Compañía belga Point Zero inauguró «La rebelión de los muñecos»

La gran mayoría de nosotros ha visto alguna vez teatro de títeres o marionetas. La gran mayoría lo asocia siempre al teatro infantil o familiar, a los Muppets, al esqueleto que baila en el parque el O’higgins, o al Elvis que mueve la pelvis en Bellavista.

Pero la noche de este miércoles comenzó un festival donde las marionetas o, más genéricamente  hablando, los muñecos, se han rebelado, trayendo hasta nosotros historias oscuras, sórdidas, profundas, torcidas, misteriosas y curiosas, donde los niños no fueron invitados.

En su inauguración sólo algunas palabras de agradecimiento y, como dijo uno de sus organizadores, «¡Que comience la rebelión!».

Y comenzó. A eso de las 21:15 comenzó con la obra «Trois Vieilles», de la compañía belga Point Zero, que trae como carta de presentación a Alejandro Jodorowsky como autor de los textos.

Como han de suponer, la historia está llena de símbolos jodorowskyanos. Lenguaje poético pero directo, en el que conviven la decadencia, la ruina, la soledad, el aborto, el incesto, la locura, la desesperación, el absurdo.

Imaginen dos viejas horribles arreglando a otra más horrible para que asista a una fiesta elegante en busca de algún príncipe que llene sus ovarios de esperma que fecunden al único heredero de la familia- «Oh, esperanza que llevo entre mis piernas», canta una de ellas. A partir de este acontecimiento se van hilando los hechos, descubriéndose el misterio de la mentira familiar.

Cuatro actores en escena manipulando muñecos, desplazando escenografías, interactuando, actuando. La mirada fija del muñeco al manipulador, la toma de conciencia, el diálogo posterior entre ambos se hacen escena y nos recuerdan que todo es una ilusión, una ilusión que descubre verdades, que acusa vicios sociales y se atreve a gritar con voz de vieja «¡La publicidad nos convierte a todos en putas!»

Primer día de Festival, primer acto de esta Rebelión, y en mi cabeza da vueltas la penúltima frase de la obra de apertura: «Es tanto lo que tenemos que decir que sólo el silencio puede expresarlo».

Las obras continúan hasta el 3 de junio.

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Por Tania Corvalán

El Ciudadano

Fotografías: María Elena Retamal