Sin efectos especiales ni terror y cursilería, los suecos hacen este aporte a las películas de vampiros, que se multiplican y son taquilla segura. En este filme los vampiros son sólo instrumentos para una historia de soledad, ternura y búsqueda de un regazo.
Oskar es un niño que sólo conoce la hostilidad del medio y de la gente que le rodea. Es ignorado por sus padres y sufre a diario en su escuela los maltratos de un matón de más edad. Vive en un edificio de departamentos en que nadie se comunica. Desde su ventana, el paisaje nevado de la ciudad, la calle oscura, parece que nunca cambiarán.
Oskar descubre que Eli, una niña recién llegada a la vecindad, busca su compañía. Es un ser extraño, diferente. No tiene la edad que representa, se alimenta de sangre humana y huye de la luz. Desde el comienzo Oskar sabe de qué se trata, pero no le importa. Es el único ser con el que puede comunicarse y la primera que le expresa algo parecido al cariño. Sólo con ella es real la amistad y la solidaridad. Ella lo impulsa a defenderse y a no ser siempre víctima. El niño descubre sus derechos de ser humano y la defensa de su dignidad. Tal vez la moraleja de esta singular relación sea que no importan las diferencias ni las apariencias cuando encontramos apoyo.
El director Tomas Alfredson no usa efectismo alguno, no intenta explicaciones ridículas sobre la niña. Ella es apenas “una criatura de la noche”, inventada por autores de fantasía folletinesca que, en este caso, sirve para encantar a un niño desamparado. Eso es lo que importa.
La historia transcurre en un barrio de Estocolmo habitado por trabajadores. Siempre es invierno y la nieve forma costras que no se disuelven. Oskar (Kare Hedebrant) es un chico rubio que parece inexpresivo, pero que logra comunicar como pocos el mundo solitario e indefenso de su personaje. Eli (Lina Leandersson) supera todos los clichés sobre vampiros y convence como una criatura condenada a vivir como demonio.
Aunque no hay enigmas que aclarar ni personajes misteriosos, la película mantiene un clima de suspenso que atrapa y obliga a no perder detalle. Es una buena muestra del cine sueco, que usando un tema socorrido y banal, enfoca asuntos que no son sólo de vampiros.
Clasificación: Buena
Título original: Let the right one in (“Déjame entrar”)
Suecia, 2008. Director: Tomas Alfredson. Actores: Kare Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar. Duración: 115 min.
Por Luis Alberto Mansilla
Fuente: Punto Final
El tema principal de la banda sonora: