-¿Cómo manejás la relación de lo político y lo literario? Siempre hablando de lo político no como algo partidario, sino en un sentido de denuncia. ¿Cómo se equilibra eso sin caer en un estilo panfletario?
-No, dios me libre de eso. Eso no me gusta ni hacerlo ni leerlo. La verdad que no lo pienso de forma autónoma lo político o la denuncia del rol de la mujer dentro de la sociedad. Se me presenta de otra manera, a través de los personajes. En Hay gente que no sabe lo que hace (Paisanita Editora, 2016) era básicamente algunas personas a las que les pasan cosas, después en el camino o tras haberlo terminado me doy cuenta de algunas cosas, de otros significados. Se maneja mucho de lo inconsciente cuando estás escribiendo, por ahí pienso que escribo sobre algo y después me doy cuenta que era otra cosa. Lo político está en cualquier dimensión humana.
Se maneja mucho de lo inconsciente cuando estás escribiendo, por ahí pienso que escribo sobre algo y después me doy cuenta que era otra cosa. Lo político está en cualquier dimensión humana.
-¿En qué sentido?
-En muchos casos en las relaciones de poder, ya sea a nivel pareja, familiar, distintos vínculos. Lo mismo los mandatos sociales que se cargan sobre las mujeres, lo relacionado con lo sexual, lo laboral, la maternidad. Pero jamás lo pienso así mientras estoy escribiendo un cuento.
-¿Cómo manejás la tentación que puede tener un escritor en usar la autobiografía como material literario?
-Es un material más, como lo que veo y oigo en la calle, lo que escucho en el edificio cuando estoy en mi casa. Yo vivo en un contrafrente y hay mucha vida a través de las ventanas. En las cosas que escribí, salvo en ese caso de «La princesa enamorada», nunca nadie me preguntó si eso era autobiográfico, lo cual me sorprendió para bien. Se armó un universo que no necesariamente me identifica como autora, aunque en realidad hay mucho que tiene que ver con mi historia. Yo no le tengo ningún prejuicio a lo autobiográfico ni para escribirlo ni para leerlo, se lo suele considerar como algo de segunda mano, cuando en realidad depende de como lo uses.
Yo no le tengo ningún prejuicio a lo autobiográfico ni para escribirlo ni para leerlo, se lo suele considerar como algo de segunda mano, cuando en realidad depende de como lo uses.
-Dentro del canon literario y la crítica se suele asociar mucho a lo femenino con la autobiografía y con eso de «si lo escribe una mujer, es para mujeres», también relacionado a eso de «la mirada femenina» en vez de entrar en juego con todos los libros que se escriben. ¿Qué pensás de ese fenómeno?
-Yo te voy a ser muy directa con eso: para mí entra ahí una cuestión más de pereza del periodismo. Es más fácil y más rápido resolver por ese lado las cosas que pensar algo distinto. Me acuerdo cuando salió el libro de Mariana Enríquez le digo: «Vos venías re zafando con eso de la «mirada femenina» porque hacés terror«. Y me contesta: «Para nada, me atomizaron con todas esas preguntas. Nunca me pasó tanto«. No es un problema nuestro, sino de aquellos que leen eso. Es una mirada sonsa sobre la escritura hecha por mujeres, es algo muy fácil, un lugar común dentro del periodismo.
-Si bien en los últimos años han aparecido escritoras mujeres que le disputan el lugar a los hombres dentro de la escena literaria, aún así es difícil ver cierta equidad en los paneles y antologías. ¿Qué lugar ves que ocupan las mujeres en calidad de autoras?
-Se está publicando más en general literatura argentina en comparación a 20 años atrás y en eso se publica mucho más a autoras argentinas. Ahora hay una cantidad enorme y muy diversa. En los últimos 8 años se modificó mucho el mercado editorial con el surgimiento de las editoriales independientes, que abrieron un panorama de posibilidades que no existían antes. Lo mismo sucede con las redes sociales, las revistas y los ciclos. Es una década de mucha efervescencia de escritura.
-También un poco se puede ver en relación con las distintas movilizaciones y tomas de conciencia que hay en relación a la violencia de género y sus vínculos con la literatura.
-Sí, puede ser, nunca se sabe bien quién fue primero, si el huevo o la gallina. La literatura, si está viva, está acompañando lo que pasa. De todas formas ahí hay de todo, suele haber cosas muy oportunistas y otras más profundas. La literatura no tiene el deber de nada, sucede simplemente. Como es tan nuevo este movimiento de género, no se sabe bien hacia dónde va a ir, a donde se va a organizar. Eso es lo mejor y lo más inquietante, porque no se parece a nada anterior. Eso le da un empuje que quizás otros movimientos no tendrían. Hay algo en lo artístico que toca eso. Están conectados sin proponérselo
-A la hora de escribir, ¿tenés algún mecanismo o rutina?
-No, siempre me viene una historia a través de un personaje en alguna situación. Son muy pocos los cuentos que me salieron de un tirón, algunos estuve laburándolo meses. Otros tuvieron diferentes versiones con los años. La única rutina es estar en casa tranquila, en mi compu, no tengo horarios favoritos tampoco. Lo único que hay que hacer es arrancar, como decía Laiseca, sin ponerle palos a la rueda con una autocrítica fuerte.
Hay mucha idealización con la escritura. También, con mi experiencia de dar talleres, puedo ver que hay muchas personas que no pueden ver la distancia entre lo que hay en la cabeza y lo que hay en el papel.
-Por último, a alguien que está interesado en escribir, ¿qué consejo le podrías dar?
-Leer mucho, escribir mucho. Laiseca decía: «Leer, escribir y vivir mucho». Tener experiencias de vida. Tiene que ser algo que se disfrute a pesar de estar con la soga al cuello o frustrarse. Hay mucha idealización con la escritura. También, con mi experiencia de dar talleres, puedo ver que hay muchas personas que no pueden ver la distancia entre lo que hay en la cabeza y lo que hay en el papel. Es necesario tener la humildad de escuchar la opinión de los demás, sin importar que sea un profesor o un amigo. Lo que quedó en la hoja puede no ser lo que quisiste decir. El tiempo y el trabajo son claves, más allá de algún talento innato. Eso es lo mejor que puedo transmitir y que aprendí con Laiseca. Hay tardes malas y puede pasar, generalmente lleva mucho tiempo.
Por Gustavo Yuste
@gusyuste
*Alejandra Zina nació en Buenos Aires en 1973. Publicó la antología Erótica argentina y, en co-autoría, la compilación En primera persona. Correspondencia argentina en dos siglos. Tiene editado el libro de cuentos Lo que se pierde (Carne argentina, 2005) y la novela Barajas (Plaza&Janés, 2011). Relatos suyos integran diversas antologías de Argentina y España.