Las dos amigas ingresan dando pasos seguros en dirección a una mesa. Se ubican, se saludan con un amigo a la distancia y luego él se acerca para saludarlas y besarlas. Piden un jarro con «terremoto» y un par de vasos para empezar la jornada. Jornada que se establece teniendo como estructura central a Bendita Prudencia, en una presentación que los vuelve a reunir tras bastantes meses y que tiene la novedad del debut de una nueva integrante: Tamara Molina. Pero pese a eso la noche transcurre bajo la misma forma en que la banda arma sus presentaciones, generando siempre esa tensión, evidenciando las diferencias sonoras que buscan obtener desde sus instrumentos y con ideas que no quieren la complacencia, ni la facilidad, sino que muchas veces resultan ser una provocación.
Resultado todo esto de algo que parece un juego, que evidencia una parte histriónica, que hace que cada uno de ellos esté buscando en la mirada del otro, que esté queriendo expresarse en una suerte de cambio, de búsqueda de ser otro, o muchos otros, como da la idea el primer tema de la noche, «Camaleón» donde Carolina Holpzapfel, voz y teclado, arranca con los fuegos de esta jornada que a muchos sorprende, que a otros confunde y que sirve para apurar el mareo de ideas y música que se da. Lo mismo ocurre cuando Alexamder Muñoz, batería, asume un rol que lo vincula al rock, que lo hace jugar sin temores musicales, como quien se encuentra entre amigos y muestra eso que muchos se reservan. Pero Bendita Prudencia no se guarda nada, no se acompleja de sus cambios de sonoridad, de su paseo por ritmos y por sonar en algunos momentos suave y melodiosa, o por abordarnos con ideas de baile como ocurre en «Borrachita», que es cuando una de nuestras amigas del principio se pone de pie -por decir algo- y baila, con medio jarro de «terremoto» en el cuerpo.
Algunos se ríen con lo que van diciendo las letras, con las ideas que surgen entre cada tema, con los gritos de algunos asistentes, pero Bendita Prudencia no sólo es alegría y una ejecución tomada de las aulas de estudio, sino que también es realidad, esa dura de «Ni tu padre, ni tu hermano» o esa medio lúdica de «Sr. micrero», pero que nos refleja, en eso de darle ironía o humor a lo que nos toca vivir, pero que la banda va entregando en saltos. Pasando no por una linealidad musical y de contextos, sino que jugando, salpicando de pequeños detalles, que exigen atención, que son guiños musicales, que parecen juegos de amigos, que pueden quedar sin comprensión, pero que a la vez no habla de casillas, ni de cuadrículas donde encerrarse, sino todo lo contrario, como una forma de liberarse, de atreverse musicalmente a poner el acento en los timbres, en lo pequeño, en que las cosas no siempre son como imaginamos o como nos dijeron que tenían que ser.
Algo, esto último, que no le advirtieron a nuestra amiga del «terremoto», que no pudo seguir bailando, ni menos conversar o compartir con los músicos, mientras desmontaban sus equipos e instrumentos. A ella la tomó el aire y la noche se le dio vueltas. A Bendita Prudencia la tomó un nuevo aire dado por la nueva incorporación y por la constatación de que sus temas y su propuesta, no sólo se construye en cada presentación, sino que gozan de una propuesta que se sustenta sola.
¿Cuándo y dónde fue?
8 de octubre
22 horas
Peña de Nano Parra
Ernesto Pinto Lagarrigue 80
Textos y fotos: Jordi Berenguer
Onda Corta
El Ciudadano