Un estudio publicado por la revista Environmental Toxicology and Chemistry advierte de que actualmente hay cerca de 3.000 fármacos que llegan al medio ambiente sin que se conozca cuál es su impacto sobre la biodiversidad.
El documento, señala que la investigación busca conocer mejor el efecto potencial de los contaminantes emergentes, que en general derivan de productos farmacéuticos o cosméticos y no están regulados por ninguna legislación específica.
«A menudo los estudios sobre las concentraciones límite de una determinada sustancia en el ambiente se basan en ensayos de laboratorio con una o pocas especies, como por ejemplo, el crustáceo planctónico Daphnia magna», ha subrayado el biólogo Miguel Cañedo-Argüelles.
El investigador de la Facultad de Biología, del Instituto del Agua de la Universidad de Barcelona (IDRA), y también de la Universidad de Vic (UVic-UCC), en España, añade que los ecosistemas están sometidos a muchos factores de estrés y los científicos los analizan habitualmente de manera separada por limitaciones técnicas lo que puede dar como resultado una evaluación simplista que no considera la complejidad del mundo real.
Daños al medio ambiente
A medida que se publican más investigaciones, las consecuencias y las especies afectadas conocidas son cada vez más diversas, como señala un artículo de la agencia SINC:
Feminización de los machos: Los estrógenos de las píldoras anticonceptivas han tenido este efecto en diversas especies de peces y anfibios.
Extinción de aves carroñeras: El diclofenaco, utilizado para dolencias del ganado, ha supuesto la casi desaparición de buitres en la India. En España se han detectado problemas en buitres y quebrantahuesos tras ingerir restos de ovino con sustancias antiparasitarias.
Daños en órganos internos: El antiinflamatorio flunixin causa lesiones en codornices y la muerte en grullas siberianas.
Problemas alimenticios: Las aves que ingieren el antidepresivo Prozac reducen su alimentación en invierno y, a la vez, sus posibilidades de supervivencia.