En México, cuando se habla de posadas se hace referencia al ponche, a los aguinaldos, las luces y las piñatas, pero tienen un origen religioso.
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La historia cuenta que las posadas llegaron con la conquista española, cambiando así la tradición de los aztecas, quienes celebraban durante el mes del Panquetzaliztli (diciembre) la llegada del Dios Huitzilopochtli. Esta celebración comenzaba el 6 de diciembre con una duración de 20 días y consistía en colocar banderas en los árboles frutales y estandartes en el templo principal.
Pero con la llegada de los españoles es que se establecieron los festejos llamados “misas de aguinaldo”, llevados a cabo del 16 al 24 de diciembre. Dichas misas eran realizadas al aire libre, en donde se leían pasajes y se realizaban representaciones alusivas a la Navidad, lo que actualmente se conoce como Pastorelas. Además, se daban pequeños regalos a los asistentes conocidos como “aguinaldos”.
Después de la independencia de México, esa costumbre de acudir a las celebraciones de las “misas de aguinaldo” desaparecieron casi en su totalidad. Fueron los fieles seguidores quienes las rescataron y las llevaron a cabo en sus propias casas, surgiendo así la tradición de las “Posadas”.
Con el tiempo, la forma de celebrar las posadas ha ido cambiando y se le han agregado elementos propios de cada región. Pero siempre han sido caracterizadas por el color, los cantos y la comida tradicional. Los niños, jóvenes y adultos se unen para “pedir posada” y festejar que alguien les abrió las puertas y les brindó alojamiento.
Antojitos, buñuelos, ponche, velas, aguinaldos (dulces o frutas) y romper las piñatas son algunos de los elementos más representativos de las posadas, destacando así la celebración de la unión de las familias y amigos.
Foto:Agencia Enfoque
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