Eran las 10 de la noche, hora de inicio del evento y, después de dar muchas vueltas por el puerto de San Antonio, pudimos dar con la dirección. Se trataba de una casa como cualquiera, quizás algo más larga que sus vecinas. Era el salón del departamento de cultura de la municipalidad. Había algunas personas en el exterior, no muchas. Al intentar entrar nos dicen que esperemos un poco, es por turnos de uno en uno. Ya nos va a tocar, nos vendan los ojos y nos dejamos guiar. Entramos a un lugar totalmente oscuro donde nos estimulan el olfato con aromas, el gusto, el tacto con fría escarcha por las manos, cara y cuello, después unos masajes en las manos y otros en el cuello y cabeza. Luego de esta introducción ritualesca nos desvendamos y entramos al salón del concierto, que ya estaba casi lleno. Al tomar asiento nos sigue llamando la atención la producción, se trata de un escenario completamente adornado con troncos y tablas que asemejan un muelle, sobre este reposan cochayuyos, juncos, conchas de caracoles y otros moluscos, crustáceos y algas. En el fondo una réplica de un faro. La bienvenida y presentación del conjunto están a cargo de Piny Levalle, fundador de Kalimarimba. Después de bellas palabras introduce a cuatro jóvenes porteños, se trata de Albatros. Suben al escenario y se sientan en sus sillas. Son muchachos de hoy, que con poleras pintadas a mano con colores y motivos psicodélicos, se lanzan con la primera parte de la presentación. Son tres temas acústicos con guitarra de palo y voz, la que destaca por sus aullidos, gritos y sonidos que emanan de la boca barbuda de Fabián Abarca. La banda la componen además Carlos Millar en batería, Claudio Benavides en guitarra y Antonio Hernández en bajo.
Se puede apreciar desde un inicio el fiato que existe entre los músicos y con el público. Bromas van y vienen, creando una cercanía y amistad entre todos y sin conocerlos, Albatros cae bien. Pasa lo acústico y luego las sillas sobran, salen despedidas del escenario y todos de pie. Comienza a sonar el aullido de la guitarra eléctrica, la batería y el compás del bajo. Es la hora del rock y es psicodelia que se complementa bien con la voz que se escucha a buen volumen y clara. La amplificación funciona bien y podemos apreciar el sonido de cada instrumento con claridad, al tercer tema un invitado: Pedro Chacón que llena estos ritmos con el charango. Pasamos por un tema dedicado al pueblo mapuche, es “Indio” que comienza con trutrucazos de parte del invitado. Luego más sonidos locales con una quena bien ejecutada. Albatros despliega una buena dosis de energía, alegría y optimismo. Amor por la vida y su territorio es lo que emana por los instrumentos y los poros de Albatros. La complicidad con el público alcanza su clímax con los saludos a las madres y tías de los músicos, quienes se levantan de las sillas para dejarse ver mientras saludan a sus críos apostados en el escenario.
La música en vivo finaliza y somos invitados a una habitación contigua. En ella encontramos muchas más algas y cochayuyos, mesones marisqueros de la caleta y arena en el suelo, indumentarias de buzo y otros elementos adornan muy bien el espacio, creando un ambiente marino propicio. El amor a la naturaleza se respira en el ambiente, todos y todas están felices, los músicos y sus familias, los organizadores y sus invitados. Destaca el trabajo de los organizadores, se trata de Ximena Cartagena y su equipo del departamento de cultura de la municipalidad. Este equipo demuestra que con la mirada adecuada, el foco en lo local y mucha imaginación, se pueden hacer muy buenas actividades desde una muni y lo están demostrando cada mes con este ciclo de Creadores del Maipo.
¿Dónde y cuándo fue?
Sábado 8 de agosto
Salón departamento de cultura Municipalidad de San Antonio
22:00 Hrs.
Sebastián Larraín
Onda Corta
El Ciudadano