En 89 salas de toda España los amantes de la gran pantalla podrán disfrutar de El chico (The kid), el primer largometraje realizado por Charles Chaplin, que está cumpliendo 100 años de haberse estrenado.
El 6 de febrero de 1921 Charles Chaplin proyectaba su primer largometraje, El chico una película que cambiaría para siempre la historia del cine. Fue el primero de los grandes cómicos de la época, antes que Buster Keaton o Harold Lloyd, en demostrar que se podía hacer un largometraje cómico, aunque esta película sea casi más un melodrama.
La producción vuelve a las salas de cine en una versión restaurada en 4K, que resalta aún más la calidad de esta película, que nos sigue emocionando y sorprendiendo como el día que se estrenó, informó RTVE.
La película está protagonizada por el personaje más famoso de Chaplin y un icono de la cultura popular, el vagabundo de buen corazón conocido en España como Charlot. Y aquí contaría con el apoyo del pequeño actor Jackie Coogan, en la piel del personaje del niño travieso. Uno de los pocos compañeros de Chaplin que fue capaz de robarle las escenas.
El chico nos cuenta como Charlot se ve obligado a adoptar a un bebé abandonado. No tarda en tomarle cariño y cuando crece le enseña algunas técnicas esenciales de supervivencia callejera (como a romper cristales para que él los repare luego). Con el tiempo los dos forman un equipo maravilloso. Pero un día el chico enferma y los servicios sociales tratan de arrebatarle la custodia a Charlot.
Se trata de una película casi autobiográfica, porque Chaplin se inspiró en la crudeza de su propia infancia (fue separado de su madre y trabajó desde muy pequeño en espectáculos ambulantes para sobrevivir). De hecho, los decorados se inspiran en las calles donde pasó su infancia.
Pero Chaplin también atravesaba uno de los peores momentos de su vida por la reciente muerte de su bebé, que había nacido prematuro, y su divorcio de Mildred Harris.
Además acababa de fundar la United Artist junto a otras grandes estrellas de la época (Mary Pickford, D.W. Griffith y Douglas Fairbanks), para tener un control absoluto sobre sus películas, pero todavía no estaba en marcha, con los consiguientes problemas de financiación.
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