Tic-tac, tic-tac… corea el público mientras Andrés Godoy toca con los dedos de una mano el mástil de su guitarra. Tic-tac, dice Andrés también, interpretando una compleja melodía cadenciosa, con el ritmo invariable del engranaje de un reloj. Tic-tac, continua, como el compás seguro de un molino dando vueltas. Tic-tac, como ese molino de trigo del negocio familiar en San Antonio que a los 14 años le arrancó el brazo derecho a Andrés y que quiso dejarlo sin su único refugio y sin su forma particular de escape: la guitarra.
Pero Godoy no se rindió. A los 18 años comenzó nuevamente a interactuar con la guitarra, de la forma en que pudo y escondido de sus padres. Sabía que su relación con el instrumento jamás iba a ser como antes y que tampoco podría hacer algunas cosas que para la mayoría de los guitarristas son normales, pero no le importó: “Al principio busqué la guitarra, no pensando en tocar, sino como refugio, pero de a poco fui generando una habilidad, un método y después de 10 años, me di cuenta que si podía tocar, no de la manera tradicional, pero sí a mi manera”. Mucho le preocupó también no convertirse en un show de circo. “El tema de la morbosidad, al verme tocar, me complicó. Rechacé varios contratos por eso mismo”, explica.
Por mucho tiempo desarrolló el sistema bautizado por él como “Ta-tap”, una forma de Fingerstyle que nadie le enseñó, porque simplemente no existía. En términos generales consiste en golpear con los dedos las cuerdas para generar el sonido, aunque también con su habilidad (y la ayuda del dedo meñique) es capaz de hacer acordes incluso arpegiados. Esta técnica y según sus palabras “genera un sonido más puro, sin efectos y como uso las yemas de los dedos y no una uñeta, es mucho más orgánico”.
La música de Godoy, que en décadas anteriores se presentó junto Ernesto López y a la banda Alejaica, está influenciada por diversas fuentes. Rock, folclore, pop, ritmos tropicales y obviamente música más “docta”, y aunque sus canciones instrumentales puedan parecer complicadas, enigmáticas y algo barrocas, Andrés también sabe disfrutar e interpretar ritmos de gustos más masivos. En sus últimas presentaciones en Chile, antes de partir al extranjero, tocó pop del bueno junto a varios amigos invitados, cumbias con el grupo Keko Yoma, y un set con Joe Vascocellos. Al final de la primera canción, la sensación de impresión por su forma de tocar con una mano desaparece, el público se olvida del aspecto físico y lo único que queda es el disfrute de un gran músico.
Andrés, además de aportar a la música con su inmenso talento, también ha ayudado a generaciones más jóvenes a desarrollar sus habilidades y a hacer de la música una carrera. Como productor musical y como precursor de las Escuelas de Rock ha apoyado a importantes grupos como Sinergia, Los Peores de Chile, Los Bandoleros y Las Lilits. “Me gusta ayudar a jóvenes y creer en los talentos de Chile, para que así la música también sea un refugio para ellos, tal como lo fue para mi.”
Sebastián Ansaldo
Onda Corta
El Ciudadano
Foto: Evelyn Cazenave