Tomas un buen merlot o cabernet en una comida, fiesta o almuerzo y cuando vas al baño, frente al espejo te das cuenta de que tus dientes están manchados. No es agradable porque has estado sonriendo y riendo toda la velada y, en tu imagen ideal, tu sonrisa es deslumbrante. Pero ahora un estudio nos muestra el lado amable de esa sonrisa morada, sugiriendo que la señal de los dientes manchados por el tinto podría estar asociada a una buena salud bucal.
No se trata de que nos enjuaguemos la boca con vino tinto y nos vayamos a la cama, pero ciertos químicos hallados en esta tradicional bebida podrían prevenir el deterioro dental y la gingivitis, de acuerdo con el estudio publicado en Journal of Agricultural and Food Chemistry.
Los bebedores han hablado mucho de los beneficios del vino tinto. Se llama «paradoja francesa» a lo que se ha observado en la dieta típica de los franceses: alta en grasas saturadas pero con bajos índices de enfermedades asociadas. Estos resultados suelen atribuirse a que el vino tinto también forma parte de esa dieta; una idea respaldada por varios estudios científicos.
Los investigadores han encontrado polifenoles en el vino tinto; micronutrientes y antioxidantes que ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares y cáncer y juegan un rol en el metabolismo.
Para descubrir cómo el vino podría afectar la salud bucal, los científicos observaron cómo los polifenoles detienen a las bacterias que causan la placa dental, las caries y la gingivitis. Así descubrieron que los polifenoles reducen la capacidad de las bacterias para adherirse al esmalte dental. Cuando se combina con el probiótico oral Streptococcus dentisani, conocido por estimular el crecimiento de buenas bacterias, descubrieron que los polifenoles eran mucho más eficientes.
Los investigadores dicen que podrían crear nuevos tratamientos dentales inspirados en estos hallazgos.
Sin embargo también advierten que el estudio tuvo sus límites, porque en realidad no se realizó en los dientes sino en laboratorio, en células que imitaban el tejido de las encías. También admiten que podría ser que las responsables de este proceso sean unas pequeñas moléculas (metabolitos) que se forman cuando el cuerpo comienza a digerir polifenoles.
Los polifenoles también están naturalmente en una variedad de alimentos, incluyendo frutas como cerezas, peras y bayas (berries), así como cereales, legumbres secas y chocolates. De hecho, una taza de té o café contiene la misma cantidad de polifenoles que un vaso de vino.
De momento y en nombre de la paradoja francesa, no hace mal tomar una sola copa de vino en la cena o el almuerzo cada día, siempre que seas bebedor responsable y mantengas tu higiene bucal y un estilo de vida equilibrado.
El Ciudadano, vía IFLScience