La vida de Edward Norton en “El club de la pelea” (1999) es la del hombre gris, que asiste a una escuela y elige una carrera. Consigue una pareja, termina sus estudios y deja a su pareja. Se titula para honrar a su disfuncional familia. Consigue un trabajo y subordina su vida a ese trabajo hasta que se percata que esta se ha convertido y reducido a los muebles que compra de vez en cuando, después ocurre su colapso mental y nace su alter ego.
Se trata de reventar esas venas de discursos que nos hacen ver al mundo dócilmente rosa y esperanzador. De intentar ver un poco más allá de las relaciones que mantienen en funcionamiento eso que cómodamente llamamos realidad y bienestar social.
Si algo se desprende de la mordaz película protagonizada por Norton, Brad Pitt y Helena Bonham Carter es, la renuncia del bienestar social en pos de aquello que nos llena. Algo que puede leerse cursi, pero que encierra una tajante verdad sobre la libertad y la felicidad personal.
¿Cómo hacer evidente esa brutal diferencia entre posturas? Sumergiendo el rostro en aquello que nos dicen que no debemos considerar para construir una vida: el vértigo de hacer lo que se quiere con terquedad y desesperación, como si la vida fuera algo fugaz y salvajemente único.
Si te gusto la película de David Fincher, basada en la novela homónima de Chuck Palahniuk, estas cintas reventarán tu zona de confort:
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“RocknRolla” (2008), de Guy Ritche
La historia de un estrella de rock que se hunde entre la desesperación y el amor a la autodestrucción que conoce después de llegar al éxito de su carrera. Preferible terminar en fuego, que ennegrecido después de iluminar solo por algunos segundos.
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“Taxi Driver” (1976), de Martin Scorsese
Robert De Niro, en el papel que nos saca del desquicio abrumador de la presión social y familiar sobre nuestras vidas. ¿Qué pasa cuando la mente no soporta la naturaleza de fuerzas que controlan la vida de la mayoría de los seres humanos?
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“Seven Psychopaths” (2012), de Martin McDonagh
Un escritor sin inspiración necesita terminar un guion cinematográfico; para ello recurre a su amigo para desatar reacciones en el mundo real que lo ayuden a terminar su escrito. Este guion provoca hasta las entrañas por el realismo de los personajes grises que lo habitan.
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“Lock, Stock and Two Smoking Barrels” (1998), de Guy Ritchie
Juegos de azar, monotonía que súbitamente se fractura con un soundtrack electrificante y psicópatas tratando de sobrevivir. Todo en un coctail que nos recuerdan que la vida no es muy seria, no hay salvación y todo tiende a explotar entre nuestras manos.
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“Wanted” (2008), de Timur Bekmambetov
La mayoría de las películas de esta lista hablan de promesas rotas y sueños podridos, del espectacular abismo de las ilusiones, en el que podemos perdernos buscando un espejismo de bienestar como el protagonista de este film.
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“Se7en” (1995), de David Fincher
La estética de Fincher es la pantalla rota detrás de la realidad que moldea; David Lynch feat. Micheal Bay, Fiodor Dostoievski en crack. Una máquina imparable de historias retorcidas que se adelantan a su espectador, para sorprenderlo en las momentos finales; nocaut a los sueños rosas y a los lugares comunes.
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“Django Unchained” (2012), de Quentin Tarantino
La historia actualizada, con más acción y sangre en la pantalla, del esclavo Django y su pelea por safarse de un sistema que lo tenía sumergido en el eslabón más bajo. Toneladas de rencor de años de opresión, desencadenan como látigo en la piel.
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“Snatch” (2000), de Guy Ritche
En Latinoamérica el subtítulo de esta película protagonizada por Brad Pitt fue “Cerdos y diamantes”, refiriéndose a lo que se persigue y se consigue, a cómo se busca y lo duro que es el choque con la realidad a no encontrar lo que se pretende. Filme de culto y el mayor logrado de Ritche.
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“Sin City” (2005), de Quentin Tarantino & Robert Rodriguez
Bruce Willis le revienta un cráneo en una de las primeras escenas de la película, la sangre amarilla salpica mientras se entrelazan otras historias. Todas igual de violentas y protagonizadas por los antihéroes más salvajes de los últimos años. Los filtros de colores te harán alucinar con una estética trasladada desde el cómic.
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“Trainspotting” (1996), de Danny Boyle
Si existe una película hermanada a “El club de la pelea” es ésta. El hermano mayor fílmico de la cinta, le lleva tres años y se basó en el libro homónimo del escritor británico Irvine Welsh. Digamos que es su contraparte irlandesa y con drogas, mucho más ácida y sardónica. Un cinta que te dejará tenso y con deseos de dejar atrás la vida. Nuestra existencia sólo es una lista de acciones que te dicen lo que es obligatorio cumplir para verte tan feliz como en un anuncio de pasta dental.
La vida es eso que pasa mientras estamos dejando pasar las posibilidades de divertirnos, de disfrutar, vivir. Mira estás películas y rompe la alienación social y económica que te exprime los días, o húndete más en ella.