5 poemas de Andrea Valbuena

Nacida en Barcelona en 1992, Andrea Valbuena es una de las poetas españolas más leídas de estos últimos tiempos. En dupla con Elvira Sastre, ha dado una gran cantidad de recitales y charlas de poesía, incluyendo países como Argentina y México. A continuación, 5 poemas de su libro "Si el silencio tomara la palabra".

5 poemas de Andrea Valbuena

Autor: El Ciudadano Argentina

La razón del miedo

Entiéndeme, la última vez,
dejé que se esparcieran mis pedazos.
Por eso hoy,
no esperaba encontrarme
tan entera ante tus ojos.

No la conoce

Una vez escribí: «Te quiero porque adoro mi pena».
Me ha inundado la tristeza al releerlo.
Qué ignorancia.
El amor,
cuando merece la pena,
no la conoce.

 

Recuerda

Ahora que no estás,
mi memoria es un campo de minas.
No hay nadie que me advierta,
nadie que detenga mi curiosidad,
nadie que me haga olvidar dónde explotabas.

Ella es breve

No quieres destapar este desastre.
Hablamos de un barco a la deriva,
que sigue anclado a la orilla que abandona.
Un amante precoz
que acaricia las cadenas de sus errores.
Una trapecista que pierde el equilibrio
y todavía te busca más allá de su red.
Una voz enamorada del silencio.
Un poeta que sólo sabe escribir a su primer amor.
Hablamos de un caos
que adora la brevedad de las cosas eternas
y se ordena omitiendo que ama.
Por las noches no grita
no tiene ganas,
sólo escucha y presta atención a su calma.
Hoy ve a la vida alimentando una soledad divina,
y esa luna que brilla más que nunca
porque, como ella, sólo será esta vez.

Todo está bien

Dos cuerpos que se enciende
avivan la luz de un principio.

Un reloj se para
dando cabida a esta hora muerta
en la que no estás ni apareces.
Y la realidad se presenta desmedida.

Lo único que no muere es la verdad,
amor, y tú la has roto.

Ante la mentira,
yo prefiero desbordarme y acabarme
a ponerle un parche al miedo.
El dolor es un amigo,
porque le doy la mano y me aleja de yi,
Cuando vacilo, me recuerda tus razones,
tu risa, tu humillación y tus silencios.

Pero todo está bien.

Dos cuerpos que se encienden
pueden apagarse,
porque la luz no es el motivo
ni la oscuridad un final.


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