Hermosa comunicación entre mozambiqueños y las aves

Un emocionante ejemplo de cooperación entre el hombre y el animal que se ha fomentado a lo largo de cientos o miles de años y probablemente por selección natural

Hermosa comunicación entre mozambiqueños y las aves

Autor: Ciudadano

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Un emocionante ejemplo de cooperación entre el hombre y el animal que se ha fomentado a lo largo de cientos o miles de años y probablemente por selección natural. Hombres y pájaros colaboran en África para obtener dos de los productos más preciados de las abejas: la miel y la cera. Estos pájaros se denominan indicadores porque guían a los humanos hacia las colmenas silvestres, es decir, les indican dónde están los panales, muchas veces ocultos en las grietas de los árboles. La cooperación es total: los indicadores saben dónde se esconden los panales, pero no están dispuestos a sufrir los picotazos de las abejas; y los humanos saben cómo extraer los productos por medio del humo, pues los insectos huyen al suponer que se trata de un incendio. El acuerdo es mutuo: los humanos se quedan con la miel y los indicadores se benefician de la cera. «Esta relación es un ejemplo raro de cooperación entre humanos y animales en libertad«, destaca la Universidad de Cambridge, que ha participado en un estudio sobre esta costumbre ancestral.

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El acuerdo es mutuo: los humanos se quedan con la miel y los pájaros se benefician de la cera

El estudio, publicado el viernes en Science, trata esencialmente sobre la comunicación entre unos y otros. ¿Cómo se produce el aviso? ¿Quién avisa a quién? A finales del siglo XVI, el misionero portugués João dos Santos se encontraba en una iglesia que había fundado en la actual Mozambique y observó un pajarillo que se coló en su interior para picotear las velas de cera. Otro hábito curioso de este pájaro marrón consistía en convocar a los hombres mediante unas señales sonoras y, volando de árbol en árbol, los conducía hasta una colmena silvestre. La bióloga evolutiva Claire Spottiswoode y sus colegas viajaron a la selva mozambiqueña, concretamente a la Reserva Nacional de Niassa, y no sólo comprobaron este fenómeno sino también el inverso: los indicadores reaccionan a la llamada de los humanos y juntos se dirigen a buscar las colmenas. El grito humano que pone en funcionamiento esta admirable colaboración, y que se ha transmitido de generación en generación, es una vibración sonora seguida de un gruñido seco: ¡brrr-hm! «Esta llamada, a diferencia de otros sonidos, triplica las posibilidades de que se produzca una interacción eficaz que proporciona miel a los humanos y cera a los pájaros», dice Spottiswoode. «Desgraciadamente este mutualismo ya ha desaparecido de muchas partes de África. El mundo es un lugar rico en espacios naturales como Niassa, donde aún se desarrolla este asombroso ejemplo de cooperación humana-animal», concluye.


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