Sólo el murciélago –resultado de la masturbación de Quetzalcóatl– podía enfrentarse a la vagina dentada que poseían algunas deidades femeninas como Xochiquetzal, Tlaltecuhtli y Piøwachuwø. El coito entre las diosas de órganos sexuales afilados y los hombres deseosos de entrar en ellas, resultaba en la mutilación del falo. Para combatir la dentadura voraz de estas mujeres y principalmente para simbolizar la castración de la sexualidad femenina –misma que desde la época prehispánica era negada y castigada– se creó una amenaza animal (el murciélago) capaz de arrancar parte de la vagina para despojarla de sus colmillos. Esta concepción de la vagina, fundada en el miedo y desconocimiento de la sexualidad femenina, formó parte de distintos mitos nahuas que influyen en la cultura popular actual.
Fragmento de “Códice Magliabechiano”
El imaginario colectivo de algunas culturas antiguas construyeron los mitos de la vagina dentada para explicar y –al mismo tiempo– venerar la fertilidad, tanto de la figura femenina como de la tierra. Tlaltecuhtli es la madre telúrica: diosa y productora de vida, pero también consumidora y fuerza destructiva. Ella es la deidad a quienes los dioses, convertidos en serpientes, decidieron violar para dar origen al cielo. Para las culturas mesoamericanas las transgresiones sexuales hacia el género femenino eran parte de los mitos prehispánicos con los que se intentaba comprender y justificar el nacimiento de la vegetación, el alimento, la tierra, la sexualidad y el mismo hombre.
Por cuya boca entró el dios Tezcatlipoca, mientras que su compañero llamado Ehecatl, entró por el ombligo; y ambos se reunieron en el corazón de la diosa, que es el centro de la Tierra, y habiéndose reunido formaron el cielo muy pesado.
Fragmento de “Hystoyre du Mechique”
Otro de los mitos que hablan sobre la salvaje dentadura en la vagina en la mujer nahua, es el de Piøwachuwø. En 1982, la erupción del volcán Chichonal sacudió al territorio zoque de Chiapas, donde Piøwachuwø se ocultaba. Ella era una sirena tan hermosa como el paisaje y tan peligrosa como la lava de aquel cráter, se dedicaba a seducir hombres para después castrarlos a través de su vagina dentada; a la que todos soñaban entrar, a pesar de los riesgos. Esta erótica y mortífera criatura vivía en la laguna al interior del volcán; un día decidió moverse por debajo de la tierra para llegar al Tacaná, otro de los montes sulfuratnes de Chiapas. El día que ella atravesó el pueblo, cuenta la leyenda que los zoques temblaron junto con el suelo sobre el que cayó la ceniza del Chichonal.
A partir de todos estos relatos, que para nada proponían a la mujer como una heroína sino como una creadora de vida y devoradora de cuerpos, la imagen de la vagina dentada se popularizó y transformó en parte de una ficción feminista. Ésta se defendía a sí misma y a su género a partir del instrumento punzocortante que portaba entre las piernas. Es decir, este personaje prehispánico inspiró grandes historias sobre la anti-violación.
Recientemente el aparto femenino con dientes formó parte de diversos personajes: en un pasaje del bestseller “American Gods” de Neil Gaiman, en la película “Teeth” (2007) y en la obra de anime “Wicked City”. La novela “Cristóbal Nonato” de Carlos Fuentes también contiene personajes femeninos con vagina dentada, al igual que en la novela “Dr. Adder” de K. W. Jeter. Por otro lado, las vaginas con dientes forman parte de la obra de ficción de Dan Simmons y de la colección de historias cortas: “Lovedeath”.
Pero este mito no solo se ha quedado en el arte, se ha extendido a la cultura popular, aparece en un capítulo de South Park y en la novela “Snow Crash” de Neal Stephenson, en la forma de un dispositivo anti-violación para la vagina, llamado “Dentata”. Respecto a este último punto se ha especulado que durante el siglo XIX se diseñaron dispositivos anti-violación similares al que aparece en el texto de Stephenson; sin embargo, no existe registro de ellos.
El pasado prehispánico muestra a la mujer, en específico a las deidades con vaginas dentadas, como seres hambrientos de hombres, sangre y semen. Entre los naguas persistía la idea de que la presencia femenina sólo tenía el objetivo de seducir a los varones para castrarlos y justo ese era el miedo más profundo del género masculino; la mujer y su sexualidad desbordada era una amenaza real y causal de muerte para ellos. En el plano terrenal, ese miedo se refería al primer encuentro entre una virgen y un hombre que desconocía los riesgos y/o placeres verdaderos del coito.
A pesar de ser ellas quienes portaban un miembro peligroso y poderoso, capaz de mutilar –según la leyenda–, las transgresiones sexuales siempre ocurrían en contra de las mujeres. Las dadoras de vida, como las identificaban las culturas precolombinas, debían ser ultrajadas para concebir lo que la humanidad necesitaba. Hoy la vagina dentada es un arma con la que diversos personajes de ficción literaria y audiovisual, se han empoderado y creado un método anti-violación. No olvidemos que siglos después, mujeres de todo el mundo aún son víctimas de abusos sexuales.
Este conjunto de leyendas nahuas nos ayudan a recordar que la vagina contemporánea no tiene dientes, sino el poder de protegerse a partir de derechos y libertades, y estos no son parte de una concepción feminista, sino humana.
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Algunas de las imágenes pertenecen a la serie “Xochiquetzal” de la artista mexicana Rurru Mipanochia
Fuentes:
López Hernández, Echeverría García, “Tlaltecuhtli como vagina dentada en la concepción nahua prehispánica”, 2011 Nexos