Por Wladimyr Valdivia Westphal.
Con casi cuatro meses de retraso respecto a la fecha de estreno original, llega uno de los crossover más esperados de los últimos años, siendo la cuarta película del Universo Cinematográfico de Monstruos compartido entre Warner Bros. y Legendary Entertainment. Secuela directa de ‘Kong: Skull Island’ (2017) y ‘Godzilla: King of the Monsters’ (2019), este nuevo cruce de dos de los personajes de ficción más reconocidos del cine, está dirigido por Adam Wingard (‘Blair Witch’, ‘Death Note’) y escrito por Terry Rossio (‘Pirates of the Caribbean’).
Como una suerte de reboot de la cinta japonesa ‘King Kong vs Godzilla’ (1962) de Ishirô Honda, ahora tenemos a Kong en cautiverio y bajo vigilancia en una moderna cúpula que simula su hábitat. Inesperadamente, Godzilla ataca las instalaciones de Apex, quienes intentan acabar con los titanes. Para ello, deben conseguir una fuente de poder ubicada en la Tierra Hueca, lugar al interior de la Tierra donde, se cree, habitan estas evolucionadas criaturas, pero para eso necesitan a Kong como guía. Pero nada resulta como se esperaba, siendo inminente el encuentro entre ambos titanes, desatando una lucha por la supremacía y poniendo en peligro a la civilización.
Como no podía ser de otra manera, ‘Godzilla vs. Kong’ se levanta como un espectáculo visual de tecnología punta, haciendo imprescindible su visionado en la pantalla más grande posible, a falta de salas de cine y lamentando que la maldita Pandemia nos coarte la posibilidad de disfrutarla como se merece. Y es que tanto Wingard como Legendary Pictures no dudaron ni un segundo en acercarse al cine kaiju más clásico para ofrecer batallas campales de dimensiones grotescas, donde los monstruos acaban con manzanas de edificios de un coletazo y utilizan aviones de guerra como proyectiles, cual niño lanzando piedras al mar.
A diferencia de las más recientes cintas que la preceden, en esta oportunidad los enfrentamientos son de muy fácil seguimiento, dejando atrás esas confusas batallas nocturnas bajo la lluvia o los desconcertantes movimientos de cámara que sólo complican la comprensión de la acción; ahora la exhibición es total, donde apreciamos a ambos monstruos en plenitud, los asombrosos detalles técnicos, el realismo de sus movimientos gracias a un excelente trabajo de cámara, la furia desatando el caos, y una inesperada batalla final que traerá de vuelta a otro histórico personaje, en un impresionante escenario como lo es el corazón de Hong Kong, entre rascacielos de neón, consiguiendo un alucinante efecto cromático.
Y si sólo hablo de la pirotecnia y el placer de ver a ambos titanes enfrentados en batallas de larga duración, es porque la historia, lamentablemente, carece de cualquier sentido, en algunos casos acercándose al ridículo, entre situaciones imposibles (incluso para la ficción del relato) y personajes completamente irrelevantes, puestos con calzador solo para cumplir con las cuotas de complacencia para los sectores más palomiteros de la población.
Actores y actrices de la talla de Rebecca Hall (‘The Gift’), Alexander Skarsgård (‘Big Little Lies’), Brian Tyree Henry (‘Atlanta’) y Kyle Chandler (‘Friday Night Lights’), todos con roles principales en la cinta, no desarrollan ni evolucionan en sus personajes; se nos presentan como elementos de utilería, cuyos arcos narrativos poco impactan en la trama principal y cuyas vidas resultan totalmente insignificantes para el espectador. Todo esto adornado con una guerra corporativa de villanos caricaturescos que nunca logramos entender del todo, diálogos que nos explican toda la película y actos sin ninguna justificación. La participación de Millie Bobby Brown (‘Stranger Things’) y de la mexicana Eiza González (‘Baby Driver’) son casi anecdóticas.
‘Godzilla vs. Kong’ se disfruta por lo que viene a ser, un encuentro esperado que cumple bien con lo que ofrece, que entiende quiénes son los verdaderos protagonistas y que recupera, en cierta medida, el espíritu nostálgico del género japonés que dio vida a estos dos titanes y que en décadas pasadas, nos dejó una decena de cintas de desarrollo simple, pero llenas de pasión por el cine de gigantes.