En la casa blanca con listones rojos de la avenida Rotaria, entre Fuerzas Armadas y San Vicente de Barquisimeto, hogar donde el Cantor del Pueblo Venezolano Alí Primera siempre se quedaba cuando venía a esa ciudad venezolana del centro-occidente del país suramericano, hay un hermoso jardín donde crecen las rosas.
Las flores de esta casa le encantaban al famoso cantor y compositor de «casas de cartón», «canción mansa para un pueblo bravo» y «zapatos de mi conciencia», entre muchas otras piezas memorables de la «canción necesaria», como se le identifica a esta música de contenido social y político de América Latina.
Luz Lourdes Benítez de Yépez, la madre de la familia Yépez Benítez, con 45 años de residencia en esta casa situada en una esquina del oeste barquisimetano, recuerda que el jardín de su hogar le fascinaba a Alí Primera, el más importante intérprete venezolano de música de “protesta”, como también se le conocía.
A Alí Primera especialmente le gustaban unas rosas rojas que daba este huerto y que Luz Lourdes, una maestra jubilada, siempre le guardaba al cantor cuando venía a visitarlos.
Este y otros rincones de la amplia casa son alimentados de bonitos recuerdos con Alí Primera, por cada uno de sus integrantes a propósito de conmemorarse este 31 de octubre 77 años de su nacimiento en Paraguaná, tierra venezolana de sol, viento y arena.
«Cuándo Alí venía y tenía flores el rosal le guardaba una, le gustaban mucho», aseveró Benítez de Yépez, sentada al frente de su casa, acompañada de su esposo Ángel Eduardo Yépez Yépez, militar retirado y padre, junto con Luz Lourdes, de cinco hijos: Yarit, Ángel Eduardo, Luz Berenice, José Gregorio y Edluz.
El día que conocimos a Alí
Luz Lourdes y Ángel Eduardo rememoran perfectamente bien el día que conocieron a Alí Primera en 1980, cuando ya era un artista y militante político de la izquierda venezolana, reconocido y consagrado, con dos decenas de discos publicados y más de un centenar de canciones compuestas e interpretadas.
Al cantor del pueblo le hablaron de un niño que podía intervenir en una canción que había compuesto él, “Canción bolivariana” se llamaba, en la que el Libertador Simón Bolívar, tenía una conversación imaginaria con un niño venezolano.
Ese niño era José Gregorio Yépez Benítez, el cuarto hijo de Luz y Ángel, que cantaba, declamaba y había participado en conciertos, festivales y otras actividades musicales a sus cortos 10 años de edad.
Alí fue una tarde a la casa de los Yépez Benítez, en compañía del maestro Argenis Peña, que le había hablado al cantor del niño, con el propósito de pedir permiso a los padres para que Goyito, como le decían al niño en la casa, pudiese grabar la canción con él.
«Vengo para llevarme a tu hijo», recuerda Luz Lourdes que le dijo Alí de una, apenas la vio, lo que le impresionó mucho.
Ella le respondió que debía esperar a que llegara su esposo Ángel, para saber qué opinaba sobre la propuesta, de llevarse al niño a Caracas para grabar la canción, idea con la que el joven estaba muy entusiasmado.
«¿Usted me conoce a mí?» fue lo primero que le dijo Alí al esposo de Luz Lourdes, Ángel Eduardo, apenas los presentaron. «No te voy a conocer si te cargo hasta en foto…», le respondió con una sonrisa el militar.
«A nosotros nos daban fotografías para que identificáramos a los revolucionarios de aquella época», quienes eran perseguidos por los cuerpos de seguridad de aquella época.
Ángel le dio el visto bueno a la propuesta de Alí y de esa manera, a la postre aquel niño y aquella canción se convertiría uno, Goyito Yépez, en un reconocido y exitoso cantautor venezolano y la otra en una de las canciones emblemáticas de Alí.
De esta manera se comenzó a sellar un vínculo insoslayable, fraternal y profundo entre esta familia y el «cantor del pueblo venezolano». Ese vínculo quedó plasmado en más de una oportunidad en las carátulas de los discos que les dedicaba.
«A la familia Yépez Benítez, con la alegría de sentirlos amigos», le escribió en el disco Abrebrecha, que grabara en 1980. Y al niño que lo acompañó en una de las 10 canciones del disco, también le escribió en la carátula: «A Goyito, compañero en el hermoso camino del canto por el pueblo. Un abrazo. Los quiere. Alí».
Un hombre muy sentimental
Alí era un hombre muy sentimental, coinciden los esposos Yépez Benítez, sobre la personalidad del cantor. «Una vez llegó muy molesto a la casa», recordó Luz Lourdes. Se había conseguido una iguana recientemente muerta en la calle. Un carro la había pisado y lamentablemente matado.
«Llevaba una flor en su boca…», recordó Alí luego con sentimiento. «Seguro la flor se la iba a llevar a su iguana…», agregó con silencioso lamento.
Otro día llegó a la casa de los Yépez Benítez con unos santos, que se los compró a un anciano en el terminal de pasajeros de Barquisimeto, que le contó no había logrado vender uno en todo el día, los compró para ayudar al vendedor y se los llevó a Luz Lourdes.
En uno de esos días llegó con unos loros pichones desnutridos, conseguidos en circunstancias similares, por ayudar a un menesteroso.
«Mira goyona», como le decía Alí a Luz. «Uno (de los loros) hasta se parece a Adelis» Freitez, uno de los personajes del emblemático grupo venezolano Carota, Ñema y Tajá. «Eso sí goyona, cuando crezcan los sueltas para que anden libres por el patio», recordó Luz Lourdes que le dijo Alí.
Cada rincón de la casa de los Yépez Benítez está lleno de recuerdos del cantor del pueblo. En la cocina, por lo menos, hay una enorme pintura de Alí con su hijo menor, Juan Simón, cuadro que acompaña a la familia desde 1985. En la sala hay otro cuadro, un «corazón de Jesús», al que siempre Luz Lourdes le ponía una vela encendida.
Dijo que cuando Alí llegaba a la casa y veía que el corazón de Jesús no tenía la vela encendida, le preguntaba: «Goyona ¿Qué pasó con la luz?».
Otro día, cuando el rosal rojo tenía flores, le pedía una rosa y ella con amor se la daba para que la llevara y lo acompañará en su largo camino de lucha, amor y compromiso revolucionario.
El techo que Chicho reparó
Todos los integrantes de la familia atesoran bonitos recuerdos de Alí. Su tupida cabellera es uno de los primeros que guardan los hijos e hijas de los Yépez Benítez del cantor.
«Es lo primero que recuerdo, cuando entró a la casa aquella tarde que venía a pedir el permiso para Goyito», con su enorme pelo afro, como se le decía al famoso corte que siempre acompañó a Alí, recordó Ángel Eduardo, el mayor de los varones de los esposos Yépez Benítez, mejor conocido entre sus familiares y amigos como Chicho.
«Cuando Alí venía a la casa se quedaba en nuestro cuarto», donde dormían Goyito y él. Un día, contó Chicho, «hice una reparación en el techo porque goteaba cuando llovía y le eché unos brochazos de petróleo. Estaba contento porque pensé que el trabajo me había quedado bien».
Ese día, señaló, vino Alí y se quedó en el cuarto. Conversando con el cantor sobre el techo y otros temas, poco antes de dormir, una gota le cayó a Alí en la frente. A Chicho le dio vergüenza, pensaba que el trabajo le había quedado bien.
Pero más recuerda la reacción de Alí. «Que triste se oye la lluvia… en el techo que Chicho reparó…», cantó Alí haciendo una parodia de su famosa canción «Casas de cartón».
Otro día, rememoró Chicho, estaba estudiando en la sala de su casa. En ese momento pasa Alí por la sala y de repente le dijo con urgencia: «Chicho, Chicho, anota esto aquí y yo rá y rá anoté ‘. ‘¿Lo anotaste?’ me preguntó, ‘sí’, le dije. ‘Dame eso aquí’, me dijo. Luego esa anotación se convirtió en una famosa canción de él, así componía Alí algunas veces», agregó Ángel Eduardo, actualmente ingeniero agrónomo de profesión.
A Luz Berenice, la tercera hija de la familia Yépez Benítez, Alí Primera siempre le inspiró ternura. «Desde que lo vi el primer día me inspiró eso, mucha ternura», aseveró. «Alí era uno más de esta familia, era uno más de nuestros hermanos, así lo veíamos. Ésta siempre fue y será su casa».
A Alí, al igual que las rosas rojas, le gustaba mucho el tema de la Navidad y de los regalos. Un mes antes de morir en un episodio no suficientemente claro (el 16 de febrero de 1985), visitó a la familia Yépez Benítez en Barquisimeto y le llevó a la niña más chiquita de la casa, Tina, como le dicen a Edluz, la menor de los Yépez, unos juguetes. Junto a los juguetes le dejó una carta que indicaba:
«Querida Tina. El Niño Jesús estuvo por la casa con unos paqueticos. Espero te gusten, están llenos del cariño que te tenemos él y yo. Dale un abrazo a tus padres, hermanos. Para tí un besito. Tu panita Alí Primera. Barquisimeto, 11/01/85».
Esa carta es guardada por la familia Yépez Benítez en un álbum de la casa, así como cada rincón de este hogar atesora hermosos recuerdos del cantor del pueblo venezolano y latinoamericano.
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