LA TERCERA MANO, Extractos de entrevistas a Adolfo Couve, (Alquimia 2015).
Este libro entra como cazuela hirviendo. Un hombre que no ve la diferencia entre la tierra y una taza es indudablemente un pintor con éxito, y esto a Couve no le gustaba nada, veía en el éxito absoluta mediocridad. Como Manet le enseñara la luz y pese a eso Couve encontrara la vida imposible, la constancia y enorme teoría que arrojan los fragmentos publicados en La tercera mano podrían reportar la reconciliación de esa imagen del hombre que se niega a sí mismo con el hombre niño que va tirando la talla o dándole a la telenovela del momento en la oficina de la Universidad; es como lo cuenta Macarena García en la introducción de este libro, y quien ha seleccionado y montado los fragmentos junto a Catalina Porzio, ambas autoras de este libro pequeño con 8 milímetros de lomo.
Fragmentos ordenados a partir de un gran compilado de entrevistas realizado por Porzio desde el 2010, en uno de los que Couve viene a decir que “es demasiado complicado cuando la sombra y la luz se han vuelto personajes”, cuando “se han personificado en un diálogo”. Según lo anterior, la constante contradicción y no entre arte y vida, luz y sombra, nos hace pasar directamente al otro lado del espejo, -convexo si se quiere-, y ser observados. Porque materializamos lo impalpable y le damos forma, luz y voz a lo inexistente. Ese acto, que puede ser una sublime experiencia es a la vez el más trágico, y no nos pierde la vista.
La revisión de La tercera mano, Extractos de entrevistas a Adolfo Couve -una poética del fragmento al igual en Couve-, nos abre al tema del mundo editorial en esos años. Un conflicto interesante y no obstante paradojal. Acaso cabe este brochazo: “La gran literatura es fragmentos no más. Uno debería ser tan valiente como para publicar solo fragmentos”, -refiriéndose a su poca empatía con el género del cuento- no así aislando el hecho de que las casas editoriales antaño, rechazaran y fueran hostiles a su trabajo literario. Y también entonces –asterisco- la convicción de las autoras, -que actual y felizmente no pasan por el miedo a ser publicadas o no-, la valentía como dice Couve, en lo que significa darle “oralidad” a un autor que no le gustaba el protagonismo. García y Porzio optan por el fragmento, como líneas de navegación en estas páginas la paradoja.
Un texto de excelencia que por medio de Couve revive a consagrados artistas como Manet, Courbet, a Pound, Eliot, Martínez y Lihn por sacar a relucir un ramo de entre todas las posibilidades de esta experiencia literaria, como pudo y pareciera lo significante que eran para Adolfo Couve sus vivencias sobre América y Europa, la vida cotidiana que tocaba feliz con la punta del paraguas, las plantas y su jardín, la niñez, sus densidades escriturales como En los desórdenes de junio, o sus estudios sobre arte egipcio, aquellas experiencias realistas del que fue profesor por más de 30 años con lugar base y definitivo luego de su obra El pasaje: Cartagena, donde en los veranos hay ochenta mil personas con unos melones tuna de sombrero pasando por debajo del balcón. Esta selección es una vida.
“Todo el mundo está obligado al triunfo, pero yo descubrí que era mucho más difícil el fracaso” dice Couve y definitivamente es La Comedia del Arte, la verdad que entre la luz y la sombra, puede que la sombra albergue mejor las papitas para conseguir estas magnificas cazuelas de vez en cuando. A la belleza le gusta Kafka, dice Couve.
En todas las librerías del país.
+ info: alquimiaediciones.cl
Por Pía Sommer
Arte y Cultura
El Ciudadano