Lena Mucha es alemana y antropóloga, su afición por la fotografía la ha llevado a retratar los cambios étnicos en ciertas regiones y las consecuencias que tiene la tradición en la figura humana.
Tras un tiempo viviendo en Barcelona, pudo observar un poco más de cerca de los gitanos y se dio cuenta de muchas similitudes que guardamos con ellos, pero, sobre todo, del lugar que se le da a las niñas tanto en su cultura como en prácticamente el resto del mundo.
En el mundo gitano una pequeña de 10 años sueña con ser una exuberante mujer de larga cabellera, uñas arregladas, bonitos vestidos y un marido protector, algo quizás no tan extraño en un mundo influenciado por las princesas Disney, pero la diferencia es que las niñas gitanas de 10 años de edad saben estrictamente que eso es lo único que van a poder conseguir de verdad en la vida y que más vale se apure, pues “los buenos hombres” se acaban, según las creencias que les inculcan desde pequeñas.
Así crecen las niñas gitanas, sabiendo que siempre serán excluidas de una sociedad que les impone un prejuicio en todos los países que habitan, inmersas en una tradición de la que es muy difícil salir y que las condena al rol de madre y esposas