Lobos de Chernóbil podrían dispersar sus genes por toda Europa

Para monitorizar los desplazamientos de estos animales, los investigadores colocaron collares con transmisores GPS a catorce lobos grises

Lobos de Chernóbil podrían dispersar sus genes por toda Europa

Autor: Oscar Morffes

Los lobos grises que habitan la zona de exclusión de Chernóbil, en la frontera de Ucrania y Bielorrusia, podrían dispersar sus genes  por el resto de Europa, sugiere un estudio publicado este junio en la revista European Journal of Wildlife Research.

Desde 1986, año en que ocurrió el desastre nuclear, esta área de 4.300 kilómetros cuadrados quedó completamente deshabitada por órdenes estrictas de las autoridades, para intentar de este modo proteger a la población de la contaminación radiactiva.

Así, la retirada de los humanos favoreció la proliferación de diversas especies de animales salvajes, entre ellos linces, ratones, jabalíes, venados y caballos. En particular, la densidad de población de lobos grises en la zona de exclusión llegó a superar siete veces la de otras reservas de los alrededores, alcanzando el límite en la proporción de depredadores grandes que pueden habitar un mismo lugar.

Para monitorizar los desplazamientos de estos animales, los investigadores colocaron collares con transmisores GPS a catorce lobos grises —13 adultos mayores de dos años y un ejemplar más joven de entre 1 y 2 años de edad— que habitan en el área contaminada.

De esta manera, los científicos determinaron que, a diferencia de los ejemplares adultos, que permanecieron dentro del diámetro de 30 kilómetros de la zona de exclusión, el lobo joven recorrió una distancia de 369 kilómetros en el transcurso de 21 días. Sin embargo, una falla en el transmisor impidió averiguar si posteriormente el animal regresó a su hábitat o bien migró de manera permanente.

Estos resultados «son la primera prueba de la dispersión de lobos» más allá de los límites de la zona contaminada por la radiación, precisó Michael Byrne, especialista de la Universidad de Misuri (EE. UU.) y autor principal del estudio, al portal Live Science. Y agregó: «sería razonable suponer que algo similar está sucediendo también con otras especies de animales».


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