“No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos”, Facundo Cabral (1937-2011)

El primer contacto con el arte de Facundo Cabral fue a través de un viejo casete, donde escuché la canción “No soy de aquí ni soy de allá”, que antes la había oído mil veces en la voz de Alberto Cortez

“No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos”, Facundo Cabral (1937-2011)

Autor: Cesarius

El primer contacto con el arte de Facundo Cabral fue a través de un viejo casete, donde escuché la canción “No soy de aquí ni soy de allá”, que antes la había oído mil veces en la voz de Alberto Cortez. En los tiempos que no había Internet, fui buscando información sobre aquel hombre que cantaba y contaba cosas de su vida, cosas simples, como que aprendió a leer a los 14 años, cuando huyó de su hogar en Tandil, en la provincia de Buenos Aires.

Cabral con una cantidad de información y una filosofía de vida única, no era divo ni de esos artistas que están lejanos. Era simple y vestía más sencillo, aún en su mejor época. Un día conversaba con los amigos en un bar de Buenos Aires o al día siguiente, cuando iba en busca de la Madre Teresa en la India o se tomaba un buen vino en Nueva York.

Años después conocí el arte de Facundo Cabral en 1986, cuando fui a ver su espectáculo “Entre Dios y el Diablo” en Buenos Aires, obra que fue criticada por la iglesia católica argentina, y retirada de cartelera en medio del rechazo de sus admiradores.

Dos años después, tuve la suerte de encontrarme con él y entrevistarlo junto al periodista Roberto Sáez, en la radio Corporación acá en Chile. Allí en dos horas, una fría noche de julio, Cabral se confesó con dos chilenos que admiraban su arte. Un crítico social puro, que decía miles de cosas que herían las bases de una sociedad conservadora de los años ochenta.

El programa comenzó a las 22 horas, con un Facundo Cabral fresco como lechuga, donde no se notaba el largo viaje en avión desde Europa que lo traía a la capital chilena. Al comenzar el programa, pide al aire un vino tino chileno para “poder conversar con ganas”. Solicitud que el productor cumplió con aplaudida exageración llegando con cuatro botellas de Concha y Toro.

La entrevista versó de muchos temas, incluso algunos vedados en esos años de dictadura militar. Contó anécdotas y pasajes de su vida que lo habían marcado. Gracias a su arte, su poesía llegó a diferentes partes del mundo. Relató, por ejemplo, que un día en Chicago, escuchó a una anciana de raza negra predicar el evangelio en la calle. Los transeúntes no la miraban y seguían su camino. De pronto la mujer grita “arrepiéntanse, Dios los ama, aunque sean blancos”.

Por esos años, la amistad de Facundo Cabral y el cantante Alberto Cortez no era muy sólida, quizás por el hecho que éste último había popularizado en España la canción “No soy de aquí, ni soy de allá”. Con Sáez le preguntamos cómo había nacido esa canción, tomó aire y miró al cielo del locutorio y se confesó. “En los años 60 yo estaba muy mal y me ganaba la vida cantando en pequeños locales de la ciudad de Bueno Aires. Una noche que estaba bebido comencé a improvisar y salió la canción “No soy de aquí”. Bueno, esa noche canté otros temas, y el dueño del local me pagó y me fui. Aparecí días después, en el mismo local y tras cantar mi primer tema, la gente me empezó a pedir “cantá no soy de aquíiii”. Yo, realmente, no me acordaba de nada, ni sabía qué me pedían. “cantá la de la otra noche, che”. Yo miraba sorprendido, no me acordaba de nada, hasta que se acerca el chico del sonido del bar y me dice al oído, “después vení que te quiero hacer escuchar algo”. El muchacho había grabado mi presentación de esa noche y así pude rescatar la canción, que tiempo después grabó Alberto Cortez”.

Por esos años las presiones de la iglesia católica argentina y de grupos conservadores, habían logrado que la obra “Entre Dios y el diablo” saliera de cartelera de uno de los teatros de la calle Corrientes en Buenos Aires. Luego de contar la historia tomó su guitarra y cantó: «Padre nuestro que estás en los cielos, ¿cuándo vas a librarnos de tus representantes en la tierra? Para ellos tengo una mala noticia: el paraíso está cerrado. Así que no esperen premios por evitar la vida.

Hace mucho que el paraíso está cerrado, trabajaba poco ¿quién podría merecerlo? ¿Quién no cayó alguna vez en alguno de los siete pecados capitales?…».

Dos horas duró la entrevista Facundo Cabral, dos horas que se pasaron volando, donde el programa solamente fue interrumpido por los comerciales de cada media hora. Al despedirnos nos dijo que, lo mejor de la conversación había sido el vino y que pronto debíamos repetir el brindis.

Quizás ese segundo brindis con Cabral no lo hagamos físicamente, pero luego de 22 años lo haré, en la memoria de una artista que miró la vida de una forma muy sencilla, pero con mucha filosofía, que hoy nos falta para vivir amando la gente.

Por Jota Linderos
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