La tecnología de impresión en 3D ha llegado para cambiar radicalmente la manera en la que vamos a construir el mundo del futuro. Hoy las impresoras y bio-impresoras 3D se utilizan para fabricar todo tipo de cosas: desde comida a protesis para amputados, desde ropa a tejidos celulares, desde casas a órganos humanos. También la artista japonesa Megumi Igarashi ha querido aportar un granito de arena a esa revolución en ciernes. Y lo ha hecho creando una plantilla para la impresión de… su propia vagina. He aquí imágenes del proceso:
Igarashi, más conocida por su seudónimo Rokudenashiko (que podría traducirse como “chica absurda”, o “chica que no es buena en nada”), pensó que ese modelo tridimensional de su vulva era la mejor recompensa posible que aquellos que habían acudido en apoyo de su arte a través de la campaña de crowdfunding que lanzó el pasado año. Aquel llamamiento tenía por objeto recaudar fondos para su 3DMKBoat Project, o “Pussy Boat”, que no es otra cosa que una piragua modelada a imagen y semejanza de su vagina.
Igarashi lleva tiempo luchando contra el tabú que aún supone para la sociedad japonesa la representación de los genitales femeninos en cualquier tipo de contexto.
Por eso se define como la primera y única artista de “DECO-MAN”, una expresión que juega con la palabra japonesa para designar a la vagina (manko) y que ella traduce como “decoración de moldes de mi coño”.
Ella misma explica su motivación así: “¿Por qué empecé a hacer este tipo de piezas? Fue porque no había visto muchas vaginas de otras y me preocupaba mucho por la mía. No sabía qué aspecto debía tener y pensaba que la mía era anormal. Manko, vagina, ha sido un gran tabú en la sociedad japonesa. El pene, por contra, ha sido usado en multitud de ilustraciones y aceptado como parte de la cultura popular. Pero el coño nunca ha sido tan lindo. La vagina siempre se ha considerado obsecena porque siempre ha sido escondida aunque sea una parte normal del cuerpo de la mujer”.
Rokudenashiko quiere hacer de la vagina una presencia más habitual, más casual y más pop en el paisaje social japonés, y por eso en los últimos años se ha dedicado a diseñar objetos como una pantalla de lámpara con forma de vagina, un coche teledirigido con forma de vagina, una funda para móvil con forma de vagina, una serie de pequeñas maquetas en las que el suelo presenta endiduras con forma de vagina… hasta escribió un comic dedicado al asunto.
Hasta ahora Igarashi no había tenido problemas con su arte, más allá de las críticas normales de quienes lo consideran provocativo u obsceno, pero su suerte cambió cuando hace unas semanas decidió distribuir a una treintena de personas el archivo con los datos para la impresión en 3D del modelo de su vulva. El envío se habría producido como la típica recompensa al apoyo de esas personas a su crowdfunding, pero las autoridades niponas la acusan de haber distribuido imágenes de su vagina a cambio de dinero, lo que vulneraría una ley nacional que prohíbe la distribución de materiales “indecentes”. Por eso Rokudenashiko ha sido detenida.
En un país en el que existen festivales populares dedicados al pene, en el que abundan todo tipo de negocios dedicados a dar vida a casi cualquier perversión sexual imaginable, en el que la animación hentai mueve millones de euros cada año y en el que la tenencia de pornografía infantil era legal hasta hace pocas semanas (y en el que aún se permiten las representaciones gráficas de menores en situaciones de sexo explícito, incluso forzado), un archivo conteniendo datos para la impresión en 3D de unos labios vaginales te puede llevar a la cárcel.
La reacción de las autoridades japonesas sólo evidencia una cosa: si antes de su detención el arte de Rokudenashiko podía parecer antojadizo, demasiado cándido y algo ridículo, ahora se nos antoja más necesario que nunca. #FreeThePussy.