El dolor de la guerra se mezcla con la alegría, cuando los desplazados se reencuentran con los suyos.
Imagina el mundo en el que vives, tú mundo, la sociedad en la que convives, el hogar en donde creciste, tu familia, tus juguetes, tus más profundos recuerdos de infancia y todo lo que tienes a tu alrededor. Ahora, piensa que simplemente tuvieras que renunciar a ello de manera forzada…
¿No?, ¿No logras imaginarlo?
Es por eso que no entenderás nunca lo que sienten centenares de miles de desplazados y refugiados que a causa de una guerra atroz, una de las más implacables y aterradoras de nuestra era, han tenido que renunciar a su propio mundo, a su vida, siguiendo un instinto natural del ser humano: la sobrevivencia.
Estas fotos captadas por Bulent Kilic, fotógrafo de la agencia de noticias francesa AFP, muestran una combinación de sentimientos que se manifiestan de manera cruda, y en ocasiones, muy cruel.
Es en Irak, la toma de Mosul, uno de los capítulos más sangrientos y violentos de la guerra contra el Estado Islámico (EI), que ha mantenido separada a miles de familias durante meses.
Los que lograron escapar han vivido como refugiados en otras zonas del Irak o en otros países. Algunos se han reencontrado tras más de dos años con sus familiares luego de días inagotables de espera sin saber sobre su paradero.