han acusado a los poderes británicos de mostrarse indiferentes ante la solución a este problema y ceder a las presiones del ‘lobby’ alimentario. Por ahora, el gobierno conservador no parece por la labor de hacer caso a las recomendaciones.

La clave, en los impuestos

Tedstone lo tiene claro: la manera más eficaz de evitar que la población engorde es subir los impuestos de alimentos como los dulces o las bebidas azucaradas. La nutricionista presentó sus conclusiones a un comité de salud formado por Miembros del Parlamento el pasado martes, ante el cual defendió un “enfoque fiscal” para recortar el consumo de los alimentos que conducen a la obesidad. “Cuanto más suban los impuestos, mayor será el efecto” es la principal conclusión de su estudio, como ha recogido ‘The Guardian’.

En su investigación la experta habría recogido datos de las experiencias llevadas a cabo en otros países, así como de sus propios experimentos para conocer el impacto del cambio de precio en los hábitos de consumo. “El objetivo de los impuestos es empujar a la gente lejos de esas cosas y dirigirlas a comprar otros alimentos más consistentes con una dieta más saludable y equilibrada”, ha manifestado en su comparecencia en el Parlamento.

Jamie Oliver ha sido uno de los grandes partidarios de tomar medidas semejantes contra la obesidad. (Reuters/Luke MacGregor)
Jamie Oliver ha sido uno de los grandes partidarios de tomar medidas semejantes contra la obesidad. (Reuters/Luke MacGregor)

Subir los impuestos no es la única reforma propuesta por Tedstone, que también considera que debería vigilarse la manera en que se comercializan y publicitan dichos productos. “También nos referimos al tamaño de los envases, porque es una manera de promocionar la comida que conduce a un mayor consumo”, explicó la nutricionista. Otras medidas que aparecen en el informe son la aparición de mascotas infantiles en el envase de dichos productos, la publicidad en la que aparecen celebridades carismáticas o el ‘refill’ automático en determinadas cadenas de restaurantes, así como las promociones habituales en los kioskos ingleses, que ofrecen cereales junto a los periódicos.

Una reivindicación acuciante

El hecho de que el informe aún no se haya hecho público ha llevado a muchas organizaciones a acusar al gobierno de ceder a las presiones de los grandes grupos de alimentación. Tam Fry del Foro sobre la Obesidad Infantil ha declarado: “Ya he dicho que el rechazo a publicar el informe antes del encuentro con el comité se debía a que el contenido sería demasiado bochornoso para un gobierno que se ha apresurado a tomar una decisión contra el impuesto al azúcar cuando todo el mundo les estaba avisando que deberían darle al menos un período de prueba para ver si funciona”.

Una de las celebridades que se ha manifestado con más energía a favor de esta medida es el popular chef inglés Jamie Oliver, que apareció el pasado lunes frente al comité de salud, al que acusó de no haber hecho nada para detener la epidemia de obesidad. Apelando directamente a David Cameron, recordó que debía demostrar “quién es el jefe” y “ser valiente” para apoyar el impuesto a las bebidas azucaradas. ¿En cuánto debería concretarse esta subida? En un 20% en las bebidas de un litro, según Oliver. Todo el dinero recaudado –alrededor de 1.000 millones de libras– debería ser reinvertido en la Seguridad Social inglesa y en los colegios de primaria. Además, también se refirió al informe oculto, y dijo que “no está bien” que el público no pueda consultarlo.

Algunos países ya han adoptado medidas similares, como Francia o México. En este último caso pionero, un impuesto de 6 centavos de dólar por cada litro provocó un descenso en el consumo de un 6%. Sin embargo, el pasado lunes 19 de octubre la Cámara de Diputados aprobó una propuesta para reducir dicho impuesto. Reivindicaciones semejantes han aparecido por todo el mundo. En España, la Sociedad española de salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) ha defendido subir los impuestos a las bebidas alcohólicasy el gobierno de Artur Mas no consiguió sacar adelante la propuesta que pretendía gravar aún más el consumo de bebidas azucaradas.

Una vez más, la duda se encuentra en el nivel de intervención que el Estado debería ejercer en los hábitos del ciudadano. Incluso en el caso de que una subida de impuestos redujese la obesidad infantil, estaría influyendo significativamente en el consumo de la población, que tan sólo vería cómo algunos productos de su cesta de la compra se encarecen, como aseguran los detractores de la medida. Una solución que, no obstante, y como recuerdan sus partidarios, sigue siendo la más útil a día de hoy para combatir uno de los grandes problemas a los que hemos de enfrentarnos en el siglo XXI.

El Confidencial


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