Desde el día Jueves pasado hasta el sabado 26 de mayo se presentó en el hall del Teatro Nescafé de las Artes, la compañía porteña «OANI», segunda compañía exponente del teatro Lambe- Lambe en el Festival.
En esta ocasión OANI presentó tres cajitas, cada una con una historia diferente, desarrolladas también con técnicas diferentes, lo que las hace aún más interesantes.
«Amores de Puerto» utiliza muñecos de varilla para relatar el reencuentro de un amor entre un marino y una prostituta. «Día de Volantín», utilizando un muñeco de varilla y sombras chinescas nos lleva por un hermoso viaje en volantín. «El perro Babarito», con varillas y teatro negro detiene en el tiempo un trozo de Valparaíso, con sus personajes y sonidos.
Una hermosa experiencia que no dura más de 5 minutos en el presente, pero que en nuestras mentes vivirá por siempre.
Protegidos ya del frío y la esperada lluvia pudimos ver a Phillip Huber, considerado por muchos como el mejor manipulador de marionetas de hilo del mundo, y después de ver el show no nos quedan casi dudas.
Durante 45 minutos realizó una varietté de 12 pequeños shows con marionetas, varias de ellas inspiradas en personajes del mundo del espectáculo. Los shows eran principalmente canciones, que fueron interpretadas por variados artistas de madera, desde una cantante negra, hasta un joven punk con su guitarra, un violinista y un acordionista, Liza Minelli y Priscila Pipes, entre otros.
Cada show era presentado por una voz en off, dándole breves segundos al marionetista para cambiar de muñeco, lo que daba cuenta de su destreza y los años que lleva en esto. De hecho lo que vimos era una selección antológica de sus mejores números creados en los últimos 25 años de carrera.
Cada uno de los muñecos contaba con los mecanismos necesarios para mover aquellas partes del cuerpo más expresivas, según lo que fueran a hacer. Algunos movían los ojos hacia el lado, lo que los hacía coquetos, otros movían las cejas para demostrar su inspiración, o los dedos para tocar, las orejas,lengua, y la cabeza antes de hacer «¡guau, guau!», incluso en el caso de las cantantes algunas movían los pechos, lo que las hacía muy graciosas.
Todos en la sala disfrutaron de este show sin conflictos, donde lo que importa es la gracia y el virtuosismo. El drama, la crítica y la poética quedaron fuera de esta presentación.
Y así, esta vez con un show para toda la familia, continúa «La rebelión de los muñecos», que finaliza este fin de semana.
Por Tania Corvalán
El Ciudadano
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