«Pablo Escobar fue un talento perdido, extraviado», afirmó hoy Benicio del Toro, que ha encarnado al capo de la droga colombiano en su último filme, recién estrenado en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, donde el actor puertorriqueño ha sido distinguido con el premio Coral de Honor.
El actor, habitual de esta cita cinematográfica en La Habana, señaló en de prensa que la cinta «Escobar: Paraíso perdido» le sirvió para conocer una faceta desconocida del personaje, la de un hombre «muy familiar» que tenía un «talento inmenso para muchas cosas», pero que «cogió por la calle que no era, una triste y horrible».
«Antes de la película yo sólo conocía de él su parte de maleante, de gángster de la cocaína», señaló Del Toro, quien tuvo que engordar varios kilos para meterse en la de este personaje.
Aunque confiesa que lo más difícil del papel fue dominar el acento «paisa», propio de la región de Antioquia (Colombia), donde campó a sus anchas en los años ochenta el sanguinario Cartel de Medellín, liderado por «El Patrón» de la droga Pablo Escobar.
Del Toro admitió que el libreto del proyecto «estuvo mucho tiempo pendiente en su escritorio» porque pensaba que se trataba de una biografía al uso de Pablo Escobar, un que no le apetecía mucho hacer.
Sin embargo, el filme adopta un «enfoque diferente», ya que narra la historia real de un joven surfista canadiense que viaja a y se enamora de una joven que resulta ser sobrina de Pablo Escobar, quien, después de llegar a ser buenos amigos, intentó asesinarle.
Confiesa que «la pasión» del italiano Andrea Di Stefano, que debuta aquí en la dirección, fue lo que le convenció para embarcarse en este trabajo, que le llevó una vez más a interpretar a un personaje real, tarea titánica que Del Toro maneja a la perfección.
Así lo demostró en su encarnación del Ernesto Che Guevara, en las cintas de Steven Soderbergh, «Che, el argentino» y «Che, guerrilla», ambas de 2008, que le valió el reconocimiento en el Festival de Cannes y subir un peldaño en su ya consolidada carrera.
Pero no queda ahí, porque después de «El Che» y «El Patrón», el actor tiene entre manos un proyecto televisivo para meterse en la piel del conquistador Hernán Cortés, sobre los años que vivió en México, aunque se trata de algo que está aún muy prematuro que «ni siquiera tiene libreto».
Del Toro, habitual del Festival de La Habana donde se ganó al público cubano con sus trabajos sobre «Che», ha sido distinguido en esta edición con el Coral de honor, por haber construido una carrera sólida, con personajes inolvidables y ser una de las figuras más representativas de la su generación, sin perder nunca su conexión con Latinoamérica a pesar de haber triunfado en Hollywood.
Antes de las cintas «Che», Del Toro ya cargaba una galería de personajes claves como el policía mexicano que lucha contra la droga y la corrupción en la frontera con EE.UU. en «Traffic» (2001), que le valió un Oscar; o el exconvicto de «21 gramos» (2003), bajo las órdenes del mexicano Alejandro González Iñárritu.
A sus 47 años, el puertorriqueño, que despegó a mediados de los años 1990 con la cinta «Sospechosos habituales» de Bryan Singer, es comparado con frecuencia con grandes figuras del cine estadounidense como Marlon Brando y Robert de Niro, por sus convincentes actuaciones.
via: I21