“Zyklon B Sides”
Cisterna Bizarra records
2011
Esta compilación de 32 temas reúne bandas ligadas al colectivo Cisternabizarra y estilísticamente se mueve en torno al punk y noise rock más o menos tradicional.
Desde el punk rock con diversas intenciones (Giuseppe Poloni, La palabra que menos te guste, Las Heather Brooks, Obsoletos disconformes, No te salves, Televidentes, TAM) al hardcore punk y crust a la vena (Los Fusilados, Cartílago Palpitante, Bandana ninja nuclear, Antitrust, Richard Harrison, Marcel Duchamp, Disputa, Tiempo Crucial), lo lúdico se entremezcla con lo político, confirmando que nunca han estado separados.
Hay espacio para sonidos instrumentales (Fatiga de Material, Hank, Peter Parker Project, California Orange, Tetrápodo), grunge extemporáneo (Butterhead), noise rock desesperado (Cabletierra), post punk bailable (B6!?) y juegos fantasmales (Paraguapléjico).
Sin embargo, también caben un par de aportes estilísticamente distintos: El illbient de Tavrvx o la pieza (de larguísimo nombre) a cargo de David B Díaz, una canción acústica filtrada hasta la abstracción.
La gracia de las compilaciones es ofrecer una instantánea de un momento determinado, ya sea a nivel del compilador o a nivel de lo que se reúne. En este caso, funciona lo segundo, llevando a imaginarse qué gran festival sería la puesta en escena de todas estas bandas juntas.
“Insano”
Autoedición
2010
De entrada, este trío nos entrega todas las pistas sobre su vocación: Rock/metal progresivo, instrumental, a medio tiempo, con contrapuntos, arreglos disonantes y más búsqueda de atmósferas que de exhibiciones personales (lo que se agradece).
Ocurre en varias ocasiones que un simple motivo sirve para establecer relaciones y variaciones entre las partes, avanzando en la construcción de atmósferas con gusto a ciencia ficción, de mano de las teclas abordadas por Sebastián Aguayo.
Por momentos evocan ciertas composiciones de personajes como Satriani (“Insano”), aunque la mayor de las veces haya concentración más en el trabajo colectivo que en el efectismo instrumental.
“Control” es el único tema cantado. Puede desentonar con el conjunto, pero hace sentido en relación a la espiritualidad que cultivan, según se concluye tras leer la carátula. La voz, por otro lado, se mueve con convicción, lo que reduce la desconfianza al mínimo.
Quizás el punto más alto, está en el tema dedicado al pueblo mapuche (“Nahuelbuta”), donde despliegan instrumentación autóctona y el nivel de la composición alcanza resultados muy interesantes.
El sonido del disco es parejo, lo que juega a favor de la identidad del grupo. Sin embargo, sus casi cincuenta minutos se hacen un poco extenuantes, a falta de matices en la intensidad y el pulso.
“Caravana”
Quemasucabeza
2011
Luego de Congelador, Paranormal y Barco, emerge Caravana, actual vehículo de expresión de Rodrigo Santis. Este transita por un pop de guitarras acústicas tibias, emotivos toques de cuerda, piano y otros pocos instrumentos de presencia puntual. Santis ha precisado la expresividad de su canto y la complementa con otros registros aportados por músicos (y amigos) de su sello.
Maduro en la atmósfera que crea, en los temas y sensaciones que evoca, es un disco cálido, invernal, quizás grisáceo, de letras sinceras y bellas en su sencillez, pero capaces de proyectarse emocionalmente en el otro, si es que se busca compañía. Y avanza, va rápido, se hace corto en sus diez canciones, explícitamente sensibles y afectivas, espejo de un presente que no teme.
Se sigue una línea, salvo “Naval”, instrumental más ruidoso. Destacar una canción sería injusto. No sobra ninguna. Caravana digiere diversas influencias, en una dirección y -se huele- sin pretensiones, lo que es harto a estas alturas de la historia.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano