Comentario de Teatro: «Chef», una modesta proposición en tiempos desesperados

El pasado viernes 4 de Enero del 2013 tuvimos la oportunidad y el gusto de ver nuevamente a la Compañía de Teatro Viaje Inmóvil con su obra «Chef», inspirada en un ensayo satírico del año 1729 del Irlandés Jonathan Swift, que en su época no fue muy comprendido en su humor, ni menos en su […]

Comentario de Teatro: «Chef», una modesta proposición en tiempos desesperados

Autor: Cristobal Cornejo

El pasado viernes 4 de Enero del 2013 tuvimos la oportunidad y el gusto de ver nuevamente a la Compañía de Teatro Viaje Inmóvil con su obra «Chef», inspirada en un ensayo satírico del año 1729 del Irlandés Jonathan Swift, que en su época no fue muy comprendido en su humor, ni menos en su gusto.

Casi 300 años después, Jaime Lorca descubre este texto y lo hace vivir dentro de un montaje lleno de la historia de nuestro país (que no se diferencia mucho a la de la humanidad entera, a la de ayer, a la de hoy y a la de mañana): Las desigualdades dan pie al descontento y la pobreza a la desesperación.

La obra comienza en el pasado de un restaurant en pleno funcionamiento, se oye mucha gente en él, y los platos son servidos uno tras otro hasta que una explosión lo detiene todo y nos lleva hasta el presente.

La radio habla de «las consecuencias de la desesperación de la gente», para luego calmar los ánimos con una canción tan esperanzadora como es «We are the champion» (los medios).

El protagonista, un chef, que se prepara para grabar un programa de cocina para un concurso que necesita ganar. Repito, que NECESITA ganar.

El contexto, podría ser ayer o mañana, pero es un momento de revueltas y de pobreza, en que los niños salen a las calles en busca de comida, e incluso saquean por ella. La crisis.

El chef es un hombre mayor ya, bastante pesado, irónico, nervioso, desagradable, lleno de miedo, ya le han saqueado antes. Y para sostener ese miedo… un arma. Y como todos sabemos, la aparición de un arma en escena presagia un mal final.

Pero los presagios se olvidan cuando aparece una joven mujer, que luego de todo un trabajo de seducción-conformación-aceptación se alinea con este Chef para lograr el cometido inicial: Grabar el programa y ganar el concurso.

Una vez armada la pareja todo se hace coreográfico, los movimientos precisos, se hacen cómplices en escena. Pero la complicidad se destruye a ratos por culpa de las circunstancias, las personalidades y el miedo, a tal punto que Melisa (la joven mujer) tilda a nuestro Chef de Loco. «¿Loco?, no, desesperado, en una situación desesperada», le responde el Chef, y yo me pregunto si la locura no viene siempre del mismo lugar.

Esta obra, a pesar de ser muy sencilla en su escenografía, tener sólo dos actores en escena y casi nada de música, desborda temáticas sociales y existenciales por todas partes. Críticas a los medios y su tergiversación, choque de generaciones, la estafa de los créditos, la distribución de la riqueza, la estupidez de los gobiernos, la propiedad, la guerra como «consecuencia natural de la política», la plata («¿Dónde está la plata?, ¿Dónde está tu plata?»), el hambre, la vida. Todo dentro de esta obra, que juega con las cámaras y las pantallas y nos lleva dentro del set, nos deja ver los trucos y las mentiras de la televisión, expone como el morbo se va haciendo necesario, cada vez más necesario para captar la atención de los que la ven y dan ganas de gritar: Que asco la sociedad !!!, pero que pena nuestro Chef. Y es en este estado que te encuentras cuando Jonathan Swift se encarna en el Chef y nos hace su proposición, que no es más terrible que lo que ya se ha hecho. Y es que realmente «somos hormigas a la orilla de la olla. Si Dios estornudara nos caeríamos adentro».

Las funciones de Chef terminaron el Domingo, por lo que no nos queda más que esperar a que aparezca nuevamente en cartelera, pero en el Anfiteatro Bellas Artes-Viaje Inmóvil siguen pasando cosas. Infórmese AQUI.

Por Tania Corvalán

Fotos: Tatiana Peña

El Ciudadano


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