Quisiéramos que esto no fuera real. Pero lamentablemente, varias fuentes han confirmado la veracidad de una historia que sin duda es una de las más tristes y perturbadoras que he oído.
En una pequeña villa en Borneo, los hombre visitaban un burdel en el cual tenían dos opciones: pagar por tener sexo con una mujer o pagar por tener sexo con Pony, una orangután.
Y lo hacían. Los desquiciados pagaban por ella. Pony fue rescatada en 2003 cuando tenía seis o siete años de edad; la encontraron encadenada a una pared, le habían quitado todo el pelo y estaba llena de picaduras de insectos que se habían infectado.
Antes de su liberación, la policía local y varios grupos de rescate animal ya habían intentado salvarla de su horrible esclavitud.
Los intentos fueron frustrados por personas de la villa que aseguraban que Pony era un amuleto de buena suerte y una absurda fuente de ingresos para la dueña del burdel. Finalmente, Pony fue rescatada gracias a una redada de 35 policías armados, la Autoridad de Recursos Naturales y el centro de Conservación de Kalimantan.
Desde ese momento, ella hizo parte de un largo programa de rehabilitación en el Centro Nyaru Menteng Orangután de Reintroducción cerca de Palangkaraya. La rehabilitación consistía en acercarla gradualmente a la vida salvaje por medio de la socialización con otros orangutanes y una pre liberación en una isla.
Por obvias razones, el proceso no fue fácil con Pony.
El ambiente “humano” y traumatizante del cual venía, dificultó todo y su recuperación tardó varios años. Sin embargo, en 2013, tuvo una introducción a la vida salvaje exitosa, se veía más sana que nunca y había progresado bastante en términos de habilidades sociales.