Fotografías de la decadencia y los excesos de la adolescencia rusa que no cree en el futuro

Cada que su padre llegaba alcoholizado, él abusaba de ella y su hermana menor

Fotografías de la decadencia y los excesos de la adolescencia rusa que no cree en el futuro

Autor: Andrea Peña

Cada que su padre llegaba alcoholizado, él abusaba de ella y su hermana menor. Al parecer, eso no fue suficiente para que su madre se dedicara a protegerlas. Al poco tiempo de que su progenitor las abandonó, ella se consiguió otra pareja a quien le entregaba toda su atención. Con tan solo 13 años, una vida familiar insoportable y todas la dudas de cualquier adolescente, Christiane Felscherinow se enamoró de otro chico problema que la arrastró al infierno…

Poco a poco Christiane vio morir a cada uno de sus conocidos, todos –al igual que ella– estaban enganchados a la heroína. Destrozada por su consumo a todo tipo de drogas, más sola que nunca y sin muchas salidas, la joven decidió prostituirse para “sobrevivir” y por supuesto, seguir comprando lo único que la mantenía viva y, al mismo tiempo, un paso más cerca de la muerte: heroína.

Christiane F., como se le conoció en el submundo berlinense, no sólo es el personaje principal de la cinta de Uli Edel, sino la chica que sobrevivió a una de las peores adicciones para documentar su historia. Como ella, muchos jóvenes europeos tienen acceso a todo tipo de sustancias que terminan por dejarlos en la calle como homeless, sexo servidores o cadáveres. La adolescencia, los excesos y la soledad no es una buena combinación, para aquellos que ni siquiera entienden el mundo en el que viven tampoco es fácil comprender las consecuencias de tener excesos desenfrenados.

christiane

Esa adolescencia perdida en los abusos y la violencia fue la que Lise Sarfati decidió capturar en uno de sus proyecto. La fotógrafa francesa se dedicó a retratar los rostros, cuerpos y almas de los chicos rusos durante los 90; quienes, al parecer, disfrutaban (¿sufrían?) de la abrupta decadencia en la que se sumergía su generación.

Lise Safarti coca

Lise Safarti metro

Lise Safarti adolescente

Lise Safarti hermanos

Lise Safarti cigarros

Sarfati fotografió a los protagonistas de la adolescencia rusa, una generación desenfrenada y llena de excesos, pero también todo lo que había a su alrededor. En sus fotografías se refleja la inmensa soledad que los abrazaba, misma que los incitaba a procastinar sin reparo y experimentar sin límites.

Caras pueriles, de piel tersa, provocan e incomodan al espectador. En medio de una estación del metro en la madrugada, en las esquinas de un edificio abandonado o sobre los muebles viejos de una casa en ruinas. Pareciera que ninguna de ellas debería estar ahí.

Lise Safarti sangre

Lise Safarti rusia

Lise Safarti bubis

Lise Sarfati joven

Lise Safarti retrato

La serie de esta artista es atractiva desde lejos, imaginarnos como los protagonistas de una escena en la que sobre la mesa hay una cajetilla de cigarros al lado de una línea de cocaína, no es del todo cómodo. Sin embargo, para algunos adolescentes de una Rusia, en la post Guerra Fría, preocupada por todo menos por la juventud, la idea de desayunar un sandwich de jamón y un poco de heroína era más que habitual.

manos Lise Sarfati

Lise Sarfati rusos

Lise Sarfati  platano

Lise Safarti cigarro

Lise Safarti escaleras metr

Estas imágenes pasan de ser increíbles a deprimentes; en los ojos de estos niños jugando a ser adultos ya no hay inocencia y menos esperanza. La década del 90 en Rusia significó un episodio salvaje que trajo consigo mucha libertad, pero también una ola de crimen y violencia desenfrenada. “Sé tú mismo” fue el lema que caracterizó al mundo en esa época, lamentablemente las generaciones más jóvenes de algunos países europeos se encargaron de acentuar el espíritu de ese eslogan sin límites ni miedo a las consecuencias.

Lise Sarfati  mesa

Lise Safarti ninos

Lise Safarti beso

Lise Safarti desayuno

Paradójicamente, a esta generación de adolescentes rebeldes sólo los unía una cosa: el miedo al mundo, a su realidad, a la soledad y a ellos mismos. Resultándoles más fácil perderse en el consumo de drogas de moda, en la música que todos oían y las prendas que todos usaban. Para poder hacerlo, los que en algún momento fueron niños con sueños, fantasías y preguntas, tuvieron que convertirse en adolescentes fugitivos que sólo en un mundo subterráneo podían ser ellos mismos: drogadictos, transgénero, bisexuales o delincuentes, atados a una desenfrenada vida de excesos que parecía los había elegido a ellos.

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Fotografías:

Lise Sarfati

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