Triste pero cierto: aunque el consejo asesor de vida silvestre de Trump fue creado parcialmente para dar forma a las leyes federales sobre importación de partes de animales, casi todos sus miembros son practicantes activos de caza mayor.
El hecho fue revelado por Associated Press y podría ayudar a entender por qué el presidente se muestra tan inconsistente cuando se trata de poner restricciones a la importación de trofeos de animales en peligro de extinción como leones, elefantes y rinocerontes.
Cuando asumió como presidente, Trump dijo que revocaría la prohibición de estos trofeos, que data de Obama, pero la reacción pública fue tan fuerte que él mismo terminó calificando a la caza mayor como un «espectáculo de terror». Sin embargo desde entonces, el Secretario del Interior, Ryan Zinke, ha revertido silenciosamente la prohibición y ha llenado el International Wildlife Conservation Council con cazadores de trofeos. De esta manera pretende asesorar sobre cuestiones relacionadas con la conservación de animales en peligro.
«Hay pocos indicios de que las perspectivas disidentes estén representadas en el consejo de conservación de Trump», escribe Associated Press. «Los nombrados incluyen guías de caza para celebridades, representantes de fabricantes de rifles y arcos y deportistas ricos que se jactan de capturar a los codiciados Big Five (los cinco grandes animales-objetivo en el safari de caza)», relata la agencia.
De los 16 miembros del consejo, 10 son prominentes representantes del Safari Club International, la organización de cacería que presionó con fuerza contra la prohibición del trofeo en la era Obama (la que finalmente fue anulada). Entre ellos está el propio presidente del Safari Club, Paul Babaz, quien también es director de política de caza de la Asociación Nacional del Rifle de Estados Unidos (NRA).
También está Peter Horn, que era el vicepresidente del Safari Club y ahora es vicepresidente de Beretta, una empresa fabricante de armas de fuego. Además Horn, junto con los dos hijos del presidente Trump, es copropietario de una reserva privada de caza en Nueva York.
Como todo si esto fuera poco, otro miembro del consejo es Chris Hudson, quien hace cuatro años fue el hombre responsable de una subasta en que el Safari Club de Dallas ofrecía la oportunidad de disparar a un rinoceronte negro en peligro de extinción.
Entre dos miembros que no están directamente relacionados con la caza mayor, está Jenifer Chatfield, zoógrafa y veterinaria de vida silvestre. Chatfield parece ser una voz de la razón, pero su padre es propietario de un zoológico que fue expulsado de la Asociación Zoológica Estadounidense cuando se descubrió que estaba importando y vendiendo animales exóticos.
El Ciudadano, vía IFLScience