Por Patricia Jerez
En ocasiones como ésta, no puedo dejar de pensar en la clásica expresión traductor traidor pero referida al presentador. Porque, ¿cómo vehicular la emoción con palabras, aunque de eso se trate nuestro oficio?
He leído Cambio de luces (perdonen la tristeza) (Editorial Mago, noviembre 2024, 70 páginas) una y otra vez y me encuentro como en casa, tal vez porque he experimentado en sus páginas el placer de ver surgir, como agua que brota de la roca, la palabra justa, la única, irremplazable palabra, tan esquiva y finalmente en el lugar exacto, brillando como un pez.
… la palabra tiene un aire de misterio antiguo, a curiosa onomatopeya, a grito primal, a un baile de estrellas tenaces… nos dice Vila, y esto parece ser así.
Si la palabra es eje, la inclinación del autor a la metafísica no puede dejar de manifestarse, el tiempo ronda, es búsqueda, presente-pasado frente a la finitud del ser y la melancolía de la pérdida: qué fue de nuestras sombras fundadoras / de aquella artificiosa eternidad…. o … nunca es bueno recordar la infancia …, la recurrencia del pasado se perfila insidiosa y se rechaza para no dar rienda a la nostalgia o apurar la copa hasta el fondo.
De algún óxido de la memoria surge el exilio …porque el destierro no es irse de ningún lugar /ni vivir soñando con el regreso a la tierra natal / –eso es solo al principio, es decir para siempre-, /el destierro, / es no llegar nunca a la tierra prometida… Este Ulises, que se ve sin embargo despojado de las complicidades sobrenaturales que le permitirían salvar los escollos que ellas mismas le oponen, no desfallece ni renuncia, más bien se empecina en su doble objetivo de descubrir nuevos puertos y de regresar a Itaca, donde, de todas maneras, nunca volverá a ser igual a sus semejantes.
Esta duplicidad no pareciera ser ajena al sentimiento del otro en mí, del otro que soy: …si el otro siempre está aquí, el otro / es el otro que nos dice lo que somos, – le je / est un autre -, …o más adelante: … cuando sabemos lo que no somos / o no sabemos lo que somos, fácil voltereta, claro, / una especie de entumecimiento general de los sentidos, / vaya uno a saber, vaya el otro a decirnos tú, vaya / el otro a decirnos soy o yo mismo diciendo eres… y luego: …no somos esto, no somos aquello, ni siquiera nos ponemos de acuerdo, el yo es el otro, claro que sí, pero ya se sabe que nada es infinito…
Presente siempre, el cuerpo, prueba de vida, receptáculo y amplificador del sentir, tiene en este Cambio de luces, su espacio reservado: …cuando el alma está herida / y la vida oscura se niega al resplandor, / el cuerpo se niega al movimiento, / y los espectros de los que amamos / son solo sombras borrosas en la aurora… aquí cuerpo presente y no cuerpo van hermanados en la nostalgia o el dolor, y más allá se devela su multiplicidad: …acaricia los cuerpos que hay detrás de todo cuerpo, / y el corazón se expande hacia el infinito / como otro corazón de otro mundo y de otro cuerpo…
Mucho más explícita es la evocación, no exenta de ironía, en Las bendiciones, a saber: …bendito el cuerpo que comienza de pronto a estropearse y te recuerda, de paso, que esta vida es breve, / benditos huesos, nervios, cartílagos, porque siempre fallan cuando uno más los necesita, / bendita próstata entre todas las maldiciones e hígado terminal entre todos los castigos, / bendito este cuerpo que nos mintió con su imposible eternidad, / bendita alma y espíritus varios que nos tendieron todas las trampas, / bendita asma que con la asfixia inspira el ritmo del poema, / benditas enfermedades de todo tipo que nos comprueban que aún estamos vivos…
Vuelvo a la idea de presentador traidor, quedan en el tintero múltiples aspectos, pero aquí se trata de compartir una breve percepción personal de este libro que nos trae y nos lleva por una engañosa y prístina evocación de lo intocable. Cada poema es un universo que no podría ser disecado por comentario alguno.
Cabe señalar la magnífica portada de Raúl Schneider, testimonio de la complicidad poeta/pintor que invita al deleite del lector. Quisiera terminar con el poema que cierra Cambio de luces:
ESTE LUGAR
en este lugar ya no queda nadie
los amigos nunca llegaron
los enemigos se perdieron en el camino
pues este lugar ni siquiera está en la memoria
desde un altoparlante se escucha una voz que /dice:
se ruega cerrar puertas y ventanas
se ruega hacer abandono del lugar
en este lugar ya no /queda nadie.
Por Patricia Jerez
Patricia Jerez, Santiago-Chile, 1947. Estudios de literatura en París III, Sorbona. Traductora, secretaria de la redacción en español de la revista El Correo de la Unesco; Comité de Redacción revista Trilce, editada en Europa.