A veces sin darnos cuenta, nuestras decisiones nos instalan en contextos que le dan un sabor más interesante e intenso a las experiencias que vivimos. En esta ocasión me refiero específicamente a la experiencia teatral a la que asistimos el pasado Miércoles 29 de Marzo en el Centro Cultural Gabriela Mistral: la nueva obra de Viaje Inmóvil “Año Nuevo”.
Esa tarde, después de una larga jornada de labores en la periferia de Santiago partimos en viaje a nuestra cita con esta nueva obra, ansiosas y expectantes de lo que traería hasta ese escenario la compañía Viaje Inmóvil.
A través de la radio nos mantuvimos enteradas de la conmemoración del Día del Joven Combatiente, y hasta última hora esperé una posible cancelación de las funciones del GAM, lo que me mantuvo atenta a cualquier señal. Pero nada indicaba disturbios en el sector.
Después de un viaje considerable y un tramo de caminata llegamos al frontis del GAM, y lo encontramos cerrado. Seguimos al siguiente acceso y estaba también cerrado…
En busca de respuestas volvimos a la entrada principal y advertimos que un guardia cuidaba la entrada, pidiendo tickets o argumentos para permitir el acceso. Así accedimos a este protegido lugar, protegido de algo que afuera no ocurría.
Ya instaladas en la espera volvimos a la pregunta: “¿Qué nos traerá esta vez Viaje Inmóvil?”. Y es que en su trayectoria nos hemos deleitado, sufrido, emocionado y confundido con sus obras, que a la fecha me atrevo a definir como un Teatro Social, (ó Sociológico), y no porque se mueva en escenarios populares, o hable de temas sociales aceptados como “contingencia”, sino más bien porque logra encontrar esas micro historias, esas que nadie llegaría a conocer nunca si no fuera por estas puestas en escena.
Es cierto que las obras son en realidad ficciones creadas por esta Compañía de Teatro, pero el núcleo de estas ficciones no es más que la vida misma de un sin número de “Don y doñas nadie” que construyen en su devenir la verdadera historia del ser humano, una historia que pocos contarán, pero que es la que nos refleja en toda nuestra humanidad con más fidelidad que cualquier otra. Y no estamos hablando de identidad chilena, es un reflejo de la humanidad en general.
De entrada, tres estructuras tipo estanterías alojan cajas de cartón, que orgullosas muestran sus símbolos de “Frágil”, “Reciclable” y “Proteja de la lluvia”, dos por un lado y una por el otro. Una cortina de velo blanco une en el fondo a dos de estas estructuras. Las estructuras, aunque sostenidas completamente en el suelo, se ven frágiles también, no muy bien encajadas entre los cuerpos que las componen. En el centro, una mesa y dos sillas de madera con sus posa brazos correspondientes.
En una de las estructuras y sobre una de las muchas cajas de cartón hay un equipo de música, y sobre él un reloj de pared que indica con sus clavijas las 12, en punto!
En otras cajas vemos un teléfono y una lámpara. Todo indica que estamos en 1980.
En escena, 2 actores, Jaime Lorca (Miguel) y Tita Iacobelli (Isabel), algunas máscaras de medio rostro y uno que otro elemento de aseo, peluca, globo, delantal… simplemente lo preciso. Un puzzle exquisito para los estetas descifradores de mensajes.
Al comenzar, la obra se nos muestra Light. Una familia de 3 integrantes: padre, madre, hija adolescente; que se sostiene gracias al trabajo artesanal e independiente del padre, trabajo que está en su apogeo gracias a ciertas alianzas que tensionan. “Primero la comida, después la moral”, declara Miguel. Es año nuevo. Los demás integrantes de esta familia (hermano, hermana, abuelo y nana) los visitan, así mismo un cliente especial.
Es cierto, dije que en escena habían 2 actores. Y si, hay dos actores que con la ayuda de máscaras, globos, maceteros y gorritos de fiesta van trayendo hasta nosotros toda esta multitud.
Una vez terminada esta escena y luego de una sutil pausa, comienza otro día más, de algunos años más adelante, un nuevo Año nuevo. Y al terminar éste, otro, y luego otro…Y poco a poco ves cómo se desarrollan estas vidas, que en conjunto fracasan, decaen, envejecen. Y vamos viendo la fragilidad del éxito, la fragilidad de la juventud, la fragilidad de la humanidad.
Pequeños detalles nos van indicando que avanza el tiempo, que las tecnologías “mejoran”, que cada día nos permiten comunicarnos mejor con los que queremos pero están tan lejos… Y cómo nos aferramos a estos objetos mágicos que guardan en su interior a los que extrañamos, tal como si fuera una lámpara que sólo de vez en cuando podemos frotar.
Y algo empieza a encenderse en tu interior, y en su combustión duele y reconforta. Todo al mismo tiempo. Y es que es tan cierto… es tan triste…es tan humano… y por lo mismo tan hermoso en su imperfección.
Y uno se pregunta … “¿cuántos Migueles y cuántas Isabeles estarán viviendo esto mismo hoy?, ¿cuántos lo vivieron ya?, ¿cuántos más lo vivirán después?, “¿cuántos lo sobrevivirán?” ”
Qué les pasó a Miguel e Isabel es algo que no voy a contar. No está en plan.
El plan es que vayan a verla y vivan uds. mismos la experiencia, con la mayor inocencia posible, sabiendo si que esta joya sociológica tiene su precio, y también su recompensa.
Ahora, podríamos decir que Viaje Inmóvil ha abandonado su trabajo con marionetas?, imposible asegurarlo, lo que sí puedo asegurar es que el uso de objetos y su animación en escena denota un trabajo dedicado y delicado, que justifica y da sentido a la presencia de cada uno de ellos sobre el escenario.
Pero no sólo los objetos suben y cobran vida sobre este escenario. La crítica social oculta detrás de pequeñas acciones y parlamentos, que si no estamos atentos podrían escapar fácilmente, actúa implícitamente durante toda la obra. En su vuelo yo alcancé a atrapar críticas al sistema de salud, al clasismo y/o arribismo chilensis, a las fuerzas armadas y su gran diosa la guerra, a la invasión de productos made in China que no permite ningún tipo de competencia por parte de los talleres artesanales pequeños, a la tragedia que significa para algunos la producción de dinero, y cómo éste se ha convertido en la única ficha de cambio en esta impresionante y sucia pulpería.
Al terminar la obra la fogata encendida en mi interior quema mis ojos y riega ese algo invisible que te hace sentir vivo, a pesar de toda la frialdad circundante, que a diario intenta mantenerte congelado y sin emoción.
Al salir de la “protección” de ese imponente edificio que es el GAM y todo lo que significa, sientes que vienes de una hermosa lucha, digna de ese día en que se conmemora la muerte de 2 jóvenes combatientes, asesinados por Carabineros chilenos hacen ya 32 años, justamente por querer conmemorar la muerte de otro joven combatiente asesinado, tal como años nuevos van pasando en esta emocionante obra.
“Año nuevo” sigue en cartelera en el GAM hasta el 8 de Abril con entradas entre los $4.000 y $8.000.
Más info: http://www.gam.cl/teatro/ano-nuevo
Por Tania Corvalán
profesora de la Escuela Teatro de Muñecos