Este disco, que fue estrenado en octubre de 2014, es una selección de creaciones de Morales, realizadas desde 2006, cuando éste se radicó en Valparaíso proveniente de San Bernardo.
El disco, que forma parte del catálogo del sello discográfico Música del Sur, fue producido musicalmente por el propio Morales con la colaboración del actual guitarrista de Los Jaivas, Alan Reale, y de los músicos porteños Edison Argandoña y Lito Celis.
Para conocer más de los sentimientos que lo inspiran, de su historia, de sus compañer@s de ruta, es que entrevistamos a Pablo y esto es lo que nos contó.
Francisco Marín: ¿Por qué Valparaíso?
Pablo Morales: Llegué al Puerto a trabajar en un servicio público en el que estaría cinco años. Esto ocurría después de pasar por estudios de periodismo y artes visuales, con deudas de crédito universitario, sin un peso en los bolsillos y bien confundido en cuanto a mi vocación… pero al mismo tiempo feliz por haber encontrado un trabajo.
Ya instalado en Valparaíso, me propuse recuperar mi faceta de cantautor y durante varios meses no hice más que volver de mi pega de funcionario a mi primera casa porteña -una pieza incrustada en una casona antigua de cerro Bellavista- para escuchar música, componer y estudiar en solitario, intentando elaborar canciones y rescatando otras ideas que habían quedado anotadas por ahí (“Su cabeza”, por ejemplo, es una canción que hice en 1998). Cuando ya tuve algo propio que decir, salí a cantar. Y desde 2008 en adelante he tocado constantemente en teatros, universidades, espacios comunitarios, bares, etc., intentando conjugar la música que hago con otros proyectos artísticos que me interesan. Me gustan las artes cuando son vistas como un medio poético y político de expresión, como una manera intensa de estar en el mundo, que te hace abandonar los convencionalismos y su aburrida seguridad.
– ¿Qué impulso interior te llevó a realizar el disco “Datos blandos”?
El disco es en gran medida el reflejo de esta reinvención vocacional que he querido hacer con mi vida. Para esto me propuse escribir canciones que reflejaran tanto las experiencias que pasaban por mi cuerpo siendo un asalariado más, como la gran cantidad de acontecimientos contradictorios que observaba desde lejos. Así que dejándome llevar por el contexto en el que estaba inmerso, las canciones comenzaron a llenarse de temas políticos y urbanos: el acomodo de la clase burocrática en los servicios públicos, la modernidad unidimensional en la que estamos metidos (que sólo sabe expresarse en forma de malls o edificios de veinte o treinta pisos), la tiranía de las estadísticas ─los datos duros─ que sirven para hablar de crisis o de progreso, según le convenga al gobierno de turno. Obviamente en “Datos blandos” también está Valparaíso, una ciudad llena de contrastes, cuya riqueza cultural choca constantemente con su pobreza material, la inoperancia de sus instituciones y el negociado de los espacios de poder entre unos pocos. En todo ésto encontré la materia prima para las canciones del disco. Y también en una pregunta constante, más personal: ¿cómo me las arreglo para seguir cantando en medio del cinismo? De preguntas como ésta surgen versos para canciones como “Los terremotos no son predecibles”, “Nadar” o “Lista de espera”.
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– Hay en tu disco una canción que habla de una mujer que es víctima de la dictadura militar. ¿Quién es ella y qué te motivó a escribir sobre su tragedia?
Sí, se llama “La misma canción” y está inspirada en Nalvia Mena Alvarado, detenida y desaparecida en 1976. Ella tenía 20 años y estaba embarazada cuando la dictadura la hizo desaparecer. Sus datos biográficos dicen que le gustaba cantar y que participaba en el coro de su población. Todo esto me llamó la atención y me hizo conectar con su historia. Además, con el paso del tiempo he ido comprendiendo que una tragedia como la de los detenidos desaparecidos duele para siempre, pues no sólo se sufre la muerte de las víctimas, sino también la ausencia del rito de despedida. Se trata de personas que fueron asesinadas injustamente, para las que no hubo funerales, porque sus cuerpos nunca aparecieron. ¿Cómo se cierra entonces este drama? ¿Cómo sigue viviendo un familiar o un amigo de una víctima frente a un abismo de este tipo? Sufrir esto debe ser terrible. Entonces, cuando de vez en cuando aparecen en la tele los pelotudos de siempre quitándole gravedad al asunto, es cuando para mí se hace necesario un tema como “La misma canción”. Es mi aporte contra la desmemoria y una invitación a reflexionar desde el formato y las posibilidades que ofrecen las canciones.
– ¿Qué otras canciones te gustaría comentar?
Bueno, a mí me gustan todas las canciones del disco, así que me gustaría comentarlas todas. Me gustan porque hay dedicación en cada una de ellas, autobiografía, biografía de otras personas, aportes musicales de grandes músicos porteños. Ahora bien, por la contingencia política que vivimos relacionada con los cohechos, creo que estaría bueno escuchar ahora “La conquista del espacio”. Es una canción que se reactualiza a menudo, precisamente porque habla del tráfico de influencias, las aserruchadas de piso y cosas así, que representan la manifestación más grave de nuestra cultura del compadrazgo, del amiguismo, del sobajeo de espalda, que ya sabemos que no atiende a la justicia o a la calidad de las acciones u obras, sino que a mantener las cosas como están, entre los pillos de siempre. Esta canción la comencé a escribir en marzo de 2010, cuando hubo cambio de gobierno y yo estaba cumpliendo mi último año de trabajo en un servicio público. En esos meses observé lo dignas que pueden ser algunas personas y lo miserable que pueden ser otras; las cosas que la gente hace o deja de hacer por miedo a perder la pega, o por escalar un poco más, a veces son impresentables. Además, ahora que la vuelvo a escuchar, es una canción que empieza medio irónica, con un ritmo pop, que se pone rockera cuando acompaña los versos más críticos y que termina con un acento mapuche, como si quisiera hacer girar la atención hacia otro espacio en disputa, el del sur de Chile.
Morales y l@s Inmorales
– Nos puedes hablar del estilo musical contenido en el disco y de los músicos que te acompañan en este trabajo.
Yo diría que es un estilo ecléctico que de todas formas tiene un pie apoyado con firmeza en la música de raíz latinoamericana. Desde ahí pongo el otro pie en lo que cada canción va pidiendo, ya sea algo más pop, más rockero o más trovadoresco. En esa mezcla encuentro la sorpresa. Además, en términos de letras, hay muchas canciones resueltas con octosílabos o directamente con estrofas en décimas. La décima es un recurso poético de larga data en toda Iberoamérica y me gusta porque tiene musicalidad propia. Además, me obliga a expresar una idea con imaginación; me desafía a rimar, pero con delicadeza.
Produje musicalmente “Datos blandos” junto a Alan Reale, actual guitarrista de Los Jaivas, Lito Celis, a quien hoy acompaño en su banda y Edison Argandoña, quien además es músico estable de l@s Inmorales y grabó la viola da gamba, el bajo e hizo los arreglos de cuerdas. Además de los ya mencionados, en el disco también están los aportes de Pablo López (bajo fretless), Manuel Estay (batería), Alondra Castillo (coros, cuatro), Antil Camacho (violonchelo) y Raúl Celis (viola). Hoy el disco lo hacemos sonar en vivo con Jeca Lenher (batería) y Rodrigo Medel (bajo), además de Edison y Alondra. También se nos suma de vez en cuando Igor Veas (violín). Es decir, somos un quinteto que a veces es sexteto. Todas estas personas disfrutan mucho de tocar y, para un autodidacta como yo, son mis maestr@s.
Pasando a temas más de contexto: – ¿Qué nos podrías decir del desarrollo cultural y artístico en nuestro país y en particular en Valparaíso, que es donde has desarrollado buena parte de tu carrera como músico?
Creo que en Valparaíso están todas las condiciones para trabajar en colectivo, el problema es que hay muchos artistas que siguen actuando hipnotizados por el posible triunfo personal, en formatos que dan resultado en el corto plazo, pero que en el largo generan aislamiento y propuestas poco creativas, estimuladas por la moda y el productor musical de turno. A mí me interesa nutrir y nutrirme de los demás, compartir, discutir y desde ahí generar obras. Por eso elijo desde tocar con una banda heterogénea hasta vincularme con proyectos colectivos como Patio Volantín, ayudar a rescatar y difundir la obra del Gitano Rodríguez (cosa que hicimos hace unos años con el colectivo Casa Transparente), aportar en la producción del ciclo de música Canto Atemporal (este año haremos la tercera versión) o levantar el proyecto Cordel, una intervención del espacio público en torno a la Lira Popular que ideamos junto a las artistas visuales Priscilla Solari y Fabiola Agnes, los músicos Claudio Martínez y Lito Celis, y el diseñador Gustavo Espinoza. Este ha sido mi camino y creo que lo seguirá siendo. Obviamente no es fácil caminar en un país que hace rato se adscribió a la idea del neoliberalismo, a sus prácticas y sus escenarios, y en el que parece existir sólo una manera correcta de hacer las cosas, para nada colaborativa. Sin embargo, en esta fiesta de luces cínicas, de todas formas uno se encuentra con valiosos compas y colectivos que iluminan de verdad, como el Espacio Santa Ana, Patio Volantín, Áncora, Trafón, las radios Placeres y La Radioneta, La Huacha Feminista y el Círculo Social de Terapeutas, entre otros. Con ellos, caminar se hace más coherente con lo que uno piensa, más nutritivo y más alegre.
– ¿Cómo ves nuestra sociedad? ¿Cómo crees que los jóvenes y los artistas de tu generación sienten el presente del país?
A estas alturas no sé cuáles serían los artistas de mi generación, pues si sigo la lógica mercantil a la que aludía antes, debería decir que a esto de la música popular estoy llegando tarde. Tengo 40 años y “Datos blandos” es mi primer disco. Pero no me siento en desventaja, porque no estoy corriendo para competir, más bien camino para comprender. Eso me interesa, la pausa al caminar, de aquí hasta que me muera, para seguir observando y discutiendo las contradicciones de este mundo y desde ahí ejercitar la creación. Y esto, la posibilidad de crear, nadie te la puede arrebatar. Aunque otros te digan que no vale la pena, que no es lo tuyo, que estás descuidando las cosas importantes, etc., siempre puedes seguir creando. Eso me mantiene en pie. Y diría, atendiendo a la pregunta, que veo a muchos atrapados en la carrera por “tener” en vez de abrirse a la posibilidad de “crear”; muchos hombres queriendo cumplir el rol del macho alfa, del proveedor exitoso, y muchas mujeres queriendo ser las regalonas del patriarcado, como diría Margarita Pisano. Hay otras alternativas al ser humano unidimensional. Y las prácticas creativas, ejercitadas en el campo que sea, ayudan a abrir esas posibilidades. Hoy, muchos jóvenes están en esas prácticas, imaginando otras alternativas no sólo para la política, sino también para la cultura, para el ejercicio del amor y la vida en comunidad. Eso es alentador.
Videos en vivo:
– “La conquista del espacio” en ciclo Canto Atemporal, Universidad de Valparaíso.
https://www.youtube.com/watch?v=5NtJ-1SMY5s
– “Nadar” en ciclo Escena Viva de la radio Universidad de Santiago:
https://www.youtube.com/watch?v=USPS_MAnOIE
Audios:
Disco completo en Soundcloud:
https://soundcloud.com/pablomoralesylosinmorales/sets/disco-datos-blandos-pablo
Disco completo en Youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=xw1chl52QQY
Portafolio:
http://issuu.com/pablomorales6/docs/dossier
Más información: