Entre toque de queda, milicos en las calles, brutalidad e impunidad, barricadas, dolor y una historia que se repite, nace «Astuta Jauría», grabada y producida en formato fanzine, luego viralizada por mensajería cifrada hasta que eventualmente, llegó a redes gracias a los y las seguidoras de la artista, transformándose «en el eco de la rabia y del amor por el caos que degustamos en octubre del año pasado», en palabras de Araceli.
«Que la música sea escudo, refugio y ofensiva. Que las cantoras no somos entretenimiento y que nunca hemos precisado de nada ni de nadie para cantar lo que hay que cantar», expresa la música con más de 15 años de carrera, que este 2020 se propone desde el arte de la musicalidad popular, «un lugar fértil de creación y aprendizaje, una instancia de libertad donde la sujeta reflexiona vivamente durante el proceso y no es meramente una grabadora que canta noticias reproducidas o citas de autoras desconocidas».
La música es historia, registro y combate. El estreno de Araceli sigue la lógica del sampler, tal como en singles anteriores, logrando fusionar a Violeta Parra con la perspectiva propia. Una conversación sobre la manipulación de masas, la marginalidad y la identidad patria, que contó con el trabajo en producción de Blosqui Orellana y la misma cantante. Sin cerrarse a la sonoridad, las verdades recorren el trap, el hip hop y los matices de música popular y folk, logrando una identidad provocativa sin necesidad de etiquetar el arte.
Lo híbrido es hermoso, lo literal es imperante, y «Astuta Jauría» aumenta la experiencia junto a un clip colaborativo con una revisión de archivo cinematográfico en el que se identifican piezas como «Viaje a la Luna», «Patagonia Rebelde», «El Perro Andaluz»; «que intenta hacer una conceptualización histórica a la reciente revuelta, otorgando puntos provocativos para la discusión», comenta la artista que usó imágenes, fotografías, planos y escenas para recorrer hitos históricos y fechas memorables invisibilizada por la hegemonía imperante.